NARRA ERICK BRIAN
Sábado en la mañana, el desayuno ya estaba servido, Cherry, mi cachorra sentada aún lado de mi silla, solo observándome, mientras comía mi cereal. Amaba ese perro. Joel me lo había regalado un año después de que nos conocimos.
Fui el chico solitario, que solo buscaba un amigo, Joel era mi primera opción, siempre me había parecido tan divertido, tan misterioso y ahora tan apuesto. Odiaba tener esos sentimientos hacía mi amigo.
- ¿Erick? – habló mi hermana moviendo su mano frente mi cara.
- ¿Qué? – sacudí mi cabeza saliendo de mis pensamientos.
- Tu celular está sonando. – comentó levantándose.
- Gracias. – susurré observando la pantalla. Joel Pimentel. Mi cielo e infierno.
LLAMADA ENTRANTE DE JOEL PIMENTEL
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CONTESTAR
J: Coger da hambre.
E: Que sutil.
J: Betty me hizo una escena estúpida de celos, tuve que tranquilizarla teniendo sexo con ella, demostrarle mi hombría. *risa*
E: ¿A qué te refieres con demostrarle tu hombría?
J: Le conté sobre el mensaje que me enviaste por equivocación, y ahora piensa que tú y yo tenemos algo.
E: Eso es estúpido *mueca*
J: Lo mismo dije yo, pero como no le saqué la idea de la cabeza, la distraje cogiéndomela.
E: Oye amigo, no necesito saber cuándo te tiras a tu novia.
J: Salgamos a comer algo. Hoy llega Zabdiel y no hemos organizado nada.
E: ¿Te veo en una hora en el centro comercial?
J: Me parece perfecto.
COLGAR
Como habíamos quedado, nos vimos en el centro comercial comimos y compramos unas cuantas botellas, botana, vasos y platos. Manejamos hasta la casa del lago, lo cual fue tortuoso para mí, últimamente se me estaba haciendo imposible observarlo, imposible no mirar su perfecto perfil, su hermosa y adictiva sonrisa, esa masculina y dominante voz. Mierda.
- Esta fiesta será todo un éxito, Erick. – comentó entrando a la sala principal con una botella en mano.
- Espero, perdí todo el día en esto. - me puse de pie y caminé hasta la mesa por unos vasos rojos.
- No lo veas como una pérdida del tiempo, velo como una inversión que te servirá a esta noche, nos pondremos tan ebrios mandaré a Betty temprano a casa y entonces tu y yo embriagaremos a unas putitas y tendremos sexo sin control toda la noche. – bebió directo de la botella, mientras una sonrisa se dibujaba tan firme en su rostro.
Todo su plan me parecía estúpido, quizá debería ponerlo ebrio a él, quizá solo de esa manera sabré lo que es tener relaciones con mi mejor amigo. NO es una idea tan estúpida. Joel tenía razón, solo una cosa, tomaría hasta perder el control y olvidarme de mis estúpidos sentimientos.
Joel salió por su hermano, dejándome con la mitad de los invitados, comencé a beber y beber con los demás, Chris y Richard, amigos de la facultad, Romina no tardaría, pero debía iniciar sin ella.
- ¿Te divierte tomar como si no hubiera un mañana? – preguntó una chica detrás de mí. Sabía de quien se trataba así que di la vuelta girando mis ojos en el proceso.
- Buenas noches Betty. – contesté tomando de la botella.
- Creo que deberías irte, Colón. – me tomó del brazo.
- ¿Por qué haría eso? – me arrebaté de su agarre. – Yo ayudé a organizar esto, quiero disfrutarlo.
- Se lo de Joel. – susurró. – con una sola palabra, Joel te odiará por siempre.
Mi corazón latió más rápido de lo normal.
- No sé de qué hablas. – contesté firme.
- Sé que te gusta Joel, ¿Por qué no dejas de mentir, homosexual? – preguntó con sonrisa sarcástica.
- ¿Por qué no te metes en tus asuntos, Zorra? – dijo alguien detrás de mí, evitando que yo dijera la serie de insultos que ella se merecía, vi como la persona que había hablado pasaba por mi costado y se paraba frente a mí, era Romina.
Betty solo hizo una sonrisa falsa que más bien parecía una mueca, estaba que la llevaba el diablo.
- Gracias, Romina. – susurré bajando la mirada.
- Es una estúpida, no sé cómo Joel puede andar con ella. – me abrazó alborotando mi cabello.
- Es linda. – respondí.
- Tu eres guapo, Joel te lo dijo, ¿no es así?
- Lo hizo solo para hacerme sentir bien.
Pensé que las palabras de Beatriz no significarían nada, pero la verdad era que me habían hecho más daño de lo previsto.
- Nos vamos de esta fiesta. – dijo la chica tomándome de la muñeca llevándome a la entrada, pero antes de que pudiéramos salir, la puerta se abrió y con ella, se cerró mi oportunidad de huir.
Joel había llegado con su hermano. Zabdiel.
Todos miraron como babeando esa imagen de los hombres más guapos en esa fiesta o al menos eso pensaba yo. Zabdiel no estaba nada mal, pero mis ojos se fueron al rostro de Pimentel, que desprendía una luz, metafóricamente, claro.
- Erick. – susurró Joel acercándose a mí. - ¿A dónde ibas?
- ¿Ir? – pregunté. – A ningún lado México. Solo quería un poco de aire, ya estoy un poco ebrio.
- Pues ve a tomar todo el aire que necesites, porque la fiesta apenas está empezando.
Y si... Joel tenía razón apenas iniciaba.
Zabdiel, Romina, Beatriz, Joel y yo entramos a la cocina en donde tendríamos la privacidad suficiente para ponernos lo suficientemente ebrios.
Pasadas las 2:00 AM los invitados se habían ido, solo quedábamos las dos chicas, Zabdiel, Joel y yo.
Después de un rato de beber más alcohol, saqué mi celular para saber si no tenía llamadas de mi madre y checar la hora que era, ya era tarde, 3:13 AM, dejé el móvil en la mesa y continuamos bebiendo, contando locuras, de vez en cuando Betty me miraba con odio, que, si su mirada matara, yo ya estuviera más que eliminado de la tierra.
Después de unos tragos más ya no supe de mí.
"Colón"
"Colón" ¿Esa voz? Era la más hermosa voz que hubiese escuchado antes en mi vida, solo podía pertenecer a una persona. Pimentel.
- ¡Erick Colón! – gritó esta vez sacándome de mi cómodo sueño.
- ¿Qué carajo te pasa? – pregunté tallando mis ojos con los nudillos de mis puños.
- Despierta. – dijo Joel mientras reía. – todos se fueron, menos tú. – extendió su mano para ayudar a levantarme.
- ¿Qué hora es? – pregunté palmando en mi bolsillo para sacar mi celular. - ¿Mi celular? – pregunté entrando en pánico.
- ¿Dónde lo dejaste? – repreguntó Joel.
Mierda, mierda y más mierda, nadie podía ver los mensajes que tenía en ese celular.