Pobres los dos

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Habrá salseo por los haters conservadores y vaya que lo habrá.

*Val le da un sorbo a su copa de vino y suspira*

Bring it on.

~V.

*

Hubiese deseado dormir por el resto de mi vida. Pero incluso había noches que el dolor físico me despertaba en enormes contracciones.
Las enfermeras me atendían con sedantes tan potentes hasta dormirme por días.

No sabía cuándo despertaba o soñaba. Siempre moribunda y escuchando ese incesante sonido en mi cabeza. Con tiempo fui mejorando y siendo tratada en —lo que suponía— un hospital.

Pasaba la mayor parte de los días dormida, pero esta tarde estaba despierta cuando recibí una visita. Estaba adolorida del cuerpo, tendida bajo una sabana blanca y una cobija gris.

Por la puerta entraron cuatro personas.

—Tuvimos suerte —dijo Matthew saltando encima de mis piernas en la camilla que me encontraba—, la única manera de meter pizza sin sospechas fue embarrando salsa de tomate en la cara de Bobby.

Sonreí sin evitarlo aunque era incómodo por la cánula de oxígeno nasal.

—No me arrepiento de nada —concluyó limpiando su cara con las manos y chupando sus dedos.

Todos reímos. Mientras comía me contaban todo lo que me perdí en los últimos meses.

Casi dos semanas desde que nos encontraron. Casi dos semanas en la que el mundo volvió a saber de nosotros. Y a pesar de haber dormido demasiado en los últimos días me sentía más viva. Conciente de mi propio cuerpo. Libre de ese mosntruo.

—¿Sabes dónde está? —pregunté por lo bajo a mi padre, que yacía cerca de mí junto a todos los aparatos médicos monitoreando mi salud—. Dime que has hablado con ella.

Mi padre suspiró si fuerza.

—Tu madre sabe que estás sana y salva, vendrá en unos días.

Asentí en silencio pensando en mi madre. Tenía mucho tiempo sin verla ni siquiera por videollamada, y la peor forma de volver a encontrarla fue un ese video en medio del colapse de la Casa de muñecas.

Sentí escalofríos al recordar ese lugar. Era de admitir que estaba curiosa. ¿Qué hicieron con el lugar? ¿Lo habían encontrado? ¿Detuvieron a ese hombre? ¿O acaso lo maté?

El dolor de cabeza se hizo más agudo, mostré una mueca de dolor.

Mi padre estuvo conmigo toda la tarde al igual que Matthew y Bobby, incluso mi madrastra fue a visitarme. Tenía muchos ánimos, me decía lo hermosa que me veía aunque estuviera hecha huesos. Sin embargo, lo más impresionante eran sus ojos a punto de llorar.

—¿Qué sucede? —le pregunté desde mi ignorancia, su respuesta fue desbordar en lágrimas. Algo estaba realmente mal.

—Annabeth... ¿No lo recuerdas?

Giré a mi padre que se encontraba igual de enfocado en mí que mi madrastra. Sus miradas me presionaban la garganta al punto de no poder respirar bien. La oscuridad aún me perseguía a pesar de estar fuera de ese lugar, lejos de él, sin alcance de su sórdido tacto.

Mi madrastra se llevó a Matthew y a Bobby dos segundos después diciendo que me visitarían el próximo fin de semana si no había ningún inconveniente.

—Llamaré al doctor Dent —añadió antes de despedirse y salir por la puerta, dejándonos solos a mi padre y a mí.

La tensión era tan tangible que podía cortarse con tijeras. Mi papá se tambaleó hasta llegar unto a mí. Se veía pálido, tenso, muy atosigado por lo que sucedía.

DOLLSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora