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Al final el efecto provocador, y algo sensual fue logrado. Me sentía orgullosa por poder contribuir a algo a la mafia, aunque no fuese buena idea. Pero realmente confiaba en ese par de españoles, con que todo saliese bien.

Una vez, tras otra, repasábamos el plan en el cual me explicaban como actuar, no mostrar alguna emoción de nervios, o alterarme. Yo estaba relajada, y el peligro lo sabía. Él que no estaba bien era David. Puesto que él mismo quería cerciorarse de todo, pero estaba incapacitado. Me era imposible no querer reírme, por los celos que se le notaban en su cara, sus gestos molestos, mientras me miraba. Lo decían todo. Y me parecía una situación un tanto graciosa.

-Ti amo, italiano celoso. Estaré bien, no te preocupes por mi.- pedí con una mirada suplicante.-Por favor.-beso.-Confía en mi.-beso.

-Cuídate preciosa.- me beso por ultimo.

Salía a tiempo de la mansión, custodiada por tres camionetas, una delante de donde yo iba, y dos atrás. Aparte llegaría Iván y Álvaro, ambos por su cuenta. Esto parecía de película por un momento pensaba, y me sentía como toda una reina de la mafia. En busca de su presa. O de nuevas negociaciones que beneficiaran a mi bando. Me imaginaba metida en ese paraíso de mafiosos. Donde yo era la que conquistaba cada movimiento como David, o Joseph-

Yo sería más sutil. Las mujeres poseemos, el sexto sentido. Una mujer en la mafia, para mi sería más fácil de estar al mando. Usas la inteligencia, la sensualidad para poder lograr lo que tienes. Como mujeres el peligro y el instinto nos llevan a idealizar cosas, y actuar mejor en situaciones donde esta se requiere. Y en esa cuestión se debe ser egoísta, y ser consientes en que así como lo tendría todo, también nada. ¿Por qué? He comprendido que por más inocente que seas, o sea tu familia. Tus enemigos se desquitan con tu debilidad, con lo que quieres y amas. Y eso eran majaderías.

Adoraba Venecia de noche. Era increíble, luces por doquier, adornando sus bellas y cálidas calles. Estábamos por llegar, cada quien a sus puestos.

Respiraba con algo de dificultad.

Era inteligente, pero no tanto para saber que algo malo pasaría. Pero debía confiar en que todo estaría bien. Claro con los mejores hombres de David, era seguro.

David se encargó de hacer una reservación especial.

-¡¡Aquí vamos!!- suspire.

Baje de la camioneta, un aire fresco golpeo mis fosas nasales. Con la combinación de un perfume varonil.

Dirigí mi vista hasta el otro lado de la calle, mirando a Alek, con un típico traje negro ajustado a su gran cuerpo. Mi demonio que llevaba dentro me pedía a gritos ¡Es hora de jugar!

Me acerque a él con una seguridad tenue, y pacífica.

-¡Buenas noches señor Sokolov!- salude de beso.

-Señorita García, es un honor. Pasemos, después de usted.-

Mientras caminábamos repasaba todas sus palabras, poniendo atención a todas las cosas, observando cada detalle del lugar.

-Tienes buen gusto, en restaurantes.- hablo.

El mesero, nos señaló una mesa, cerca de los baños, facilitando un poco mi tarea.

-Solía venir con Hoffman, le debo él gusto a él.- sonreí.

Pasando unos minutos, hicimos nuestro pedido. El ambiente era algo tenso, pero cómodo.

-Me enteré de lo de David, de verdad cuanto lo siento.- comento sereno.

¿Cómo le hacía? Maldito idiota.

El Pago de la Mafia Italiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora