Cap 5: Una gota para temerte

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No durmió. Fue imposible. Cada vez que cerraba los ojos, la visión de aquel niño sádico, su infantil y tortuosa voz e incluso la proposición de Dan hacía que volviese a abrirlos de inmediato.

Hundió su cabeza en la almohada con tanto ahínco que sólo se separó cuando sintió la falta de oxígeno. Y así, la luz de un nuevo día... de un inesperado domingo, llegó.

La puerta del dormitorio sonó un par de veces y por un momento, todos sus músculos se tensaron. Hasta que recordó que estaba en casa de su hermana y lo soltó todo en un fuerte suspiro. No podía continuar así o se volvería paranoico.

Se levantó con pesadez y ni siquiera se dio cuenta de cuándo había entrado al baño. No se paró a pensarlo, simplemente abrió el grifo de la ducha y se desnudó con rapidez metiéndose dentro.

No lo creyó posible pero el efecto del agua fría fue inmediato. No estaba como para lanzar cohetes pero se sintió mucho mejor. Quince minutos después, ya estaba sentado en la cocina desayunando con su hermana.

-Te noto algo cansado, ¿estás bien?- Preguntó Vivian mientras se llevaba el tazón de café a la boca con una mano y contestaba a un WhatsApp de Chris con la otra.

-¿Me preguntas a mí?- Dijo con sarcasmo. Ni siquiera estaba seguro de si le había dirigido la mirada en todo el rato.

-No hay nadie más aquí.- Elliot sonrió al ver una fugaz mirada de preocupación por parte de su hermana.

-Estoy bien, es solo que no he podido pegar ojo en toda la noche.- Ella frunció el ceño.

-Eso te pasa por beber tanto café.- Le apartó el tazón de las manos y lo miró con una dura expresión.- Ve a acostarte.

-Vivian...- No quería decirle a su hermana la verdadera razón por la que no había podido dormir. Ella sabía que había decidido pasar allí la semana para investigar sobre el tema de los vampiros pero no tenía ni idea del lío en el que se había metido.

Finalmente tuvo que renunciar a su café matutino y volver de nuevo a su habitación. Bajó las persianas del todo para dejarla a oscuras y se tumbó. Si hubiera sabido antes que la ducha era mágica, no habría pasado la noche dando vueltas. Apenas tardó cinco minutos en quedarse dormido.

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Dan acababa de salir de la ducha y se encontraba desnudo con las puertas del armario abiertas de par en par. Podía escuchar a Tom tarareando la diabólica canción que tanto caracterizaba la serie de películas de pesadilla en Elm Street, tan feliz y despreocupado que le daba envidia.

A veces le gustaría ser un sádico como él y no importarle una mierda la vida de los seres humanos, pero no podía hacer eso. Y por ello, todavía seguía en la misma posición frente a un montón de ropa sin saber qué ponerse.

Le echó un vistazo a su cama. Había en ella un conjunto moderno de pantalón vaquero y camiseta de verano de manga corta blanca, con un par de gruesas rayas negras en el centro del pecho y la frase "One two fuck you" en la espalda. Si bien no parecía ser algo decente para salir con una chica, estaba claro que no intentaba ligar con ella. Lo que menos quería era enamorar a una humana a la que, lo más seguro, dejaría de ver en un mes.

Pero su cita y el festival eran dos cosas distintas. A este segundo debía ir bien arreglado. ¿Acaso no sabía qué ponerse? Por supuesto que sí. Tenía divisado el esmoquin desde el mismo momento en el que había abierto el armario, pero no quería sacarlo. No quería ir al festival. Desde hacía seis meses que se había convertido en una experiencia horrible todo aquello.

-Dan, ¿estás listo?- Escuchó la voz de Tom al otro lado de la pared. Eso le hizo sonreír y decidirse a sacar el bendito traje.

-Casi.- Respondió. Pero antes de que pudiese empezar a vestirse, su amigo ya estaba allí.

Una Gota para AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora