Percy cerró la puerta de su cuarto justo después de que entré. Miré a mi alrededor, conocía bien esas paredes vacías o la ropa apilada dentro de su closet.
Conocía tan bien a Percy como para saber lo incómodo que estaba conmigo en estos momentos.
Sentía su mirada en mi espalda esperando a mis instrucciones, al siguiente paso. Sabía cual era a pesar de que tampoco me encontraba segura de hacerlo.
—Así que... —comenzó.
Yo giré mi cuerpo a él. Mis ojos estaban por los suelos.
Tal vez esta era una mala idea y no podía revertirla porque estaba en proceso. Pero debía detenerla, buscar una mejor estrategia...
—Hey, ¿no piensas hablarme? ¿Ahora tienes miedo? —mordí mi lengua con la esperanza de no recibir la atención mínima de Percy, que notara que me sentía arrepentida por lo que estaba por hacer, me abracé por el hombro y la cintura.
No lo pensé bien.
Recordé esa noche. Recordé mis jadeos y el dolor. Cómo me vi tan débil hasta dejarme indefensa ante alguien más. Recordé el olor de la sangre y el sudor impregnados en mi piel.
No quería hacerlo.
Sin darme cuenta, un par de manos me sostenían por la cintura en dirección a él. Apartaba el concacto visual sin importar qué tan cerca estuviéramos el uno del otro.
—¿Qué sucede? —preguntó suave.
—No te obligaré —contesté avergonzada—. No quieres y respeto tu decisión. Será otra noche, de alguna u otra manera lograremos salir de aquí.
Percy sólo nos guió hasta su escritorio y apoyarse contra él, sin dejar de verme en silencio.
Me miraba desde la oscuridad y aún así apreciaba todos los detalles de mi rostro. Alzó su mano a mi barbilla y levantó mi cara hacia la suya. No podía sostenerle la mirada al principio hasta que me armé de valor y lo miré. Su mirada verde nunca se había visto tan oscura.
—Creo que no eres tan lista como pareces ser — soltó de la nada.
No como un comentario ofensivo, sino como una notificación que confunde. Percy alejó su mano de mi barbilla al ver que ya tenía mi mirada fija en él.
Nos miramos.
Yo a él.
Él a mí.
Nuestro silencio y suave tacto nos conectaba.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Sufriste una violación —dijo fuerte y claro. Era palabras hechas de verdad—. Lo que menos quiero es herirte, por eso yo me negué con un sobre esfuerzo humano a ti, a tu cuerpo. A pertenercerte como tú a mí.
—No me herirás.
—Eso no lo sabes —dijo en un gruñido.
Su mirada se posó en alguna parte de mi hombro, como si no tuviera más remedio que vivir con una carga que no le correspondía.
Enrrosqué mis dedos con su cabello en la parte posterior de su nuca. Su mirada volvió a la mía.
—Entonces vayamos por esas herramientas y después... —Me clavé entre el espacio de sus piernas, pegando nuestros sexos, activando los sentidos de Percy y apretando el agarre contra mi cadera como efecto colateral. Percy soltó un bufido, conteniendo su cuerpo de llevarme a su cama. Lo miré a centímetros de distancia, sólo podía sentir su respiración contra mis mejillas y ver sus ojos verdes. Acorté el espacio entre nuestros labios. Fue un beso desesperado, buscando tomar el control sobre el otro, deseando detener el tiempo y dejar de lado nuestra misión. Su lengua se movía a un ritmo acelerado con la mía, sus labios me poseían con facilidad. Me alejé un poco hasta mirarnos de muy cerca y poner acabar con las mejillas rojas la frase:— finjamos un poco.
Percy sonrió a la mitad del acto antes de volver a pegar sus labios a los míos y tomarme por los muslos. Me alzó sobre sus brazos y con medio giro me depositó en el escritorio. Me enrrollaba en su cintura y me aferraba a su cabello sin perder ningún centímetro de separación entre nuestros cuerpos.
Pude sentir con certeza que era un calor de infierno en ese instante. Y juraba que lanzaría lo más lejos posible el primer extintor que me encontrara.
Aferré mis brazos a su cuello, acercándonos aún más. Apenas podía respirar por lo agitada que estaba. Tiraba del cabello de Percy como un pequeño juego, sacando jadeos sobre sus labios. Le encantaba tenerme allí: siendo suya.
No esperó a mucho antes de que separarse de mis labios para bajar a mi barbilla entre besos y unirse a mi cuello. Mordía suave mi piel, besaba feroz mis clavículas y marcaba mi piel con chupetones, sus manos acariciaban mi espalda por debajo de mi blusa.
—Percy... —gemí. Él me mantuvo cautiva entre sus brazos. Con los ojos entrecerrados, miré la cámara, estaba fija sobre nosotros como un imán, grabando el video de nuestro intenso encuentro. Ese era el plan.
Armar una escenografía normal antes de media noche para poder ir por las herramientas, esconderlas, volver para seguir actuando y no descubriera nada.
Vaya que se lo estaba creyendo la persona tras la cámara.De un segundo a otro, el foco rojo de grabado se apagó como todos los ruidos de la ventilación y electricidad.
Era media noche.
El plan estaba por comenzar y los cinco minutos estaban en cuenta regresiva.
—Percy —esta vez le hablé lo más firme que pude, pero mi voz temblaba. Era normal cuando tenías a Percy encima tuyo besándote como si no hubiera un mañana.
Me separé de sus labios. Tuve que enmarcar su cara para verlo a los ojos y respirar jadeantes.
—Es momento —dije y noté en su expresión que no le hacía mucha gracias—. Tenemos que ir.
Él asintió antes de retroceder unos pasos para dejarme pisar suelo firme. Por unos segundos nos quedamos atontados en nuestros lugares, rememorando la conciencia a los segundos. Las caricias. Los besos. Nuestros jadeos.
Percy me hizo volver al presente cuando abrió la puerta de su cuarto y me cedió con una sonrisa el paso.
—Hora del show.
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DOLLS
FanfictionAtrapados en una casa de plástico, obligados a jugar sus reglas. A lo único que esperan es a que huir de ese infierno. Historia mía (a partir de una chispa de inspiración). Personajes del tío Rick Riordan. Se niega la copia de esta obra. Fabulosa po...