Amelia 3

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> Me tomé mi tiempo al analizar su Perfecto rostro. Sus largas pestañas son envidiables para cualquier mujer ya que estas tocan levemente sus pómulos al mantener cerrados sus ojos. Tiene lunares casi invisibles dispersos por varias partes, quizá solo he sido yo la única que a notado el pequeño punto escondido en su pómulo derecho, sus labios entreabiertos y su respiración es lenta y relajada. Está en un profundo sueño hace ya bastante tiempo, su nariz pequeña y respingado se arruga un poco al sentir mi tacto acariciando el puente de esta misma, mi dedo índice viaja hasta llegar a su cabello pero vuelve a bajar lento hasta llegar a sus labios otra vez. Jamás lo había visto tan tranquilo y con tanta paz, él siempre está corriendo para todos lados o riendo exageradamente. Esta es la primera vez que estoy tan cerca de su rostro, no me costaría nada acercarme unos cuantos centímetros más y dejar un beso sobre sus labios y es por eso que me quedo observándolos ¿Cuantos labios habrá probado? ¿Quien será la chica que acelere su corazón al punto de querer besarla? Sus labios rojos e humectados son únicos, pareciera como si se hubiera puesto algún labial a propósito para que se le vieran así pero no, desde que lo conozco siempre a tenido sus bellos labios así. Tengo la tentación de acercarme para poder sentir sus labios sobre los míos por un corto Segundo pero no lo hago al darme cuenta que sus labios se han curvado hacia arriba en una sonrisa. Tengo que estarme viendo muy psicópata mirándolo tanto.

- Aún es de madrugada, ya duérmete - él pone una mano sobre la mía sin abrir sus ojos. - Soy irresistible, lo sé pero mañana puedes seguir observándome.

Al sentir mis mejillas contraídas y mis pómulos más arriba de lo normal me doy cuenta de que su voz adormilada me ha hecho sonreír inconscientemente.

Cierro mis ojos conciliando el sueño por fin.<

Mis ojos se abren abruptamente al darme cuenta de el sueño que he tenido otra vez, llevo días soñando lo mismo, las mismas palabras en mi cabeza, las mismas escenas, las mismas descripciones hacia el chico pero cada vez que intento recordar su cara no puedo, es como si yo supiera quien es pero luego al despertar ya no puedo recordar su rostro. La luz del día comienza a hacerse cada vez más clara a medida que miro a mi alrededor, hoy es día domingo y deben ser al menos las diez de la mañana, me estiro hasta la mesita de noche que tengo a un lado de mi cama para poder alcanzar mi móvil y así comprobar la hora y efectivamente son las 10 con 32 minutos de la mañana. Me levanto perezosamente de la cama y arrastrando los pies me adentro en el baño personal de mi habitación, no tengo ganas de levantarme pero estar acostada tanto tiempo hace que me duelan las caderas cuando es mitad del día es por eso que comienzo a lavar mis dientes como si fuera el trabajo más agotador del mundo, sí, soy una exagerada, ya lo sé.

Termino de enjuagar mi boca y voy a vestirme para luego bajar las escaleras y encontrar a mis padres desayunando, mi papá sostiene un diario en sus manos como cada mañana del día domingo, mamá está bebiendo un café mientras mira una revista para decoraciones de interiores pero ambos dejan sus cosas al verme entrar por la puerta de la cocina.

hago una asentimiento con mi cabeza como saludo.

- Buenos días - dicen al unisono mis progenitores.

¿No les a pasado que hay veces que tienen tanto sueño que ni siquiera su mandíbula tienen ganas de utilizar? Bueno es en estos momentos eso es lo que me pasa a mi, el problema está en que mi alimentación debe ser tan balanceada por culpa de mi terrible enfermedad que mis padres jamás me permitirían no tomar mi desayuno como corresponde. Mamá se pone pie.

- Lia, tomaste tu medicamento al levantarte? - ella se dirige al refrigerador para comenzar a sacar mi, ya listo, desayuno.

niego con mi cabeza y tomo asiento al lado derecho de mi papá. Mamá me mira con su entrecejo fruncido.

Ultimas palabras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora