12 de diciembre
Lucas
La oscuridad de la noche se ceñía sobre mi.
No sabía qué hora era, tampoco sabía cuánto tiempo había pasado. No sabía nada, pero si sabía que ella vendría. Tarde o temprano aparecería entre los árboles y se reuniría conmigo.
Pasó media hora y ya empezaba a no sentir mis dedos, pero merecía la pena. De verdad que si.
Llevaba dos meses sin verla. Era una esclavitud estar pillado por ella, pero cada vez que venía a mi, sentía que mi vida tenia sentido. Todo era perfecto. Su presencia devolvía la paz a la guerra que se disputaba en mi interior a diario.
Me dormí.
Cuando desperté estaba amaneciendo y el frío invadía mi cuerpo, llegando a mis huesos. Un escalofrío recorrió mi espalda. No sentía ni mi rostro ni mis manos. Mis dedos estaban lilas al igual que mis labios. La punta de la nariz tenía un toque rojizo y mis mejillas estaban coloradas. Pero pese a que tendría que estar muerto a causa del frío, seguía aquí. Esperándola.
Comenzaba a pensar que no vendría y que mi esfuerzo no habría servido para nada. Me enfadé. No solo por esto sino también por el poco reconocimiento que me daba; había sacrificado todo para poder tenerla y así era como me lo recompensaba. Torturándome desde el silencio. Lo había perdido todo en mi vida por ella. Y claro que merecía la pena pero necesitaba algo para poder seguir adelante. Me levanté del suelo y puse rumbo al hotel. No vería a mi querida Colette.
Cuando me quise dar cuenta ya estaba entre los dos mundos, sin saber dónde empezaba uno y terminaba el otro. Ya no había vuelta atrás. Antes de despertar la vi; su capa de terciopelo roja se arrastraba por la nieve, haciendo contraste con el fondo blanco que nos rodeaba. Su pelo negro caía en cascada por sus hombros hasta su cadera, el cual se mecía por la suave brisa. Sus ojos me miraron, reflejaban tristeza. Sus ojos verdes fue lo último que vi. Estaban tan llenos de vida, que le sobraba para llenar la mía.
Me desperté decepcionado conmigo mismo por haberla hecho sentir así. Quería provocarle buenas impresiones, todo lo bueno de mi, y no estos encuentros llenos de desilusión. No se merecía sentir este abandono. Ella no se merecía nada malo.
Antes de levantarme de la cama, me deshice de la jeringa que colgaba de mi brazo. Ya de pie sentí un mareo abismal, mis piernas fallaron y caía al suelo. El techo se convirtió en suelo y viceversa, mi cabeza daba vueltas a una velocidad alarmante y la sien me apretaba como si tuviera un cinturón oprimiéndola. En cualquier momento iba a explotar. Mi estomago se revolvió y subió por mi garganta. Reuní fuerzas de donde no las había para ir corriendo al baño y no vomitar en la alfombra. Me tropecé entrando al aseo y me dí contra el marco de la puerta, rebotando al lavamanos y vomitando ahí mismo. Salpicó un poco, manchando la parte baja del espejo. Todo era bilis.
Estaba jodido.
Tanto esfuerzo para nada. Quería verla. Lo necesitaba.
Mi cabeza palpitaba cada vez con más fuerza y mis piernas seguían débiles. Me arrastre por el suelo hasta llegar a la cama y acostarme en ella. Mi cuerpo ardía y la cama aumentaba la temperatura. Me deslicé hasta caer al fresco suelo. Me quedé ahí.
01:30 a.m
Mercy
Las sirenas de la policía me despertaron. El cuerpo inerte de alguien descansaba sobre la nieve.
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Invierno
Fiksi RemajaUn viaje. Un desaparecido. Nueve sospechosos. El pasatiempo favorito de las personas son los secretos y algunos pueden ser la causa del fin. Mercy investiga la desaparición de Álvaro hasta que empieza a morir gente y alguien nuevo llega al hotel. �...