Capitulo 3

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Tres meses después...
Demi miraba las rayitas rosas con expresión aterrorizada.

-¡Dios mío, no puede ser! -murmuró, agarrándose al lavabo.
Embarazada.
De Wilmer.

Abrió los ojos para mirar la prueba de nuevo, pero allí estaban, las rayitas rosas.
Consiguió llegar hasta su dormitorio como pudo, temblando, helada de frío.
Debía ser un error.
Tenía que ser un error.
Sólo habían estado juntos esa vez, en el hotel de Sidney en el que dio la conferencia. Y estaba segura de que era un momento seguro del mes... aunque, si era sincera consigo misma, ni había pensado en ello en aquel momento.
Rabiosa, golpeó la almohada con el puño, mordiéndose los labios.
Había salido de la habitación jurándose a sí misma que jamás volvería a verlo... sin imaginar que aquello podría pasar. Sin imaginar que un loco momento de pasión podría poner su vida patas arriba.
No se lo diría.
Pero, ¿y si se enteraba? El papá de Wilmer era uno de los abogados más famosos de Sidney y estaba segura de que la demandaría si era necesario.
Muy bien, tendría que decírselo. Era su obligación decírselo.
Sí, como si él fuera a aceptar la noticia encantado...

-Dios mío -murmuró-. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo.

De repente, las náuseas la obligaron a levantarse de la cama... y apenas tuvo tiempo de llegar al baño.
Cuando se miró al espejo, se quedó horrorizada al ver su palidez y la expresión de miedo que había en sus ojos de color caramelo.

Demi tardó veintisiete días más en reunir coraje para hacer lo que tenía que hacer. Mientras subía a la oficina de Wilmer, se llevó una mano al abdomen, como para darse valor. No había llamado para decirle que iba a verlo porque sabía que le habría dado la noticia por teléfono. Pero no, tenía que hacerlo cara a cara.

-El señor Wilmer está en junta y no volverá hasta las cuatro -le dijo su secretaria.

Tres horas. No podía esperar allí tres horas. Pero si se marchaba quizá no encontraría valor para volver.

-¿Su nombre, por favor?

-Dem -contestó ella.

-¿Dem? -preguntó la secretaria, levantando una ceja.

-Si, Dem... no se preocupe, él sabe quién soy.
Wilmer era la única persona que la llamaba Dem.

-¿Quiere tomar algo? El señor Wilmer suele volver antes de lo previsto cuando las cosas le van bien. Puede que no tenga que esperar tanto, señorita.. ¿Apellido?.

A Wilmer Valderrama las cosas siempre le iban bien.

-Lovato.

-Señorita Lovato -corrigió la secretaria-.

-No, gracias. Y es señora, no señorita.

-Ah, sí, claro, perdone.

Antes de que Demi pudiera preguntar qué significaba el «sí, claro», la secretaria se puso a teclear en el ordenador como una fiera.
Se preguntó entonces cuántas secretarias habría tenido Wilmer en los últimos tres años...
Aquélla era mayor y parecía más sensata que las otras. Y se preguntó el porqué del cambio.
Suspirando, tomó una revista. De vez en cuando miraba el reloj, pero el tiempo parecía estancado. El sofá era tan cómodo... y desde que estaba embarazada se quedaba dormida en cualquier sitio... Demi se prometió a sí misma que cerraría los ojos cinco minutos nada más...

-¿Desde cuándo está aquí? -preguntó Wilmer en voz baja.

Elaine Johnson miró el reloj de la pared antes de contestar:
-Hace dos horas y media.

-Podría haber vuelto hace una hora, pero me quedé tomando una copa con un compañero...

-La pobre está muerta de sueño -dijo Elaine-. Estaba muy pálida cuando llegó. ¿La conoces?

En la cama de su ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora