NARRA ERICK COLÓN.
No siempre me sentí así, no siempre me atrajo sentimentalmente Joel, mi mejor amigo. Todo inicio las vacaciones de verano pasado. Habíamos viajado a Cuba para visitar a mis familiares por parte de mi madre. Y entonces lo conocí, con esos ojos marrones tan fuertes como el chocolate o ese cabello ondulado que por alguna razón me volvió loco desde el primer instante.
Por una extraña razón, lo supe desde que lo vi, supe que era gay, no pude evitar acercarme a él y preguntarle su nombre.
"Daniel" su voz varonil y encantadora pronunciar esa sola palabra.
Me había derretido en ese instante.
Me invitó a salir y en mi mente, mi Erick interior gritaba "No, no debes aceptar, es un chico, te está invitando a una cita" pero lo que salió de mis labios fue un "Si, estaría encantado"
Ese día llegaste puntual, ni un minuto tarde ni un minuto antes, tu puntualidad dio puntos extras.
Recuerdo su risa por la forma en que lo miraba mientras lamía ese helado de fresa. Recuerdo que me había llamado "Maleducado" por mirarlo extraño. Entonces me lo dijo "Soy gay", pero obviamente yo ya lo sabía y ni siquiera sabía la razón del porqué.
Me enseñaste todo lo que había de saber, me dijiste una serie de reglas que claramente habías quizá inventado para no salir lastimado.
Regla N° 1: *Y la más importante* Eres gay, tendrás amigos heterosexuales y ellos te verán como una tentación, ellos te verán como un "comodín" para cuando quieran experimentar. Tu jamás ayudarás a un amigo a descubrirse, la amistad, ante todo.
Regla N° 2: *La inquebrantable* Eres gay, y lo eres porque te gustan los hombres, los machos, no imitaciones de mujeres, no chicos afeminados, eres gay porque te gustan los chicos homosexuales que, a pesar de su orientación sexual, no olvidan lo que son: Hombres.
Regla N° 3: *Nunca debes olvidarla* Te gustarán chicos que no son homosexuales, por el simple hecho de que ves en ellos lo imposible, el fruto prohibido, sin embargo, no podrás jamás morder esa manzana, no podrás jamás beber de esa agua. Recuerda que, ante todo, tienes dignidad y es lo más preciado.
Después de darme sus reglas simplemente rio y me besó, me dijo que me ayudaría a descubrirme porque prácticamente no éramos amigos, apenas nos habíamos conocido.
Y lo hice, lo hicimos, me colocó de tantas maneras que me llevaron al borde de la locura y la tentación, lo puse de tantas maneras que me sorprendí lo experto que era en el sexo. Me dejó experimentar la versatilidad, me dijo que debía saber cuál sería mi rol. Gracias a él, aprendí lo que era en verdad. Soy un chico gay, y jamás me arrepentiré de serlo.
Sin embargo, cuando abordé ese avión de vuelta a México, me dijo una última cosa, una última regla, la cuarta regla.
Regla N°4: Se discreto. La sociedad no siempre acepta lo que eres, no te confundas, no por ocultar lo que eres significa que te avergüences de ello, significa que no es necesario comportarte diferente, no es necesario ser la putita del instituto. Habrá personas que sabrán tu pequeño secreto. Sin embargo, vive cada día como si no hubiera un mañana.
Se despidió de mi con un fuerte apretón de manos y me sonrió como nunca, pero yo lo sentí como siempre. Un apretón en mi estómago que me dejo con el ansia de más.
Regresé a México y me di cuenta que él tenía razón, su regla número tres, no podré comer todas las manzanas del árbol, habrá unas que ya han sido arrancadas por otra persona.
Y su nombre era, Joel Pimentel, pues resulta ser mi mejor amigo desde la infancia. Pero durante las vacaciones de verano, no fui el único que descubrió lo que debía ser de ahora en adelante. Joel inició su relación con Kelly Cooper. La chica popular de la universidad. Mi peor pesadilla, Joel al iniciar relación con ella, inició también su etapa de popularidad.
Nada cambió entre nosotros, pero si cambió mucho al entorno, ahora lo veían como la manzana podrida, una manzana mas que había caído del árbol antes de tiempo. Como todos los demás niños fresas.
Navidad, oh esa fecha que tanto disfrutaba en familia, pero ahora lo disfrutaba más que nada, desde mi última vez en Cuba, quería verlo, quería tocarlo nuevamente, Daniel.
Mi más grata sorpresa fue enterarme que había ido de intercambio a Inglaterra. Vaya decepción y orgullo a la vez. En su lugar, conocí a un chico llamado Rolando. Nada que ver con Daniel, claramente, este chico era todo lo que mi entrenador de las artes "Homosexuales" me había enseñado. Rolando vestía de rosa, su voz era chillona y no dejemos de lado su comportamiento. Daniel lo habría llamado "Imitación de mujer".
Durante mi estancia en Cuba, no dejó de molestarme, de alguna manera sabía lo que había pasado entre Daniel y yo, y eso me molestaba. Quería que yo me acostara con él. Pero no podía hacerlo, simplemente no era mi tipo de chico homosexual, no era muy de mi agrado.
- Mira Rolando. – hablé después de cinco minutos de haber llegado al parque. Hubo silencio incómodo, tendría que quitármelo de encima. – la verdad es que no eres tú. – me detuve al escuchar lo que yo mismo decía, era estúpido usar esa escapatoria. - ¿sabes qué? De ninguna manera soy yo, ¡Si eres tú! Soy gay porque me gustan los hombres, no chicos afeminados. A mí me gusta jugar el futbol y a ti jugar a la chica porrista, somos totalmente diferentes, lo siento.
Me puse de pie, sin permitirme escuchar lo que tenía que decirme, y me fui. ¿había sido grosero? Tal vez, pero era la verdad.
Regresé a México una vez más. A esa tortuosa realidad un chico homosexual enamorado de su mejor amigo "heterosexual".
Después del mensaje que Romina envió a Joel desde mi cuenta. No podía pensar en lo que Pimentel había contestado, claramente se sentiría incomodo, nuestra amistad terminaría, jamás tendría que enterarse de mi orientación sexual. Al fin y al cabo, tengo su amistad.