Seis: la Colonia Pérdida

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Miré las llamas cálidas de la hoguera. Me parecían bailar al son de una música que no llegaba a mis oídos.
Deseaba por alguna razón meter la mano y que ese celestial candelaria me besara con dulzura mortífera.
Allí sentados en círculo en torno al hogar me daba la impresión de ser niños y adolescentes normales en un campamento de verano rodeados de gruesas y retorcidas ramas. De hecho desde mi posición no se veía pero Lizie, que estaba frente a mí con seguridad vería en la lejanía el orfanato. Que graciosa y inexacta es mi mente.
Hace mucho mucho tiempo, cuando sólo contaba con ocho o nueve años mis padres tuvieron la poca decencia de llevarme ha uno religioso, y desde luego los puntos en común tan pocos como el de un cuervo a un escritorio.
Solo faltaba algo, algo al que yo era aficionado:
- Hemos salido de acampada, pero faltan la historia de terror, de las cuales hagan que se tenga escalofríos- bromeé para romper el pesado silencio-. Podemos narrar una cada uno si eso.
Las miradas se dirigieron a mí.
- No sé, no creo que ninguno de estos soporte algo minimamente terrorífico- dijo Sarah mordazmente-. Y tu menos deux mille.
No sé si esa frase llevaba razón, pero le conteste solo por ponerme apodo, solo se lo permitía a Lizie.
- Yo por lo menos me esfuerzo en hacer algo que no sea esperar a que se me sequen lo ojos por el calor- añadí a su palabras de desprecio-. Bueno, ¿quien comienza?
Miré a Elizabeth, luego pase la mirada a Alice, después a Augusto... Así tras pedirle que comenzarán ello.
Al fin y al cabo era mi idea, debía empezarla yo.
Calcule todas la historia en mi mente, si contenía mucho terror asustaria a los más pequeños y me ganaría una bronca de Alice, y si era muy floja no cantaría la atención de los mayores.
-¿Algunos conocéis la historia de Colonia Pérdida Roanoke? - improvise con la soltura que puede, por lo que no mucha.
Clarissa negó con la cabeza, la niña era la más pequeña de nosotros, y hallaba en una postura tímida con las manos rodeando las rodillas. Ella poseía cierto parecido a Lizie, su hermana, a pesar de que las separarán más de seis años su cara eran muy parecidas. Su cabello no tanto; el de Elizabeth era liso y tan claro que a la luz de sol veraniego se tornaba casi blanco y los riso de Clarissa se mostraba dorados como un collar muy caro.
-Hace mucho tiempo, aunque creo que para el Profesor no tanto...- lancé una pulla amistosa sobre su cuidador, o puede que más bien muestro- en la época de las colonias, cuando todavía América era un lugar desierto de Europeos y los precolombinos poblaban libremente los bosques, praderas y selvas. Un grupo de ochenta hombres, catorce mujeres y unos cuantos de niños se hizo a la mar liderada John White, un artista que también llevo a su hija y yerno al viaje. El viaje fue tortuoso con tormentas que azotaban el barco constantemente y lo mecian como una peligrosa mecedora pero consiguieron hechar el ancla en la isla Roanoke, dónde se establecerían y más tarde adoptaría su nombre...
Erick le interrumpió sin menor consideración y tan vacilante como siempre.
- Si tan peligroso era el viaje, ¿por que se llevó a su familia? Tendría que ser un tipo muy desconsiderado- argumento mirándome fijamente, como todos.
Tan pronto como término su pregunta Tello se la contestó.
- Es obvio, él no sabía lo traicionero que pude llegar ha ser el mar.
- Lo dice alguien que no lo ha visto jamás- Erick cambio de postura las piernas.
- Por algo será.
Los fulmine con la mirada a ambos.
-¿Prosiguió o queréis continuar vosotros? - les pregunte con todo el sorna que mí voz me dejó-. Eso pensaba. Bueno por donde iba... fundaron una colonia próspera con en todo momento siguiendo las reglas puritanas de dónde venían, incluso la nieta de White fue el primer nacimiento en el Nuevo Continente.
Sin querer me gané su atención y todos prestaban tanta atención que no les distraeria ni un huracán.
-Se ganaron la confianza de algunas tribus, como los Croatoan pero otros los veían como una inminente amenaza. Por lo que se expandió el temor de correr alguna amenaza y pronto White tubo que regresar a Inglaterra para pedir que los colonos volvieran a su hogar.
>> No sabían que eso no les sentenciaria. El hombre partió y consiguió la orden de desalojadar el asentamiento pero una vez allí no pudo partir, todos los barcos que había se destinaban a la guerra que en eso años se luchaba- disimule que no me acordaba de la batalla que era-. Cuando el artista volvió no encontró algo inesperado.
>>Las cosas de los colonos se había desaparecido como sus dueños, nada de señales de peligro solo hallarron la palabra Croatoan tallada en la corteza de un árbol. Por un tiempo los trataron de encontrar, su única familia se encontraba con ellos pero tras unas duras y intensas jornadas desistió.
Finalice la historia.
Mis amigos me miraron desconcertados por que se esperaban otra cosa, yo se las daría pero en su momento.
-Y ya está- casi preguntó Lizie.
-Solo un cuentecito sobre la primera colonia que seguramente te inventates sobre la marcha- sentenció Tello.
-Sabía que iba ha ser una estupidez.
- No le tireis piedras al pobre ragazzo- me defendió Augusto mientras se arreglaba el cuello del polo-. Por lo menos el quiere que hagamos algo más que mirar el fuego la única noche que el Profesor nos dejá dormir "fuera".
- No creo que debas ni de decirlo en modo irónico lo de fuera, si pego un chillido se escucharía fijo en la casa- dijo Elizabeth alisadose el vestido.
Me aclare la garganta.
- La historia ya ha terminado, pero por la parte de John, ahora queda Eleanor- continúe, esta parte no era histórica ni nadie la sabía así que me la invente-. En esos tres años los colonos se movieron, desesperados ya que veían que el regreso de White no se produciría a corto plazo. En ese tiempo, el marido de Eleanor, quién tomo el mando por su suegro murió y más tarde su hija.
>> Eleanor se encontraba desolada, y como única posible líder del grupo. Los Croatoan les hecho una mano amiga y les propuso una alianza por matrimonio,  ella la rechazo por la repugnante idea de tener como esposo un salvaje.
Conseguí que me prestará atención de nuevo, me miraban muy atentos a cada palabra.
- El invierno se acercaba,  y con cada copo de nieve la comida desaparecía. De modo que tratándose su orgullo y a regañadientes accedió al trato, uno que acordaba que los colonos sobrevivirian lo más posible.
>>No tardaron los ingleses en mudarse al campamento nativo, estos los recibieron con las manos abiertas y calurosamente.
>> En cuanto se terminaron los preparativos para la boda, cosa de uno semana o menos se celebró el enlace. Todo fue bien, hasta que cuando terminaron con el equivalente indio al si quiero el jefe nativo, y nuevo esposo de la jefa colona le dijo que era hora de cumplir su promesa, le dijo mientras uno de sus hombre tiraba a Ambrose, un joven colono a sus pies y añadió que le cortará el brazo. Tras una gran y tensa discusión fue él quién le cortó el brazo al chico. Y lo hizo de una tajada, los colonos desenvainaron sus armas pero le chaman le detuvo y les pidió que miran.
>> Ambrose se retorcida y gritaba en el suelo nevado, la sangre se su extremidad se dispersaba por todas parte. El gritaba más fuerte, su mano dejo de sangrar y volvió a crecer poco a poco, con disminuida prisa y mucha repugnancia por ver como cada vena, cada músculo, cada hueso, cada piel y cada vello.
El miedo se dibujaba en las miradas de mis amigos, ya se temían la oscuridad del asunto. 
Todos menos Clarissa, que sonreía interesada en la grotesca historia.
-El evento continuo con normalidad pero en el banquete, dónde los hijos de Inglaterra se mezclaban con los no civilizadosy bebían vino juntos el jefe se levantó de su asiento y les dedicó una sola palabra- me puse una sudadera por el frío, salté de tronco que usaba de silla y grité con fuerza-. Croatoan.
La mayoría se asustó, he incluso vi unas piedras temblar.
Y continúe- Los colonos de Roanoke, incluido la novia comenzaron a convulsionar y caerse al suelo.
>>En nuestra tribu hay una leyenda, una muy antigua que cuenta la historia de dos hombres en un invierno, dónde la comida se terminó.  Uno de ellos mató al otro y se lo comió por nesesidad. Este por ese impío pecado quedo convertido en un ser amorfo, feo y putrefacto- relate como si fuera el jefe tribal-.  Luego él relato como habían cocinado a un bebé dentro del estofado, que primero tomó Ambrose.
>>Este fue el primero en alzarse en su nuevo ser, su hermosos ojos azules no quedaba rastro de ellos, su juvenil y hermosa cara ahora tenía la piel grisácea y colgando y su pies e manos se alargaron.  Eleanor no disponía de mejor aspecto, su rostro ya ni siquiera conservaba rasgos y ojos y sus piernas se medían el doble.
>>Croatoan, volvió a gritar el hombre. Los monstruos le hicieron caso al unísono.
Sentí temblar la tierra, unas piedras del tamaño de guisantes volaron hacia mí,  impactando en mis costillas.
-Lizie, ¿tanto miedo a dado para que muevas cosas sin querer?

Cuentos para Elizabeth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora