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Capítulo nueve.
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La Señora Huang pasó a recogerlos cuando el atardecer coloreaba el cielo de anaranjados.
Jaemin se había pasado toda la tarde saltando cerca del arrollo, corriendo entre los árboles y hablando hasta por los codos. En ese espacio, Renjun descubrió bastante cosas de él, como el hecho de que tenía un mejor amigo muy lejos de allí, la cuidad donde vivía, lo mucho que odiaba ir a la playa, sus colores favoritos —verde y azul, al parecer—, su especial gusto por las galletas y la navidad, que su estación favorita era el otoño y que le gustaban las tormentas y el chocolate caliente.
—Tomar chocolate caliente cuando hace frío, sobre todo si está lloviendo, es una actividad muy placentera —Le dijo a Renjun, mientras perseguía unas abejas que revoloteaban.
Jaemin había ignorado sus advertencias de que dejara a las abejas en paz antes de que se enojaran, como de costumbre, y tuvieron que irse del lugar cuando las abejas comenzaron a perseguir a Jaemin.
Las galletas de limón con mermelada que compraron, se convirtieron en una de las cosas favoritas de Renjun desde esa tarde. Nunca antes las había probado y se preguntaba seriamente por qué.
Caminaron unos kilómetros por el borde del arrollo, siguiendo la corriente que fluía suavemente sobre las rocas. Encontraron varios sauces, y se subieron a sus ramas durante un rato antes de volver por el mismo camino hacia el pueblo. Durante varios tramos, Jaemin solo se dedicó a grabar el paisaje y a Renjun. Era un tanto molesto, sobre todo cuando acercaba demasiado la cámara al rostro de Renjun. Lo único que servía de consuelo para él, es que seguramente esos videos de Jaemin se perderían. A pesar de eso, no siempre podía evitar sonreír divertido cuando Jaemin comenzaba a narrar lo que hacían con una voz grave, dándole suspenso al tema. Era tan infantil.
Cuando llegaron al pueblo y dieron el último paseo por las calles, Renjun casi había seguido el impulso de entrar a una pequeña tienda de libros usados. Sin embargo, al final se negó. Ya lo haría en otro momento, aún se sentía demasiado temeroso e inseguro. El solo hecho de venir al pueblo ese día era un gran paso.
La Señora Huang se mantuvo en silencio durante el trayecto de vuelta a casa, solo haciendo cortas preguntas sobre cómo lo habían pasado. Renjun no respondió, ignorando los comentarios alegres y exagerados de Jaemin, contándole a su madre todo lo que habían hecho.
—Estuvo divertido, ¿Cierto? —Le dijo Jaemin cuando caminaban hacia la casa.
Renjun puso los ojos en blanco, subiendo los escalones del porche. Sí, había sido divertido, pero Renjun no lo aceptaría con tanta facilidad. Eso sería darle la razón a Jaemin demasiado fácil.
—¡Hola! ¿Cómo lo pasaron? —La madre de Jaemin apareció con una bandeja de galletas en dirección a la mesa del comedor.—Ya es algo tarde, así que les preparé esto para la cena. Nosotros ya comimos.
Renjun le sonrió e hizo una corta reverencia en señal de agradecimiento. Apresuró sus pasos hacia las sillas. No tenía mucha hambre, las galletas del pueblo lo habían dejado satisfecho.
—Jaemin, ¿Puedes venir un momento conmigo?
La voz de la madre de Jaemin llamó la atención de Renjun. Se giró a mirar como se llevaban a Jaemin hacia la entrada de la casa. Desde la ventana del comedor podía verlo hablar con su madre.
Se quedó atrapado en sus pensamientos mientras le daba sorbos a su té rojo. ¿Por qué sentía tanta curiosidad por lo que estaban hablando?
La gigante mesa del comedor lo hizo sentirse mareado. No había pasado tanto tiempo desde que Jaemin estaba allí con él, persiguiéndolo a cada hora del día. Entonces, ¿Por qué estaba tan asustado? Sintió una opresión en el pecho al pensar que Jaemin tenía que irse, ¿Acaso él...tenía miedo de estar solo?
Renjun observó las galletas en la mesa. Casi había olvidado lo fría que era la soledad. Se había acostumbrado a molesta presencia de Jaemin y sus ideas locas. Era torpe, pero aún así lograba convencer a Renjun de hacer cosas junto a él. Siempre terminaba a su lado.
Una ráfaga de viento chocó con el ventanal, asustándolo. El silencio a su alrededor le trajo miles de recuerdos, de aquellas tardes en las que cantaba solo, en compañía de sus propias sombras que tiraban de sus pies. Cuando su madre se iba por trabajo, él era su única compañía. Su mente lo atormentaba, pero estaba acostumbrado. ¿Cuándo fue que todo aquello cambió?
Jaemin estaba hablándole a cada instante que su mente ya no tenía oportunidades de encontrarlo con la guardia baja y aturdirlo. Sus susurros ya no se oían tan bajos, tan invisibles. Jaemin si lo veía. Para Jaemin, Renjun no era solo una pieza del silencio.
—¿Renjun? Oye, ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?
¿Eh? ¿Él estaba...?
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SILENCE | RENMIN.
FanfictionCubiertos por el bosque, ocultos entre el silencio de las montañas y unidos bajo el suave abrazo de un sauce llorón, dos adolescentes se miran el uno al otro con sus corazones acelerados. Para Jaemin, Renjun es una persona maravillosa, sin importar...