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10 de diciembre 

03:45 a.m  

Mercy

Eran casi las cuatro de la mañana y aún no había hecho la maleta, ya que seguía buscando por Internet documentos sobre la desaparición de Álvaro, el hermano pequeño de Romeo. La semana pasada Álvaro desapareció cuando se fue a una fiesta en el pueblo de al lado. Nadie le había visto, nadie recordaba su cara pero todos recordaban al chico que apareció entre las sombras lleno de sangre.

Las declaraciones de los presentes eran inciertas y poco fiables, pero todos coincidían en una cosa: en la mano izquierda llevaba un cuerno de reno lleno de sangre. Al día siguiente los padres de Romeo denunciaron la desaparición de Álvaro.

El chico con el cuerno de reno no se pudo identificar porque no estaba registrado en la base de datos ni articuló palabra alguna.  Estuvo una noche en la comisaría de policía pero como no se pudo demostrar su culpabilidad fue liberado y lo trasladaron a un psiquiátrico. Lo ingresaron el pasado domingo tras unas pruebas que mostraban indicios de trastorno de personalidad narcisista y antisocial y un menor indicio de psicopatía; además de no hablar.

Crearon una ficha policial con apenas datos: solo ponía la descripción física, el grupo sanguíneo y una edad aproximada. Según el informe era alto, de complexión delgada, tez blanca, ojos azules, pelo rubio y semilargo. Como dato añadido mencionaba una cicatriz en la cadera. Tenía entre 16 y 25 años y su grupo sanguíneo era tipo B.

Cada informe o archivo con información útil que veía en la red lo guardaba en la carpeta ÁLVARO. Estaba leyendo los testimonios de sus familiares cuando mi móvil vibró sobre el escritorio. Lo desbloqueé y vi un mensaje de Carlota:

"Ya tienes hecha la maleta? Porque en cinco horas nos vamos...Necesito que descubras si Damián está con otra. Lleva semanas mas distante conmigo."

"Carlota, no puedo ocuparme de dos investigaciones a la vez. Álvaro me está ocupando mucho tiempo. En otro momento"- le contesté.

"Pagaré el doble si hace falta, pero necesito saberlo"- continuó.- "Creo que es Jessica y sabes lo mucho que detesto a Jessica."

"Puedo iniciar la investigación pero quiero un adelanto de 20$ en mi cuenta para mañana"

Mientras me contestaba, abrí una nueva carpeta con el nombre de DAMIÁN  en documentos. La pantalla de mi móvil se encendió y vi la notificación de PayPal.

"Mañana tendrás alguna información"

"Mil gracias. A las 7 estoy en tu casa. Buenas noches"- se desconectó

"Si, adiós"- apagué el móvil y entré en el sistema informático del pueblo.

Retomé mi lectura sobre Álvaro. El testimonio de su madre fueron llantos y balbuceos negando la desaparición de su hijo por lo que los agentes de policía decidieron posponerlo unos días. Su padre, el señor Santos, pidió tiempo para asimilarlo ya que no podía pensar en nada mas que no fuese Álvaro muerto. Mientras tanto, Romeo si que habló provocando un avance en la investigación:

Mi hermano ha estado unas semanas distante con nosotros. Apenas nos hablaba y compartíamos momentos en común. A ver, siempre ha sido así pero estas semanas era extremo. Cuando llegaba de clase se encerraba en su habitación y hasta la hora de la cena no lo veíamos. He de confesar, señor agente, que la noche de su desaparición, me metí en su ordenador con el fin de saber por qué se pasaba tantas horas en él. Revisé su buscador y vi conversaciones con una chica subidas de tono y hablando de irse de la cuidad juntos. Compartían el pensamiento de que no encajaban en un sitio como este. Sinceramente pienso que se fugó. ¿Que por qué no dejó una nota? No lo sé, a veces pierde la cabeza.

Álvaro era el menor de la familia Santos. Era un chico tímido y solitario, aunque todo el instituto le conocía por Romeo, su hermano mayor. Pero si su hermano no fuese Romeo, nadie se molestaría en conocer su nombre.

