𝖣𝖺𝗒 𝟩: 𝖪𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇𝗌 (𝖢𝖾𝖽𝗋𝗂𝖺𝗇)

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El sueño de Eirian era estar rodeado por miles de gatitos mientras estaban acurrucados en la cama y se dormía bajo el ronroneo de los felinos. Aquello era un gran sueño que no compartía el mayor de los dos; y más si eso significaba que él no estuviera en la cama también. Eirian suspiró y siguió mirando através de la pantalla del portátil las fotos de aquellos felinos, se podía acostumbrar a ello, además Cedric era como un gran león.

Por su parte Cedric era bien consciente de los suspiros y ojitos que ponía el más bajo cada vez que veía una foto o un gato por la calle y quería complacerle en todo lo que fuera necesario, aunque eso significaba que debía compartir su cama con otro ser que no fuera él mismo. Sin que su novio se enterara, salió de la habitación y se dirigió al salón, asegurándose que el pelinegro estuviera demasiado ocupado observando aquellos pequeños felinos en la pantalla. Cuando lo tuvo bien asegurado y entretenido, llamó a una de las cafeterías felinas que había en la zona, preguntando si había en esos momentos algún gato en adopción; Cedric estaba cavando su propia tumba pero el simple hecho de ver emocionado y feliz a Eirian hacía que siguiera adelante con su plan.

— ¿Si? Perfecto. Pues en una hora estaremos ahí, gracias.

En ese momento que Cedric colgó el telefono, apareció Eirian haciendo pucheritos y reclamando por la atención de su gigante. ¿Cómo osaba dejarlo solo en la habitación? Sin decirle mucho se acercó por su espalda y lo apoyó su frente en esta, formando un puchero en sus labios.

— ¿Dónde habías ido...? No me dejes solo y así. —Eirian habló en un tono infantil, apretando el agarre en la cintura de su chico. Por su parte Cedric rió y acarició con mimo los brazos del bajo.

— Perdón, perdón. Tenía cosas que hacer. —Y separó un poco al pelinegro para darse la vuelta y así poder abrazarlo él de vuelta, sonriendo de oreja a oreja. Sus dedos acariciaron con mimo el mentón contrario, alzandolo en el momento que dejaba un pequeño beso sobre sus labios; aunque rápidamente este se había transformado en uno más lento y profundo.

Cedric bajó sus manos al trasero de Eirian, quien este por su parte había pasado ambos brazos por sus hombros y se acercaba aún más, buscando aquel contacto físico que en segundos lo hacía temblar. Un sonoro suspiro escapó de los labios del pelinegro y fue esos segundos en los que Cedric se detuvo, apartando (muy a su pesar) a su chico.

— Nos tenemos que ir... —Cedric acarició con mimo la mejilla de Eirian y dejó un tierno beso en su frente, apartándose después. Eirian refunfuñó pero no insistió más, para extrañeza del alto quien conocía demasiado bien al bajo y ya hubiera montado un pequeño numerito en busca de atención y reteniendo a ambos. Decidió no darle más vueltas y siguió a su pequeño hasta la habitación, vistiéndose ambos entre bromas y pequeños coqueteos. Quince minutos después salían de casa.

No tardaron ni veinte minutos antes de llegar a su destino, sorprendiendo y emocionando a Eirian como un niño pequeño. ¿De verdad Cedric le había traído a una cafetería de gatos? ¿Seguro que aquel era su novio posesivo y celoso incluso del aire?

— Cedric... ¿No estarás enfermo, no? —Preguntó mientras con su diestra comprobaba la temperatura de su novio.— No, no tienes fiebre... Yo creo que te has dado un golpe. —Y rió a carcajadas.

— No, no lo estoy. —Rió ante las ocurrencias de su novio, negando y apoyando su mano en la cintura del más bajo.— Simplemente te vi viendo las fotos de gatos y pensé que te gustaría estar unas horas con los felinos...

— Gracias... —Fueron suficientes esas palabras por parte de Eirian para que Cedric supiera que había sido la mejor de todas sus ideas, ideas que no implicaran nada sexual, claro.

Eirian no tardó segundos en entrar, sintiéndose como en un paraíso. ¿Qué más podía pedir? Estaba rodeado de gatos que se paseaban libremente por el espacio y se acercaban a él curiosos y ansiosos de jugar. Y en esos momentos Eirian se olvidó que su perfecto y guapo novio lo había acompañado, ahora mismo solo existían gatos en su cabeza. Por su parte, Ced se limitó a observar con amor como su amado jugaba y reía con los felinos, esperando que rápidamente conociera a su nuevo mejor amigo. Aprovechó aquella distracción para acercarse a una de las empleadas y empezar a rellenar todos los papeles de la adopción.

Por su parte Eirian jugó con todos los gatos de la cafetería pero sobretodo se había encariñado especialmente con uno negro el cual se mostraba más cariñoso y celoso cerca de él; Eirian pensó que aquel gato era la viva imagen de Cedric.

Cuando quiso darse cuenta ya había pasado la hora que podía quedarse en la cafetería y un enorme puchero se instaló en sus labios, buscando por primera vez a su novio entre todos aquellos gatos. Sin muchos ánimos se acercó al pelirrojo y se agarró a su sudadera, cabizbajo y con el puchero aun en sus labios. No podía despedirse de los gatos o se los llevaría a casa.

— ¿Dónde vas? Te estás dejando algo. —Cedric miró divertido a su novio cuando este no entendió a lo que se refería. Eirian miró a su alrededor varias veces pero no se había dejado nada.

— Creo que te equivocas.

— No, no lo hago... —Y en esos momentos Cedric le mostró los papeles a Eirian, quien extrañado los cogió y leyó.

— No me jodas... ¿¡De verdad!? Oh por dios. —No le bastaron ni dos minutos para que Eirian corriera hacia el gato negro, cogiéndolo en brazos y llenándolo de todos los mimos posibles mientras repetía su nombre una y otra vez.— Bienvenido a la familia, Ced. Soy tu papi y ese gigante de ahí es tu papá.

— ¿Le has llamado Ced? —Cedric se cruzó de brazos y miró como el gato ronroneaba y se restregaba felizmente contra su novio; debía aguantar los celos todo lo posible.

— Es como tú, celoso y posesivo. —Y en ese momento estalló en carcajadas. Luego se despidió de las chicas que atendían y salió sin ni siquiera esperar por su mayor, demasiado ocupado estaba con llegar a casa y acurrucarse en el sofá con su nuevo mejor amigo.

Por su parte Cedric suspiró y se limitó a seguir a Eirian. Sabía que había cavado su propia tumba y que ahora tendría que luchar por volver a llamar la atención del más bajo, pero todo aquello valía la pena por ver a su ángel feliz y contento. Porque no había nada mejor en este mundo que la sonrisa de Eirian.

#𝖿𝗂𝖼𝗍𝗈𝖻𝖾𝗋𝟤𝟢𝟣𝟪Where stories live. Discover now