Memories (Niall Horan)

Chapter 8

Las lágrimas caen tan rápido por mis ojos cómo la lluvia cae del cielo. ¿Por qué todo eso tiene que pasar? Estoy mucho mejor sin ti. He aprendido a valorarme como persona y a tenerme amor propio. ¿Por qué tiene que venir la lluvia y traerte cómo recuerdo? Ya bastante tengo con tener que verte todos los días en el colegio besándote con cualquiera, aunque ya he aprendido a manejarlo. Ya no duele tanto cómo antes. Pero la cicatriz que me está matando en estos momentos no se compara con nada. Cierro los ojos resignada. Nada va a sacarme de aquí, por lo que prefiero morirme; pero aún así, los recuerdos vuelven a mi mente…

El día escolar había terminado, pero aún así seguía en la escuela para colaborar con la organización del baile de Navidad, una actividad que te mantenía alejado de mi mente por un buen rato. Los pasillos estaban vacíos y yo iba en dirección al gimnasio para ayudar a Lola. En eso, siento que alguien jala de mi brazo y me mete en un aula, pero no tardé en darme cuenta de que eras tú.

—¿Qué es lo que quieres Niall? —pregunté fría y cortante.

—No seas así, cariño —dijiste para luego apegarme más a la pared y comenzar a besar mi cuello. Una acción hermosa, pero que no podía disfrutar. No si tú no me correspondías.

—¡Ya basta! —te empujé y logré alejarte.

Intenté salir de ese lugar pero no pude porque volviste a retenerme tomándome de la cintura y haciendo que vuelva a enfrentarte. Quise salir de la presa que impusiste, pero no pude. Más te acercaste y la misma corriente eléctrica que sentí la primera vez que me rozaste el brazo, sentí cuando posaste tus labios en los míos otra vez y me mantenías abrigada bajo tu abrazo.

Intenté alejarme de mil maneras, pero no pude. No si lograbas que me derritiera con un beso o una mirada. Estaba mal lo que estaba haciendo pero, ¿por qué no lo sentía de ese modo? Sentí cómo aflojabas el agarre y encontré mi chance para alejarme.

—Te odio —escupí esas palabras en tu cara y salí corriendo del lugar.

No quiero más recuerdos, pero parece que mi mente no hace más que reproducirlos uno atrás del otro. No siento nada. No veo nada. No escucho nada. He perdido todos mis sentidos. Estoy inconsciente. Estoy yaciendo en el asfalto moribunda. Siento perfectamente que en estos momentos estoy por morirme pero es ahora cuando siento esos mismos brazos que siempre me abrazaron con ternura alzarme y llevarme a un lugar más seguro. ¿Pero qué puedo saber yo? No puedo abrir los ojos y ni siquiera sé si estoy respirando. Sólo sé que alguien, corrección, que tú me has salvado.