 Todo el mundo conocía a Romeo y todos lo adoraban, incluido Álvaro; hasta los 14 años. De pequeño era el fan número uno de su hermano. Para él, Romeo era su modelo a seguir. El chico perfecto y bueno. Tenía a su hermano en un pedestal: era amable, generoso y popular, el capitán del equipo de fútbol desde primaria. Tenía muchos amigos y parecía feliz. Lo que Álvaro más deseaba era esa felicidad y ese reconocimiento. Sus padres se divorciaron cuando él tenía 12 años y fue lo más traumático de su vida. Por aquel entonces, el Sr. Santos, era un alcohólico violento y cuando no estaba ebrio estaba deprimido. Toda aquella insatisfacción con uno mismo lo pagaba con su mujer, lo que provocó el divorcio. En más de una ocasión Álvaro tuvo que acompañarla a urgencias. El Sr. Santos ingresó en un centro de desintoxicación.

Dos años después Romeo dejó de ser su héroe. Su hermano mayor comenzó a copiar los mismos patrones que su padre: violencia y manipulación. Descubrió que su hermano odiaba a la gente pero se mantenía agradable y sonriente. Toda esta farsa era su elaborado plan para conseguir la confianza de la gente. Si la gente confiaba en ti, el juego estaba ganado. Pero Álvaro ya no confiaba en él. Aún así Romeo quería a su hermano.

Tres años después su padre salió del centro de desintoxicación jurando que había cambiado.  Dos meses más tarde sus padres volvieron a casarse. Su relación seguía siendo tóxica pero aun así se mantenían juntos. Y Romeo y Álvaro crecieron viendo eso. Aunque Romeo fue único que lo reprodujo. 

Romeo me pidió que investigase personalmente el caso de su hermano e intentase resolver el caso por mi cuenta. Entendía porque no se fiaba de la policía local, no resuelven ningún caso fuera de lo común (como este) y tampoco avisan a autoridades mayores por orgullo.

La gente de este pueblo suele confiar en mi para investigaciones y recoger información, pagando por mis servicios. Soy la habitante con mejor red informática y con estudios tecnológicos en el pueblo, así que sé todo sobre todos.

Cierro el documento y guardo sesión. Apago el ordenador y me reclino en la silla, bostezando. Cierro los ojos y asimilo todo lo sucedido en los últimos meses. Una lágrima asoma por el rabillo del ojo, me la limpio con rabia y me levanto de la silla. Tengo que hacer la maleta.

07:05 a.m

Carlota ya estaba montada en el coche, esperándome. Me despedí de mi madre y me aleje de mi casa.

-Estoy tan emocionada- dijo Carlota con entusiasmo en la voz. Tenía una cazadora vaquera con el interior y el cuello forrado de lana de oveja inglesa de cuando fueron a Snowshill, Inglaterra. Sus pies descansaban en el salpicadero del coche- ¿Te gusta verdad? - acarició su cazadora.- La voy a estrenar en este viaje.

Le sonreí y aparqué en el mismo lugar donde esperaba el autobús que nos llevaría hasta el aeropuerto. Apago el coche y miro a Carlota.

-Solo he tenido tiempo para encontrar un montón de páginas porno en el buscador de Damián y algún me gusta tonto en el perfil de Jessica. Respecto a ella, si que he visto algo interesante; busca mucho a tu novio en google. Es bastante creppy. - Carlota pone cara de asco.- Lo sé yo puse la misma cara esta madrugada. Es lo único que tengo hasta ahora. Dame un tiempo y podré meterme en sus chats.

Carlota asiente conforme y nos metemos en el autobús repleto de adolescentes adormilados. Pasan lista antes de irnos y se forma un silencio triste e incómodo cuando dicen el nombre de Álvaro. Miré a Romeo el cual estaba durmiendo junto a su mejor amigo, Damián.

El autobús arranca, haciendo presencia el suave ronroneo del motor. 

Ninguno de nosotros eramos conscientes de las consecuencias que tendría este viaje de instituto.

InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora