Nivel 01

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Sus ojos se abrieron con pesadez, y un intenso frío golpeó su piel provocando que se estremeciera. Tosió sintiendo como sus pulmones liberaban una gran cantidad de agua, y se sentó escupiendo. Agitó su cabeza intentando recuperar su consciencia, e inspiró una bocanada de aire, el aroma era delicioso y fresco.

Una sensación de húmeda y fría gobernó sus pies, avanzó hasta llegar a sus muslos y después retrocedió dejando aun mas helada su piel con su ausencia. Confundida, abrió sus ojos. Frente a ella, hundido en un obscuro color azul marino mezclado con negro, yacía el mar y la noche. Ambas casi perdidas y aisladas en la soledad.

Desconcertada cerró su puño, sus dedos capturaron una gran cantidad de una áspera pero a su vez suave arena. De nuevo miró al frente, observando el reflejo de la luna en el agua, y se sintió tranquila con el suave sonido de la marea.

Intentó recordar, ¿cómo había llegado ahí? Sus últimas memorias la transportaban a su casa, en un punto antes de marcharse a dormir tras haber retocado el esmalte de sus uñas. Azul marino. El mismo color del mar era el del esmalte que había usado. Así que miró sus manos. Era verdad, sus uñas estaban pintadas de ese color, y había sido recientemente retocado, pues aun se percibía el distintivo olor a esmalte en ellas.

Consciente que sus recuerdos eran un hecho, se sorprendió al verse a si misma portando otra ropa que no recordaba era su pijama. Vestía con una especie de vestido, azul, en un tono mas claro que el azul que tenía enfrente, pues era un color vivo, y no muerto, como el azul del mar.

Sus piernas temblaban, no lograba distinguir si se debía al frío que hacía, o al miedo que tenía. Su mirada, en muestra de paranoia, giraba de un lado a otro en busca de alguien, no quería ayuda, solo miedo. No sabia donde estaba y eso provocaba que su piel se estremeciera.

La neblina cubría la entrada y salida del puente donde se encontraba, y no le permitía ver mas allá. Solo sabia eso: que estaba en un puente, un puente rojo sin una aparente entrada o salida, pues una espesa neblina obstruía cualquier extremos por donde hubiese escapatoria, si es que siquiera había.

Con sus piernas temblorosas se colocó de pie, y entre sus recuerdos intentó buscar cualquier cosa que le pudiera ser de ayuda, algo que le dijera donde estaba o qué hacía ahí. Pero nada. Lo último que recordaba era estar dando un corto paseo entre la nieve, mientras buscaba el lugar indicado para disfrutar de un libro. Pero de pronto, como si perdiera conciencia o hubieran borrado su memoria, se despertó ahí.

Además, no portaba en sus manos el famoso libro, el cual siempre, tratase de cual se tratase, los cuidaba como su alma; pero en su defensa, ni siquiera iba vestida como lo recordaba. ¿A donde se habían ido su libro y su abrigada ropa? ¿Y en que momento habían sido reemplazados por un raro atuendo? Su mente estaba hecha un lío, cosa a la que ella nunca estaba acostumbrada. Y aquel puente empezaba a atormentarla, tanto, que incluso creía que terminaría odiando el color rojo.

Su respiración estaba agitada, y la obscuridad no le permitían observar con claridad su camino. Se detuvo y recargó su cuerpo en unos troncos retomando aire, y segundos después, ignorando un fuerte mareo, continuó caminando.

Aunque su andar era más parecido a un rápido trote en desesperación que a una caminata.

Pero a donde se dirigiese, todo lucia aparentemente igual. Y eso no le sorprendía, se encontraba perdida y rodeada de árboles, árboles grandes y llenos de hojas, hojas color verde obscuro. Estaba en un bosque, y la noche no pretendía jugar a favor. Aparentemente, era imposible que lograra salir de ahí sin ayuda, por ello, prefirió hacer en lo que era la mejor: correr. No iba a quedarse quieta y ser presa fácil, iba a rendir pelea.

The Townsville game | PPGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora