8. Conan y Adrián - "Confuso"

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Me sentía muy mareado, un estruendoso ruido me ataladraba los oídos.

Aquel ruido empezó a convertirse en una voz... Cada vez más reconocible, era tierna pero entrecortada.

Abrí levemente lo ojos, la luz de una fogata a mi lado me cegó por unas milésimas de segundos antes de sentarme y tocar mi cabeza, me había golpeado y tenía un chichón.

—¡C-Conan! —gritó Adrián que estaba también sentado frente a mí, se veía muy aliviado y feliz.

Aunque de repente de sus ojos empezaron a caer cristalinas lágrimas, que aumentaban rápidamente hasta llenar sus mejillas.

Me alteré, justo cuando iba a decirle algo al respecto este se lanzó hacia mí, me abrazó rodeando mi cuello con sus brazos con fuerza.

— ¡M-Me asusté tanto!, m-me alegro muchísimo de que estés bien... ¡M-Menos mal! —decía entre llantos, sentía como mi sudadera se humedecía ante sus lágrimas.

De nuevo no sabía cómo reaccionar.

Hacía tanto que nadie me abrazaba hasta que llegó este pelirrojo cariñoso e inocente.

Él único que alguna vez ha llegado a abrazarme aparte de mi hermana ha sido mi novio... Y solo pasó una vez, aunque fue bastante especial.

Suspiro, se siente bien ser abrazado. Me decido a corresponder su abrazo y tratar de consolarle. Tímidamente; como si estuviera realizando un crimen, lo rodeo con mis brazos.

Miro de reojo a César porque temo su reacción, aunque para mi sorpresa este se encuentra como ido mirando hacia el suelo tapando sus oídos con las manos, ese maldito casi me mata. Joder, es cierto que me da curiosidad saber como se siente estar muerto pero jamás dije que quería que me asesinaran en el instante.

Aunque ahora comprendo un poco más por qué la mayoría de los cadáveres tienen una profunda y desgarradora expresión de dolor, nada duele más que estar luchando por vivir y sentir que te desvaneces.

—Adrián... Deja de llorar, estoy bien —lo tranquilizo.

Entre esa tranquilidad logro notar un dulce sabor a fresa en mis labios. No recuerdo haber comido fresas... Es raro.

— I-Idiota no sabes lo mucho que me has preocupado —murmura algo más tranquilo, parece que ya no llora, pero tampoco se separa de mí.

Lo separo con nerviosismo, miro su rostro a centímetros de mí y suspiro para luego secar el resto de las lágrimas que quedan en sus ojos.

Siempre suelo reír cuando alguien llora porque suelen verse horrible, pero Adrián se ve tan hermoso como siempre aún llorando... Se me encoje el corazón de solo verlo así.

—Estoy bien, mala hierba nunca muere —bromeo con una mirada y sonrisas relajadas. Logro que Adrián suelte una pequeña risita .— Así mejor, tonto —Este asintió secándose las mejillas para luego cambiar su expresión a una algo enojada y levantarse mirando a César.

—¿¡Qué mierda te pasa César!? —gritó. Yo lo miré sorprendido, es la primera vez que lo veo gritar así a César.

Aunque el de cabellos oscuros no responde, sigue con una mirada perdida.

—¡César! —lo llama. Este al fin parece reaccionar un poco y mira a Adrián a los ojos, parece suplicar con su mirada...

Algo no anda bien con esa mirada.

Se ve tan destrozado y roto, como si fuese a él al que casi matan.

—¿¡Qué te pasa!? ¡Casi lo matas! ¿¡Qué mosca te ha picado!? —dice cada vez más molesto ante el silencio de César, que a mi parecer sigue rogando no ser lastimado .— No vuelvas a hacer algo como eso... Ya es la segunda vez que te veo hacer cosas como estas, y-yo no quiero amigos asesinos, César —sentencia.

⚠EN PELIGRO⚠ (BL) (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora