Prólogo

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El cielo parecía quebrarse a mil pedazos, los truenos eran tan fuertes que hacían retumbar las ventanas y puertas del castillo sin embargo ninguna gota caía del cielo solo eran truenos que parecían estar enojados y furiosos.

Y no era de esperar, el día había llegado para la familia Kim, hoy se marchará su único y inigualable Kim SeokJin el hijo mayor de los tres hermanos, el pobre, indefenso se iría a cumplir con el deber que le correspondía como el hijo mayor y aunque tan solo era un niño de 10 años de edad.

La madre de jin quien se encontraba débilmente destrozada y con gotas de agua esparcidas por sus mejillas tenía agarrado asu hijo mas pequeño en brazos y aunque tuviera ese vestido lujoso y llamativo no la hacía lucir mas fuerte como ella penso al momento de ponérselo, su interior se sentía vacío y amargo y doloroso y es que no era demas le iban a quitar asu pequeño hijo de su vida y selo iban a quitar por grandes y largos años, días y horas.

El padre jin siempre fue fuerte y duro al momento de hablar pero su voz no hacía ni habla es como si toda es valentía hubiera quedado en el olvido, tampoco era tan cruel para no sentir un vacío en su interior, su garganta o mas bien el no quería hablar porque sabía que entremas rápido hablara mas rápido sería la partida de su hijo Jin, su pequeño Jin.

Los hermanos Kim se encontraban jugando y a eso me refiero al hermano menor, Kim Namjoon el inteligente y con gran sabiduría que cargaba an tan solo 8 años de edad, los astutos ojos de Namjoon calculaba los pequeños ojos de jin quien se encontraba tan sereno como si todo esto fuera normal, como si ya no le quedara opción pero bien sabemos que todo eso lo ocultaba bajo su mirada tan brillante y sus mejillas regorditas, Namjoon no iso mas que sonreír y darle un poco de paz a su hermano quien en su interior se encontraba inquieto y triste y con mucho temor.

Su padre ya le había dado una idea de lo que mas su menos se encontraría en las montañas prohibidas en la que las almas se perdían y buscan ayuda, en el lugar donde solo entraban los fuertes y si por suerte sobrevivias en el frío y salvaje lugar.

El pequeño Kim SeokJin salió corriendo hacía los jardines del Reino, rodeado de rosas blancas, rojas y amarillas lo hacían sentir calmado pero de golpe toda su paz se va volando a otro lugar en el momento que ve a una pequeña niña sucia y su peinado destrozado como su vestido de doncella, sus pequeñas mejillas estaban llenos de lodos y su vestido estaba peor como sus zapatos.

La niña no se había percatado de la presencia del pequeño Kim SeokJin quien la observaba con atención, nunca en su vida se hubiera imaginado que su tristeza hubiera sido reemplazado con una criatura tan bella ante sus ojos, agradeció a los Dioses por no ser tan injusto con el, al menos se iría con una satisfacción en su pecho.

La niña tan entretenida cuidando y adorando las rosas se vio interrumpida con un pequeño dedo tocandole el hombro.

-Hola-hablo el pequeño Kim SeokJin con su voz tan dulce que lo caracterizaba. La niña no dudo de devolverle la sonrisa que en cuanto jin la vio sonreír sintió a verse ganado el cielo, sus estómago era todo un caos con esas típicas mariposas que hacían cosquillas y hacían que ti corazón se aceleraran.

Los últimos minutos que le quedaban a Kim SeokJin los aprovechó al máximo, hablando y contando chistes debajo de un árbol y aunque sabía bien que había peligro por los estruendosos rugidos del cielo prefirieron quedarse tal y como estaban.

Pero como toda historia tiene su inicio también tiene su final, el pequeño Kim sabía que se llegaba la hora de irse y no pudo mas que soltar una lágrima porque que si demasiado ya había derramado los últimos días y sus ojos ya estaban secos y estaba seguro que esas no serían las últimas lágrimas.

-Me tengo que ir, gracias por tu compañía-la niña quien se quedó en blanco viendo como unos de los ojos jin resbala una lagrima por sus mejillas rojas y bonitas.

Es que la niña quedo embobada con tal belleza, nunca en su vida había visto tanta belleza junta en cuerpo tan pequeño y no era de esperarse ¿quien no se impactarían con el mayor de los Kim? Nadie se negaría que el pequeño era bello por fuera como por dentro, con sus modales y la forma de tratar ala gente del pueblo.

La gente cuando lo ve en calles caminando con tanta elegancia no hacen mas que hablar de el maravillas, hablando de sus ojos tan negros y su piel blanquecita con su cabello tan negro y sus mejillas y labios rojizos sin duda alguna el rey y la reina habían echo un pan de Dios.

-Espera-la niña lo detuvo de golpe haciendo que el pequeño Kim SeokJin frunciera sus entrecejo, Kim SeokJin definitivamente no se hubiera esperado tal acto, uno que nisiquiera se hubiese visto venir ni por asombró. La niña se le abalanzó encima abrazandolo por la cintura mientras que su mejilla descansaba en su pecho, Kim SeokJin quedo en blanco, su respiración era agitada como si hubiera corrido un montón de calles sin descansar, poco a poco la niña se separo de el con un leve rubor en sus mejillas.

-G-gracias- la voz de jin se escucho estrangulada pero luego sus ojos quedaron en un abismo donde ninguno de los dos quería apartarlos como si de ese modo se contarán todo sus secretos.

-Jin!! Jin!!- la voz de la abuela de jin se escuchaba de lejos por lo que la mente de jin trabajo rápido y dio un pequeño beso a los labios de la niña quien se quedo congelada.

-Dame tu collar y yo te dare el mío de ese modo podre reconocerte ¿vale?- la niña solo asintió anonada por el pequeño beso de antes.

-Solo una cosa mas ¿prometes nunca quitarlo?

-Lo prometo-Kim SeokJin dio la media vuelta ya listo para irse pero la voz de la niña iso que parará- Oye, solo una cosa mas ¿prometes nunca quitarlo?

-Moriría por el princesa.

DIOSES EN GUERRA °¬·kim Seok Jin°¬·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora