𝖣𝖺𝗒 𝟦: 𝖱𝖾𝗂𝗇𝖼𝖺𝗋𝗇𝖺𝗍𝗂𝗈𝗇 (𝖢𝖾𝖽𝗋𝗂𝖺𝗇)

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"— ¡No! ¡No quiero morir, por favor!

— Es tu castigo, te dijimos que no podías usar tus poderes en los humanos. Has incumplido con las normas de los Dioses.

— ¡Lo hice para salvarlo! ¡No me mateis!

— No es excusa. Debes morir

— ¡NO!"

Eirian se despertó sobresaltado de su cama, notando un inmenso dolor en su pecho. Respiraba agitado y las lágrimas brotaban de sus ojos sin parar; una noche más había tenido aquella pesadilla. No entendía porque se le repetía la misma escena una y otra vez. ¿Qué significaba aquello? Como pudo se limpió las lágrimas de su rostro y volvió a tumbarse, otra noche que no dormía. El reloj marcaba las cuatro de la mañana y un pesado suspiro escapó de sus labios. Se levantó de la cama y fue a sentarse a su escritorio, abriendo una de sus libretas y empezando a leer una y otra vez la descripción de su sueño.

"Cinco túnicas negras me rodean por completo. Estoy atado de manos y no soy capaz de soltarme. Se oye la misma voz grave y profunda diciendo que debo morir, es mi castigo. Luego noto unos brazos queriendo tirar de mi camiseta pero lo apartan de mi. Oigo como grita mi nombre. Oigo cómo se intenta deshacer de las personas o cosas que le impiden acercarse a mi. Entonces suplico por mi vida. Repito lo mismo de siempre y entonces me despierto".

Eirian suspiró y se dejó caer en la silla, tirando la cabeza hacia atrás. Cada noche lo mismo y nunca llega a entender cómo es posible que el pecho le duela tanto. Como si se lo hubieran arrancado de golpe. El pelinegro volvió a levantarse y una vez más se tumbó en la cama, su pecho seguía molestándole. Era un dolor físico pero sabía que había algo más detrás de todo aquello; sentía el pecho vacío, como si algo le faltara y hueco se llenara con el dolor. Un dolor que cada noche se intensifica más. Cerró los ojos y trató de volver a dormir.

"— ¡No me mateis!

— ¡Eirian! ¡Volveré a por ti! ¡No dejaré que te aparten de mi lado! ¡Siempre vamos a estar juntos!

— ¡Cedric, por favor!

— ¡Volveré lo prometo!"

Parpadeó en la oscuridad de su habitación y se tocó la cara. ¿Por qué estaba llorando? ¿Cedric? ¿Quién es Cedric? Eirian se incorporó en la cama y limpió sus lágrimas, aunque poco servía porque por primera vez en aquellos sueños había oído aquel nombre y eso hizo que su pecho doliera con más intensidad. Por primera vez Eirian lloró con fuerza, dejando salir aquel dolor, suavizando el vacío de su pecho. No sabía cuántas horas había dormido aquella noche, no le importaba. Tampoco sabía quién era Cedric, sin embargo le era tan familiar. Con pesadez se levantó de la cama y se metió en la ducha. Un largo día le esperaba en su nuevo puesto de trabajo.

~~~

Se arregló por última vez su cabello, miró la hora en su reloj de muñeca y suspiró totalmente nervioso, llegaba diez minutos antes pero para Eirian era muy importante aquel puesto de trabajo y más si era en la tienda que siempre había querido estar desde que era un adolescente. Se acicaló una vez más y apretando su mochila entre sus manos, entró en la tienda.

Una agradable melodía sonó por toda la tienda, indicando la llegada de un nuevo cliente. Con nerviosismo Eirian se acercó al mostrador y esperó que el encargado del turno saliera para poder atenderle. Los minutos pasaban y nadie salía por la puerta de los encargados. ¿Habían cerrado y Eirian no se había dado cuenta? Eso era prácticamente imposible. Poco a poco fue poniéndose cada vez más nervioso y empezó a morderse el labio.

— ¿Hola? ¿Hay alguien en la tienda? —Alzó su tono de voz, intentando asomarse por la puerta, pero todo allí estaba oscuro.

El tiempo seguía pasando y Eirian ya estaba a punto de desistir. Tal vez se pasaría al día siguiente. Un triste suspiró escapó de sus labios y justo cuando iba a salir de la tienda cabizbajo, chocó contra alguien. Un quejido y bufido salió de los labios de la otra persona.

— ¡Oh, lo siento! —Enseguida Eirian se disculpó con el desconocido, alzando el rostro para ver al individuo.

— No impor— El chico se quedó mudo, al igual que Eirian.

Ambos no se conocían, eran completos desconocidos. Pero no sentían aquello. El corazón del pelinegro empezó a latir con fuerza y entonces unos enormes brazos lo rodearon por completo.

— Te encontré... —Su voz era grave y profunda y se sentía tan cálida y acogedora. — Te dije que volvería a por ti.

Eirian no podía creerse aquello. Aquella voz era la misma que la de su sueño.

— Cedric... —Salió como un murmuro y fue lo único que necesitaba oír el pelirrojo para rodearlo aún más fuerte entre sus brazos.

Sueños o no. El pecho de Eirian dejó de doler en aquellos instantes y entonces supo que aquel misterio que lo había estado torturando todas las noches había encontrado su solución. Que aquel dolor que lo había estado torturando había desaparecido.  

#𝖿𝗂𝖼𝗍𝗈𝖻𝖾𝗋𝟤𝟢𝟣𝟪Where stories live. Discover now