Cuando Wilmer llegó al hospital al día siguiente se quedó sorprendido, y enfadado, al comprobar que su Demi se había marchado ya.
-¿Dónde ha ido?
-No tengo ni idea -contestó la enfermera-. Quizá no quiera que usted lo sepa.
Wilmer soltó una palabrota y la enfermera se cruzó de brazos, indignada.
-Nos pidió expresamente que no le diéramos su dirección.
-¿Ah, sí?
-Pues sí -contestó ella, sin dejarse amedrentar-. Y, como usted sabe, los informes de los pacientes son confidenciales. A menos que sea usted un pariente muy cercano, no tiene derecho a saber nada sobre la señora Lovato.
-Muchas gracias por su ayuda, señorita -replicó él, sarcástico.
-De nada, señor Valderrama.
-Ya.
Wilmer salió del hospital y, mientras iba al aparcamiento, sacó el móvil del bolsillo para llamar a su secretaria.
-Elaine, consígueme la dirección de Demi Lovato. Haz lo que tengas que hacer para encontrarla.
-¿Tú no la tienes?
-¡Si la tuviera no te la pediría! -exclamó él, impaciente-. Es mi ex pareja. Lo último que quería después de terminar nuestra relación era saber nada de ella.
-¿Y para qué quieres ahora su dirección?
Wilmer se pasó una mano por el pelo. El universo entero estaba contra él.
-Porque la necesito... y deja de hacer preguntas o tu paga de Navidad se verá considerablemente recortada.
Elaine soltó una carcajada.
-Te llamaré en diez minutos.
-Que sean cinco o estás despedida.
Su secretaria llamó en tres minutos y medio.
-Demi vive en Epping -le dijo, orgullosa, antes de darle la dirección-. Pero yo creo que deberías calmarte un poco antes de ir a verla.
-Gracias por el consejo, pero ya sabes dónde puedes metértelo.
-Sólo intento ayudar.
-Ponte a escribir algo en el ordenador... ¿no te pago para eso? -exclamó Wilmer. Por supuesto, antes de colgar pudo oír la risita irónica de Elaine-. Valderrama...
Aunque sabía que tenía razón. Debía calmarse un poco antes de hablar con Demi.
¿De verdad lo odiaba tanto?
Sí, lo odiaba, aceptó, tragando saliva. ¿Por qué si no iba a desaparecer sin dejar una dirección?Cuando llegó al edificio de apartamentos esperó un poco para tranquilizarse. Luego pulsó el botón de su casa, pero no hubo respuesta. Volvió a apretarlo, dejando el dedo durante un buen rato...
-¿Quién es? -oyó la irritada voz de Demi.
-Soy yo.
Silencio.
-Vete. No quiero verte.
-Tenemos cosas que discutir y no podemos hacerlo a través de un portero automático. ¿Quieres que se entere todo el mundo?
Demi tardó tanto en contestar que Wilmer pensó que lo había dejado en medio de la calle hablando solo. Estaba a punto de apretar el botón cuando ella dijo por fin:
-Voy a bajar. Podemos hablar en el parque. Quiero que estemos en terreno neutral.
-Muy bien, como quieras. Pero al menos deja que entre en el portal. Me siento como un idiota esperando en la calle.