chapter four; sound.

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Capítulo cuatro.
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SOUND.

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Jaemin ayudó a Renjun a salir del agua, sin poder ignorar el estado deplorable de la ropa de aquel desconocido. Lo cubrió con su chaqueta para protegerlo del viento que los rodeaba. Jaemin suponía que debía tratarse del hijo de la Señora Huang; su pelo castaño claro, con reflejos dorados, lo delataba. Era más pequeño de estatura que él, y Jaemin se preguntaba seriamente si era unos años menor. Se veía pequeño, cohibido de esa forma, abrazándose a sí mismo sin dirigirle la mirada.

Jaemin le indicó que regresarán a la casa, sin recibir respuesta. De hecho, él no le dirigió una sola palabra en el camino de vuelta, solo respondía con movimientos cortos de cabeza. ¿Por qué no le respondía? ¿Lo había asustado?


Llegaron a la casa por el mismo sendero que Jaemin marcó en el suelo, aunque Renjun no lo necesitaba. Conocía esos bosques de memoria.

Renjun no estaba seguro de si temblaba por el frío o los nervios que le causaba el desconocido a su lado.

No estaba acostumbrado a personas tan ruidosas y preguntonas. Lo hacían sentir terriblemente incómodo e impotente, porque no sabía cómo responderles y explicarles su situación.

Jaemin, ese era su nombre. Lo había repetido durante todo el camino a casa, sin dejar de hablar o preguntarle cosas que Renjun no podía contestar. El libro que había estado leyendo iba aferrado a sus manos, mientras ignoraba las punzadas de dolor que venían de su codo cada vez que movía su brazo.

Renjun sabía que cuando su madre lo viera, estaría horrorizada.

—Oye, ¿Estás asustado? —Jaemin habló de pronto, mirándolo con preocupación.—No tienes que tenerme miedo, no te haré nada. Soy hijo de la amiga de tu mamá. Nos quedaremos aquí un tiempo, con ustedes. Creo que tu madre te lo mencionó, ¿No?

Renjun frunció el ceño. ¿Por qué le hablaba como si fuera un niño? No estaba asustado, solamente se sentía tonto e incomodo. Al parecer, su madre había olvidado mencionar el detalle más importante acerca de su hijo.

Asintió despacio, solo para que Jaemin no hiciera más preguntas.

Jaemin suspiró, aceptando que no recibiría ninguna respuesta. Caminaron unos metros más, hasta llegar frente a la puerta trasera de la casa. Era la primera vez que Jaemin conocía a alguien tan extraño.

¿Cómo se suponía que se haría amigo de alguien que ni siquiera quería cruzar una palabra con él? El hijo de la Señora Huang parecía querer huir de su presencia.

Unas voces se escucharon en la casa cuando ellos subieron las escaleras del porche. Oh, no. La Señora Huang los había visto; estaban en problemas.

—¡¿Qué pasó?! —La puerta trasera se abrió con brusquedad mientras el rostro de la Señora Huang estaba teñido de preocupación.

Su hijo era más frágil que un adolescente normal, era imposible que no exagerará en esas situaciones. Sabía que estaba mal, pero no podía evitarlo.

—A-Ah. Nos caímos —Jaemin los apuntó a ambos.—Yo me enredé con unos arbustos y él se resbaló mientras estaba bajando un árbol, cerca de un lago, creo. No estoy seguro, él no me ha querido decir nada. Lo encontré en el agua.

Las palabras de Jaemin, el único de los Na, hicieron que Renjun se encogiera en su lugar y el rostro de la Señora Huang se tiñera de pena.

—Él no puede hablar, Jaemin...

Las palabras de la mujer se le hicieron extrañas. Jaemin demoró unos segundos en comprenderlas.

—¿Él no puede...? —El rostro de Jaemin palideció mientras apuntaba al chico a su lado.

La Señora Huang negó con su cabeza. Renjun había dejado de hablar hace mucho tiempo, incluso con ella. Era doloroso no saber que pasaba dentro de su interior.

—Renjun es mudo.

Jaemin abrió la boca con sorpresa, más pálido que antes. Joder, entonces todo este tiempo...

Sin embargo, Renjun no era sordo, y esa conversación lo hizo sentirse aún más incómodo, sin comprender porqué. Tal vez era la mirada de Jaemin sobre él, o todos los sentimientos de impotencia que llevaba embotellados desde hace tiempo.

No poder hablar había arruinado su vida. Lo había empujado a esa horrible oscuridad donde las palabras se quedaban atascadas en su garganta, incapaces de huir. Nadie podía escucharlo, nadie podía verlo.

Jaemin vio como Renjun caminaba hacia la puerta y la empujaba para entrar. No los miró mientras desaparecía al interior de la casa.

La Señora Huang suspiró y Jaemin se sintió culpable. Había sido muy descortés, pero él no lo sabía... Seguramente había incomodado y hecho sentir mal a Renjun.

—Siempre es así ahora —Dijo la Señora Huang, mirando fijamente la puerta.—Cuando perdió la voz, no volví a saber quién era mi hijo. A menudo ni siquiera parece que estuviera junto a mi.

–¿Q-qué le sucedió?

—Tuvo una infección en las cuerdas vocales, y no pudo recuperar su voz. Antes no era tan...difícil. Renjun se comunica con lenguaje de señas, pero ya casi no lo hace. Solo a menos que necesite algo. Sus pensamientos son solo para sí mismo.

La Señora Huang lo miró. Un leve silencio cayó entre ambos, sin que Jaemin encontrara las palabras adecuadas. Sin querer alargar esa situación, la Señora Huang lo envió a cambiarse su ropa sucia y limpiar sus rasguños.

Lo que ninguno de los dos sabía, es que Renjun se encontraba en ese momento en el baño, limpiando las heridas que sangraban en su brazo mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

Eran era tan callado; era el silencio mismo.

SILENCE | RENMIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora