Situación de alto riesgo para el corazón

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No tengo vergüenza, de veras. Una disculpa por la tardanza, la Uni me descontroló todo, el evento que estuvimos organizando desde el semestre pasado también ocurrió (fue una semana de locos) y luego tuve un asunto familiar, pero ya estoy mejor, no en control de todo, pero mejor.

Bueno, les dejo este Shot nuevo, lo estuve haciendo por partes en vez de corrido, si tenía cinco minutos libres trataba de usarlos.

Unas notas preliminares: Ambos tienen 17 años aquí, es un Mundo Actual AU, La panadería San Juan está en la misma calle que la tienda de Antigüedades y artículos de colección del Abuelo de Kubo.

Creo que eso sería todo. Disfruten 😉


Leo se había concientizado, desde una muy temprana edad, que en la Panadería San Juan todos ayudaban a mantener el negocio corriendo, sobre todo durante las vacaciones, que era cuando él y Nando estaban libres de los deberes escolares. Desde que él tenía seis años, su abuela ya les enseñaba como preparar la masa para los distintos panes que vendían, también les mostraba la forma tradicional de hacer el chocolate caliente con el que, generalmente, los clientes acompañaban sus compras. Así, los niños ya empezaban a ayudar en el negocio que heredarían; ya fuera preparando masa, limpiando los estantes y las mesas que adornaban el espacio adyacente al área principal, la cual se habilitó para formar algo parecido a una cafetería dentro del mismo negocio, entregando pedidos, haciendo la mezcla de condimentos para el chocolate o atendiendo a los compradores, Doña Toñita ya los tenía activos en el legado familiar al mismo tiempo que les enseñaba sutilmente a tratar con la gente y llevar "el changarro". Y aunque en un principio esas lecciones habían tenido un sentido terapéutico para ambos, el hábito se había quedado con los dos jóvenes desde entonces.

̶ ¡Ahí te encargo, chisguete! ̶ el mayor dejando su mandil detrás de la registradora

̶ ¡¿Qué?! ¡Si aún no es medio día! ̶ el aludido salió de la cocina

̶ No, pero me tengo que arreglar para cuando llegue Teodora

De igual manera, Leo ya se había resignado a que su hermano le delegara sus turnos para dedicarse a la vagancia o al fino arte de tener una vida social. En cuanto tuvo la edad (y soltura de lengua suficiente) para atender en la recepción Nando aprovechó para dejar al menor a cargo en el frente y él se dedicaba a socializar libremente, ya después le agradecía tomando la tarea de entregar los pedidos a domicilio, especialmente los de la noche. Así, cuando el mayor había desaparecido por las escaleras que daban a la casa, el otro ya estaba poniéndose el mandil con un rodeo de ojos y un suspiro.

̶ ¡Ponte la camisa blanca, esa le gusta!

̶ ¡Gracias, hermanito!

Ya llevaba varios meses que su hermano le había echado el ojo a Teodora, la joven pelirroja era su amiga desde que se conocieron en la secundaria. Su hermano al fin se había fijado en ella cuando, durante el primer semestre de la preparatoria, alguien hiciera conocimiento público el tartamudeo de Leo cuando era niño y un chico se burlara de él mientras se encontraban en la cafetería. Nando se había parado para decirle unas cuantas cosas al hablador (porque el único que podía hacerle burla a su hermano era él), pero se quedó paralizado al momento que la chica volteó y golpeó con el puño al joven que reía a costa de su hermano. Tras ese incidente, en el que Leo se vio en la necesidad de detener físicamente a Teo para evitar que ella golpeara a todos los que se habían reído y Nando tuvo que usar verbo para que no suspendieran a la pelirroja, el mayor le tomó cariño. Cuando ese cariño se transformó en otra cosa el menor no sabía si llorar, porque esos dos juntos tenían municiones en su contra para la eternidad, o reír, porque él sabía que la joven veía a su hermano como a un héroe de telenovela desde que lo conoció.

Shots de Sake con LimónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora