Entre pétalos de rosas y espinas

¿Eiji dónde estás?

Golzine y toda su mafia había sido acabada hace al rededor de seis meses, durante ese tiempo muchas cosas cambiaron y para bien. Como por el ejemplo el levantar la orden de alejamiento a Max Lobo contra su familia, ahora el hombre podía vivir una vida feliz con su esposa y su pequeño hijo, se le hizo un funeral digno a Shorter luego de morir a manos de Ash o mejor dicho por el Banana Fish, esa horrible droga que literalmente dañaba todo tu cerebro, perdiendo todo sentido de la realidad, recurriendo a todo sentido primitivo... Aunque se descubrió que tenía otro efecto más que en ningún momento se había notado en todos los años de investigación. 

Embarazo masculino, donde el hombre común al ser inyectado con la sustancia su cuerpo cambiaba, su interior formaba un útero fuerte, trompas de falopio funcionales y ovarios fértiles, sus caderas se ensanchaban, cumpliendo todo con lo reproductivo en una mujer, por suerte eso no afectaba en la zona íntima, el pene seguía por lo que una vagina no surgiría. Lo raro era que habían hombres que ya lo eran, mas estos no les era funcionales, significando así que eran infértiles en todo, en ovarios y espermatozoides. Es por ello que al descubrir el segundo efecto de dicha droga, la mafia china que aún se mantenía activa bajo las sombras luego del homicidio de Golzine, se apoderaron de ella y comenzaron a experimentar y nada como de las viejas personas allegadas al viejo. Muchos no resistían el cambio, por lo que morían o les surtía el efecto principal de perder toda noción de la realidad, sin embargo no les impedía tocar a otras personas, mientras lo hacían con otros objetos de prueba, Shin-Soo Ling al estar resentido con Ash por la muerte de Shorter, le pidió a Yut-Lung que lo atacara donde más le duela, que le quitase lo que más le importara en la vida... Su pareja Eiji. El de pelos largos no entendía el por que de ello, por el momento no tenía nada en contra, pero su familia se veía en problemas por lo que dejó Golzine que le dijo que haga lo que quiera, mientras no recurriese al homicidio, le daba igual.

Una de esas personas que podía procrear era Eiji Okamura, un joven japonés de diecinueve años, que lleva al rededor de seis meses y medio de relación con Ash Lynx, el cual se dio cuenta que el sentimiento que tenía hacia el pelinegro no era uno simple, si no uno verdadero, él jamás se consideró alguien homosexual, con el único que se sentía de esa manera, que lo dejaba tontamente enamorado era aquel precioso oriental. Lideraba una simple pandilla en los suburbios de Nueva York, pero una simple, sino también peligrosa, y este daba un gran ejemplo a la hora de ser alguien extremadamente peligroso, que hasta logró quedarse con todo el dinero que Golzine había logrado obtener en toda su vida como mafioso, básicamente ya tiene donde caer muerto. 

El día era un típico soleado de verano, uno muy caluroso en la ciudad, que al estar repleto de edificios, construcciones, algunas marchas por derechos civiles, mas eso no lograba molestar a la dulce pareja quienes estaban compartiendo un excitante sexo mañanero, el pelinegro sabía que podía procrear, al igual que Ash, por lo que aclaró que usara protección, mas recordó que su órgano reproductor no era totalmente funcional, así que para él no había grandes chances de tener un hijo, mucho menos con solo diecinueve años, bueno ya veinte años. Sin embargo el rubio tenía un mal presentimiento, algo que lo tenía demasiado inquieto, no sabía que, lo único de lo que estaba seguro era de que se involucraba a su novio, y si llegase a ser así, él mataría a cualquiera que le hiciese daño al dueño de su corazón, no le importaría quedar en prisión de por vida, ni que lo condenaran a pena de muerte, nadie se mete con alguien de su familia, absolutamente nadie.

La pareja descansaba viéndose a si mismos fijamente, el rubio solo se limitaba a acariciar los suaves cabellos del otro, era como una adicción a esas finas hebras negras, en especial a esos bellos ojos chocolates que lo dejaban hipnotizado cada vez que lo veía; jamás en su vida pensó que alguien como él cambiaría su vida, que le daría razones para vivir, para mejorar en su día a día, aún sabiendo a que se dedicaba, Eiji no se hacía ningún problema de ello, es más, él estaba enamorado de aquel pandillero tal y como era, si bien le preocupaba que algún día le llamasen porque encontraron su cuerpo en algún río, pero así era la vida de Aslan y él no le impedía continuar con ello.