"corre, corre, corre, no te detengas, no puedes mirar hacia atrás –repito lo mismo una y otra vez en mi cabeza, intentando concentrarme en esas simples órdenes y así no pensar en la culpa, el dolor y la frustración por seguir adelante, por querer vivir, por no ser lo suficientemente valiente para retroceder y morir junto a los que amo, por repetirme una y otra vez que esto es lo que ellos quieren, de que solo lo hago por ellos, no porque sea un egoísta y cobarde que no se quiere enfrentar a la realidad... "
Me despierto sobresaltado, empapado en sudor, enredado en las cobijas y con un grito atascado en mi garganta. De inmediato dejo la cama, aún sintiendo el regusto amargo del miedo y el putrefacto olor de la muerte como si saliera de cada rincón de mi pequeña habitación. Me pongo a hacer ejercicio para alejar el molesto entumecimiento de mis músculos y, a la vez, intentar organizar los dispersos recuerdos y sentimientos que siempre evoca este día. Después de quince minutos de mi rutina habitual: flexiones de pecho, abdominales, barras, salto de cuerda y otras cosas más. Me desvisto y voy al baño, necesito una larga y reparadora ducha de agua fría. Dejo que el agua corra por mi cuerpo por un largo tiempo en el que reviso y guardo cuidadosamente cada recuerdo de ese maldito y fatídico día en el que perdí todo. Hoy es el único día en que permito que los recuerdos me invadan, ya que así encuentro la fuerza suficiente para sobrevivir y cumplir con mi objetivo; la venganza. Encierro todos mis recuerdos en los escudos psíquicos más poderosos, para que nadie, ni siquiera mi subconsciente, pueda sacarlos a la superficie. Después de haberme desprendido del sudor y los últimos vestigios de mi pasado, salgo de la ducha, totalmente desnudo, y me acuesto en la cama para pensar lo que tengo por delante: hoy tenemos la ceremonia de asignaciones, y dentro de dos semanas nos enviarán a un clan para continuar con el entrenamiento y participaremos en misiones, todo en grupos de tres personas.
Escucho ruido y sé que es hora de levantarme para el entrenamiento matutino. Voy y abro el armario para ver solo ropa deportiva, sencilla y con poca variación de colores; escojo una camisa roja sin estampados, una sudadera negra y unas zapatillas del mismo color. Me dirijo hacia la puerta pero me detengo en el umbral para repasar mi habitación: no es muy grande, tiene un baño privado, un pequeño armario, un escritorio, una cama para una persona, dos sillas de madera y una pequeña ventana que ilumina lo suficiente; sí, todo en orden, bueno, excepto por el hecho de que es totalmente impersonal, no hay posters, libros, fotos, ni nada que indique que hay alguien viviendo allí, pero sé que no debo dejar ningún rastro en caso de que se dé el peor de los escenarios posibles para los que estoy preparado; que descubran mi verdadera identidad. Y sí, ahora considero muchos escenarios y posibilidades distintas a diario, estoy totalmente alerta a todo lo que pasa y lo que puede pasar, es lo que debo hacer, y lo aprendí de la peor forma posible.
***
Salgo de la habitación y no me sorprende que al momento se abran las dos puertas del frente de mi habitación de las que salen dos adolescentes: una chica y un chico. La chica se llama Katlin Healer, tiene diecisiete años, mide un metro con setenta y tres centímetros, cabello rubio que va desde el caoba hasta un rubio cenizo y que le llega hasta la parte baja de la espalda, un cuerpo con curvas muy bien formadas por todo el entrenamiento, piel blanca y unos ojos verde musgo muy poco común. Por otro lado el chico es Charlie Thonk, también de diecisiete años, cabello cobre con tonos rojizos, complexión atlética, mide un metro con setenta y cinco, piel dorada por todo el tiempo al aire libre y unos ojos azules zafiro muy oscuros; estos dos adolescentes, por los cuales muchos se derriten al verlos, son lo que la mayoría considera mis mejores amigos, una médica psíquica y un telépata, ambos con un gran CP (Coeficiente Psíquico) en la escala de medidas y con habilidades fuera de lo común. El primero en hablar, como no, es Charlie:
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Eterna Venganza
FantasyEn un mundo donde existen los poderes psíquicos, Cristopher es un chico de 17 años que solo vive para una cosa; la venganza. Cristopher buscará su venganza a toda costa, nadie conoce quién es realmente, pero al ser el mejor, a nadie le importa. Luch...