Era imposible no pensarlo, menos cuando te lo recordaba a cada segundo que podía con este estúpido aniversario.
Cuatro meses.
Un aproximado de ciento veinte días en este encierro.
Me revolví incómoda en mis sábanas, los párpados me pesaban apesar de ya no tener sueño. Aún cuando desperté me sentía adormecida. Esa sensación era muy común cada vez al despertar y significaba una sola palabra: sedantes.
Era una vieja costumbre de nuestro secuestrador hacer eso. Sedarnos durante la noche con el propósito de que el entrara y dejara sorpresas. Que a menudo resultaban no ser tan gratas.
Pero esta vez fue la excepción.
Mi conciencia volvió en su totalidad cuando estuve parada frente a un par de estatuas como maniquíes, pero no eran como los de antes. Estos si eran maniquíes normales y estaban cubiertos por una ligera tela negra.
Miré a la cámara pidiendo permiso. Y sin la necesidad de decir una sola palabra sonó un timbre. Podía continuar.
Deslicé la cubierta de ambos maniquíes para ver mi regalo. Un par de vestidos.
Ambos totalmente distintos y lindos. Pero mi secuestrador era tan discreto que podía jurar cuál iba a ponerme sólo por complacerlo. Por no sufrir. Por no tener otro castigo.
Uno rojo vivo y otro azul marino.
Con el mayor cuidado posible quité del maniquí el vestido rojo y tratando de esconderme de la cámara en un rincón me cambié la pijama. Cerré el disimulado cierre, ajustando sin problemas el vestido.
Caminé hasta el espejo y miré mi reflejo.
Allí estaba yo. Los vestigios de Annabeth Chase.
Era todo un embrollo empezando por mi cabello corto, rizado y totalmente revuelto. Mi cara llena de ojeras y cansacio extremo. Mis brazos esqueléticos.
La garganta se me secó en un paprpadeo. Mis manos temblaban tocando la piel de mi pecho. Recorrí mi cuerpo.¿Tan profundas eran mis clavículas? ¿Tan delgadas eran mis piernas?
Lo que veía en el espejo me daba asco.
Entorné los ojos un poco a la derecha y vi en la parte de atrás de mi habitación a Jason en la puerta como si lo hubiera pillado haciendo un allanamiento. Apenada, limpié las lágrimas de mis mejillas y giré hacia él.
—Jason, no te escuché.
—Sí, yo... no quería molestar —hizo un gran intento por no mostrar esa mueca que hacía al ver algo desagradable. Lo conocía tan bien.
Era mi amigo y no le gustaba verme así.
—Quería saber... —levantó las manos y una con dos corbatas, una roja y la otra plateada. Al parecer él también recibió una sorpresa—. ¿Cuál le gustaría a Piper?
Miré ambas opciones tratando de concentrarme en darle la respuesta más certera para no pensar en el incómodo momento de hace un instante.
—La roja —dije—, definitivamente la roja.
—También diría lo mismo de Percy, le gustaría verte en el vestido rojo —trató de subirme los ánimos. Después le echó un vistazo al otro vestido—, pero, conociéndolo preferirá el azul.
Miramos juntos al vestido que aguardaba en el maniquí.
Bufé una risa. Sí, era seguro que Percy elegiría ese vestido.—¿Por qué no le preguntas? Está en su cuarto.
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DOLLS
FanficAtrapados en una casa de plástico, obligados a jugar sus reglas. A lo único que esperan es a que huir de ese infierno. Historia mía (a partir de una chispa de inspiración). Personajes del tío Rick Riordan. Se niega la copia de esta obra. Fabulosa po...