Cap 3: Una gota para desafiarte

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Elliot durmió esa noche en casa de Vivian tras su dura insistencia. Desde muy pequeño, no le había gustado mucho la compañía pero con su hermana era diferente. Con ella tenía confianza. Ser tres años mayor que él siempre le había hecho querer protegerlo, y se convirtió en su consejera en la adolescencia.

Ahora era su turno de ayudarla. Sabía que estaría bien mientras no saliese de casa por las noches pero eso no le quitaba la preocupación. Ella era, junto a su madre, la persona más preciada para él, y tenía miedo de perderla.

-Ten, no creo que a Chris le moleste que lo utilices.- Dijo Vivian tras salir de su habitación y lanzarle un conjunto de pantalón y camisa de pijama blanco a rayas azules. Ella ya se había cambiado a un pantalón largo y ancho de pijama rosa y una camiseta de tirantes ajustada del mismo color, con un gatito banco dibujado en el centro.

-Vivian...- Arrastró el nombre mientras se quedaba pensativo, recordando la mirada del chico de la cafetería y el cómo se había esfumado sin siquiera haberlo visto. No quería sacar el tema. Odiaba a los vampiros e incluso el simple hecho de nombrarlos le desquiciaba, pero necesitaba hacer algo para salvar a su hermana y lo primero que tenía que hacer era averiguar más cosas sobre esos seres.- ¿Todavía investigas a los vampiros?

Ella asintió mientras caminaba hacia la cocina. Escuchó abrirse la puerta de la nevera y cerrarse a los pocos segundos. Vivian apareció en el salón con dos latas frías de cerveza y le ofreció una.

-Nunca te ha gustado hablar sobre ello, hermanito.- Elliot sonrió apenado y tomó la lata abriéndola con un ligero "click" y, de un trago, vació la mitad. Eso le sentó de maravilla.

-No quiero aprender en una noche todo lo que te ha llevado años de investigación. Sólo quiero saber cosas básicas.- La mujer soltó una pequeña carcajada.

-Pues ya sabes que son inmortales y que nada de lo que dicen en los libros de ficción les puede matar. Eso es lo básico.- Elliot le lanzó una mirada burlona.

-También sé que por el día no cazan y que la única forma de que mueran es de hambre, ¿eso se considera conocimiento de nivel 2?- Vivian le siguió el juego después de casi escupir la cerveza que acababa de llevarse a la boca.

-Por supuesto. Ya eres todo un experto en estos temas.- Continuaron con las bromas por unos minutos hasta que de pronto, ambos se quedaron serios. El silencio y la incomodidad invadieron la estancia hasta que Elliot se decidió a romperlo.

-¿Cómo puedo distinguirlos?- Para él, esa era la pregunta crucial. Vivian agachó la mirada hacia sus pies y se quedó embelesada mirando sus pantuflas rosas con dos pompones cada una simulando orejas. Respondió sin levantar la vista.

-No puedes. Quiero decir, su aspecto es igual que el de cualquier ser humano. Tal vez un poco más pálidos pero también hay personas con la tez muy blanca.

-¿Y los colmillos?- Ella ahogó una risita.

-Solo los muestran si van a morder a alguien. El resto del tiempo están ocultos. Su dentadura es como la de cualquier persona.- Elliot se llevó a la cabeza la mano que tenía libre y se revolvió el pelo.

-¿Alguna peculiaridad? Mismo color de pelo, o altura, o algo.- Vivian negó.

-A parte de la piel pálida y fría, nada. Todos mantienen el mismo aspecto que cuando eran humanos así que son diferentes entre ellos.- Entonces Elliot se decidió. Sabía perfectamente que se arrepentiría por lo que quiso hacerlo antes de que eso pasase.

-Hermana, déjame ver alguno de tus recortes, un cuaderno y un bolígrafo.- Suspiró. Ya lo había dicho. No había vuelta atrás. Dio gracias a que al día siguiente no tenía trabajo pues esa noche... no, ese fin de semana iba a ser muy largo.

Una Gota para AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora