Capítulo 1

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Hotel The Peninsula Beverly Villa, Jueves 28 de Septiembre, 21:43pm.
-¡Lovato! -una periodista se lanzó hacia Demi, micrófono en mano en cuanto se abrieron las puertas del ascensor-.
-Cuéntenos cómo ha sido quedarse atrapada en un ascensor durante dos horas con su ex pareja, Wilmer Valderrama.

-Sin comentarios -contestó Wilmer por ella, tomando su brazo para sacarla del círculo de reporteros.

-¿Señorita Lovato? -el micrófono de nuevo se dirigió hacia Demi-. ¿Es cierto que rompió su compromiso con Wilmer Valderrama para proseguir su carrera como actriz?

-Por favor, deje de molestar -replicó Wilmer, enfadado-. No tenemos nada que decir.

-La conferencia que ha dado esta tarde era muy interesante, Demi -insistió la reportera-. ¿Tiene algo que añadir?

-Yo... -Demi abrió la boca para contestar, pero Wilmer tiraba de ella hacia la puerta que llevaba a la escalera-.

-¿A dónde vamos?- preguntó ella.

-A mi habitación, a tomar esa copa que te prometí hace dos horas -contestó él-. Yo diría que nos hace falta. A los dos.

Demi estaba de acuerdo, aunque no lo dijo en voz alta.

-Bonita suite -murmuró después, viendo la hermosa vista-. Tú siempre has querido lo mejor.

Wilmer clavó en ella sus ojos marrones.

-¿Te molesta?- comentó.

-No, a menos que otra persona tenga que pagar por ello.

-La habitación está pagada.

-No me refería a eso y tú lo sabes.

-Mira, Demi, vamos a dejar el tema feminista por un rato. Te he pedido que subieras a mi habitación para tomar una copa, no para dejar que intentes castrarme.

Ella hizo un gesto de indignación.

-¿Por qué cuando se trata del tema de la igualdad de sexos los hombres siempre piensan que las mujeres intentan castrarlos?

-Ya te he dicho que no quería hablar de eso.

-No, claro. En la cumbre se está demasiado cómodo y no te apetece hacer sitio para nadie más.
Wilmer dejó escapar un suspiro.

-¿Qué quieres tomar? -preguntó, volviéndose hacia el bar.

De nuevo, Demi tuvo que hacer un esfuerzo para contener su indignación. Tratarla como si fuera una niña obstinada era algo que su ex  había perfeccionado durante sus seis años de relación. Y seguía sacándola de quicio.

-No quiero tomar nada.

-Muy bien. ¿Quieres ir al baño? Es esa puerta.

Demi se dio la vuelta y entró en el cuarto de baño, intentando no mirar la cama que ocupaba la mitad de la suite. Una vez allí, se tomó su tiempo, lavándose las manos y peinándose un poco el rizado pelo castaño. Pero, por mucho que lo intentase, no podía borrar el nerviosismo, la expresión agitada que reflejaba el espejo.
Quedarse atrapada en un ascensor con el hombre del que había terminado hace tres años antes no era muy recomendable, pensó, irónica. Le había molestado saber que Wilmer acudiría a la conferencia sobre derecho de familia, que estaría observándola, escuchándola... odiándola.

Respirando profundamente, salió del baño y volvió a enfrentarse con su ex.

-¿Has cambiado de opinión sobre la copa?

-Sí, tomaré un vaso de agua.

Demi lo observó sacar una botella de agua mineral de la nevera y echar hielos en un vaso.

Después, lo estudió por encima del vaso. No había cambiado mucho en esos tres años. Las mismas facciones atractivas, el mismo pelo negro... aunque tenía algunas canas en las sienes.
A los treinta y ocho años, seguía manteniéndose en forma: el estómago plano, los bíceps marcados. Estaba moreno, a pesar del frío invierno. Su ropa era siempre de la mejor calidad y, con la camisa de seda italiana remangada hasta el codo, mostraba unos antebrazos fuertes y cubiertos de vello oscuro.
Era el epítome del hombre de éxito. El poder, el dinero y los privilegios eran algo que Wilmer Valderrama daba por sentado.  Con Wilmer Valderrama de tu lado, no era necesario nada más. Era un experto y muchos de sus colegas se lo pensaban dos veces antes de actuar como contrario.

Demi lo miró y tuvo que tragar saliva. Había visto cada milímetro de ese cuerpo de metro noventa, lo había visto en momentos de pasión, en momentos de enfado, en momentos de ternura... Habían compartido tantas cosas, pero, al final, no fue suficiente.

-Siéntate. Y, por favor, deja de mirarme con esa cara de enfado.

-No estoy enfadada.

-Sí lo estás. Me miras con la cara de
«todos los hombres son unos cerdos» .

-No seas ridículo -replicó ella, dejándose caer en el sofá.

-¿Lo ves? Ya estás enfadada.

Demi tuvo que sonreír.

-No hay quien te aguante.

Wilmer la miró entonces, pensativo.

-Se me había olvidado lo guapa que eres cuando sonríes.

Demi apartó la mirada. No quería oír esas cosas...

-Mírame, Demetria.

Ella levantó la mirada y se le encogió el corazón al pensar que no volvería a ver esos ojos marrones.
Wilmer le había prometido que si tomaban una copa no volvería a ponerse en contacto con ella nunca más...
Aquél era el telón final para su turbulenta relación.

En la cama de su ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora