Capítulo 8 Elizabeth

9 3 0
                                    

- Ya te dije que no soy ninguna niña –grito con toda mi furia- he asistido a todas mis lecciones y no me he perdido ningún entrenamiento, además he ido a cumplir con mis castigo como querías. No tienes de que quejarte y si quiero estar despierta toda la noche es mi problema.

Mi tío va a responder, estoy segura de que lo hará con un comentario nada agradable, pero los pasos de alguien acercándose lo interrumpe. No sé qué clase de estúpido se atreve a acercarse a mi tío cuando está así de enfadado, es obvio que se desquitará con quien quiera que sea. Busco con mi mirada al estúpido... y no es otro que el estúpido de Cristopher, debí imaginármelo.

- Señor, buenas noches –dice con un tono de voz falsamente agradable- disculpe por interrumpir, pero tengo algo urgente que hacer con Elizabeth.

Eso me deja totalmente descolocada, no tengo nada que hacer cerca de él, no nos aguantamos. ¿Está intentando rescatarme del sermón?

- Usted sabe cómo es ella y otra vez olvidó que había algo con lo que debía ayudarme –continúa él con su historia- pero no se preocupe que nosotros lo solucionamos –agrega rápidamente antes de que mi tío empiece a gritar de nuevo.

- Está bien –contesta mi tío intentando ocultar su frustración y rabia, por no poder seguir gritándome me imagino- espero que no sea nada grave lo que hayas olvidado, y esta conversación no se ha terminado.

Sin darme tiempo a responder gira sobre sus talones y se va furioso hacia su oficina. Miro a Cristopher y no sé qué decir, no tenía por qué ayudarme.

- Eh... gracias –farfullo en voz baja y me doy la vuelta para irme.

No quiero estar cerca de él. Desde el día en que vio que me derrumbé por la muerte de la señora Anna, me siento incómoda con él. Nunca me vio llorar ni nada, pero sé que se dio cuenta de lo mal que lo pasé, además ese día me pareció ver su aura y era de un color peculiar, aparte de que no debería haber sobrevivido a la explosión psíquica que lancé, pero no me he atrevido a preguntarle cómo lo hizo.

- Espera –dice y lo escucho, ¿titubear?, él nunca titubea, siempre muestra una seguridad y soberbia irritantes. Es tan extraño y sorprendente que, sin darme cuenta, me detengo.

- Necesito hablar contigo –dice a continuación con un tono de voz extraño, tal vez un poco lúgubre.

- ¿De qué? –pregunto bastante confundida- nosotros no nos soportamos, no tenemos nada de que hablar.

- Pues...

No llega a terminar porque en ese momento lo llama Charlie interrumpiéndolo.

- ¿Te quedas o te vas Cristopher?

- Espérame aquí –me dice antes de correr hacia Charlie.

Y, por supuesto, no le hago caso. Apenas empieza a correr yo ya me di la vuelta y sigo mi camino, no tengo porque obedecerle ni nada, aunque debo aceptar que siento curiosidad. Nosotros nunca hablamos como personas decentes ni nada, en el mejor de los casos aguantamos nuestra presencia sin decir nada. Me dirijo hacia mi habitación pero a mitad de camino me arrepiento y voy hacia la brecha del muro. Nadie se enteró de que este agujero en el muro existía, la única que lo sabe soy yo. Así que me dirijo al bosque a mi lugar secreto, necesito descansar y olvidarme de todo... aunque solo sea por unos cuantos minutos.

***

Salgo rápidamente por la brecha del muro y me escabullo por las sombras para que ningún guardia me vea. Trato de pasar totalmente inadvertida así que camino en silencio y fijándome en todo, la ventaja que tengo es que he hecho esto miles de veces y es muchísimo más sencillo si es de noche. Después de caminar durante unos diez minutos por fin llego a mi lugar secreto, para mí es el paraíso y no sé lo que haría si no lo tuviera. Siempre que me siento frustrada o que siento que es demasiado para soportar, vengo aquí. Aquí puedo desahogarme sin preocuparme por nadie, puedo ser la persona que realmente soy; sin fingir fortaleza, sin tener que ocultar mis debilidades... simplemente ser yo.

Eterna VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora