chapter thirteen; lemon and cinnamon.

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Capítulo trece.
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LEMON AND CINNAMON.

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La lluvia no se detuvo cuando aquellos labios tan poco conocido se apegaron a los de Jaemin. En cambio, el goteo rítmico del agua pareció disminuir su volumen, como si la madre naturaleza hubiera apretado el botón de silenciar en ese instante.

Jaemin podía oír los latidos erráticos de su corazón, aumentando. Era como tener un parlante con la transmisión en vivo de su corazón. Era irreal, toda esa escena. La tomó un tiempo reaccionar y entender lo que sucedía.

En su corta vida, Jaemin no recordaba haber sentido algo tan extraño, nuevo y emocionante. Su pequeña y dulce inocencia, se estaba destiñendo gracias a esa boca delgada con sabor a galletas de navidad. Aún en su desconocimiento del lenguaje del amor, decidió no apartarse, porque suponía que eso era lo correcto cuando no se quería rechazar a la otra persona.

Fue así como logró que Renjun se apegara más a él. Aquellos labios se comenzaron a mover sobre los suyos, y a Jaemin no le quedó más que intentar seguir el ritmo con torpeza. Aferró sus manos a los hombros de Renjun, y enterró sus uñas ahí.

El sonido de la lluvia pareció regresar, mucho más fuerte y ruidoso. Una ráfaga de viento hizo que las ramas del sauce de balancearan, pero el árbol resistió. El silbido que se escabulló entre las ramas casi venía como una insinuación, protegiendo el sonido que producían los chasquidos de sus besos.

Renjun se separó de él luego de unos minutos, agarrando las manos en sus hombros para entrelazarlas. Jaemin tenía las mejillas sonrojadas y la respiración agitada, mientras el goteo de las ramas mojaba su rostro. Todo ello sirvió de excusa para que Renjun escondiera el rostro entre su hombro y cuello.

—¿Qué fue eso, Junnie? —Indagó, pasando sus manos por la espalda de Renjun en un abrazo impulsivo.

Renjun se encogió de hombros, respirando contra su piel expuesta. Ni siquiera él lo sabía. En su nubles mental, sus sentimientos parecían una avalancha de nieve chocar contra su realidad establecida. Jaemin lo hacía sentir bien. Lo hacía sentirse querido y escuchado en medio del desierto de silencio. Era su oasis mientras moría de sed.

Jaemin escuchaba respirar a Renjun tranquilo, contando mentalmente el sonido de sus suspiros.

Renjun era mágico. Simplemente una pieza perfecta de la naturaleza del mundo. Jaemin sabía que le gustaba, porque entendía que sus emociones al verlo no podían ser normales en la amistad. Aún así se había guardado aquella confesión como un secreto privado, porque su inexperiencia no lo dejaba ver que camino tomar después de descubrir eso.

Sonrió, cerrando sus ojos con un suave baile de sus pestañas. El sentimiento de amor crecía, entrelazando dos corazones imprudentes y jóvenes, sólo con la certeza de que fueran lo suficientemente conscientes del valor del tiempo, la felicidad y los momentos.

Con la lluvia cayendo entre pausas, era el único testigo de sus manos entrelazadas traspasando calidez y cariño. Todo combinado con las adversidades de las diferencias, que estaba destinado a dejar cicatrices.

El sabor de su felicidad era un algodón de azúcar. Tan dulce y adictivo, con un toque de inocencia y juventud digna de los encantos que producían los dulces.

Renjun se separó por unos centímetros, apreciando los brillantes ojos de Jaemin. Su corazón se removió incontrolable, gritándole que ya no había vuelta atrás. Se estaba enamorando de la figura alegre e insistente que proyectaba Jaemin; la misma figura que había dedicado su tiempo a conocerlo, a excavar en lo más hondo y oscuro sin importarle encontrar los peligros que fueran. Con alguien tan brillante como él, ¿Cómo podría alguna vez volver a sentirse ciego y sin luz?

Casi parecía un chiste la manera en que el universo giraba a su favor, dejándoles florecer en el tiempo, con paciencia y conocimiento. Incluso si dejaban de existir su luz seguiría presente a través del espacio, mostrando los rastros del primer amor.

Ambos adolescentes solo se quedaron allí, abrazados contra el frío y cambiante clima. Sus pies colgando por el borde de las ramas gruesas y fuertes. Jaemin olía con un encanto desenfrenado en su estómago la esencia a limón con canela que desprendía renjun. Era un recuerdo que jamás podría borrar.

Renjun escuchaba en silencio las palabras del sauce, silbando con alegría por la felicidad de su corazón. Sus ramas se balanceaban, bailaban. Sabían que aquel chico perdido entre sombras y páginas para olvida, había encontrado por fin algo de que sostenerse para recuperar su espíritu. Su rostro escondido nuevamente entre el abrigo de Jaemin, le dejaba apreciar el movimiento del bosque a su espalda. Parecía tan salvaje y feroz, tan ajeno a la calma interna que contaminaba el interior de la cortina de hojas.

—Nadie puede encontrarnos —Murmuró Jaemin, interrumpiendo por unos segundos la lluvia con su grave y armónica voz.—Solo somos tú y yo.

Renjun se acomodó para observarlo, tratando de hallar una respuesta en su lenguaje corporal pero lo único que recibió fue una sonrisa cómplice y risueña de Jaemin. Ciertamente, pasaría mucho tiempo antes de que Renjun apreciara por completo el sentido expresado en esas simples palabras. Jaemin viviría siempre con la certeza de esa verdad y realidad dicha ese día.

El tiempo pasó rápido, completamente indiferente a lo que pasaba en la vida de las dos almas que ahora siempre se reconocerían donde fuera. Para cuando se bajaron del árbol, entre tropiezos y risas, la lluvia se había detenido y el sol amenazaba con formar grietas en las blancas nubes. Llegaron a la casa mientras caía la tarde, encontrándose a la madre de renjun leyendo un libro en el porche delantero.

"Vamos a comer" , le señaló Renjun.

Renjun subía por las escaleras del porche hacia la casa, sosteniendo entre sus dedos la muñeca de Jaemin. La mujer se demoró en procesar lo que acababa de acontecer, sintiéndose abruptamente sorprendida. La sonrisa en el rostro de su hijo, la naturaleza con la que formó una sonrisa llena de sentimientos encontrados en su rostro. Algún día en el futuro, tendría mucho que agradecer al hijo de los Na.

Los menores, sin embargo, se dirigieron a la cocina e hicieron de las suyas con la comida que escogieron. Jaemin halló una revelación mientras freía unos huevos; aprender y hacer cosas jamás se volvería aburrido mientras estuviera Renjun regañándolo y sonriéndole a su lado.

SILENCE | RENMIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora