Nunca antes había disfrutado tanto del descanso que los últimos días de clase le ofrecían. Ya habían terminado los exámenes así que la razón de acudir allí era prácticamente para nada. Pero ese lunes ni siquiera recordaba haber ido a las aulas. Se encontraba en la sala de profesores después de las primeras dos horas y, lo único que le indicaba que había visto a sus alumnos era un folio con las asistencias de estos marcadas.
-¿Un mal día?- La voz sonó a sus espaldas. Debía estar demasiado mal si ni siquiera había escuchado el sonido de la puerta al abrirse o sus pasos al entrar.
Alicia se sentó a su lado, en el escritorio de Matt, aprovechando que este no estaba y le ofreció un pequeño paquete de chicles de eucalipto. Elliot la miró con el agotamiento reflejado en su cara.
-No he podido dormir esta noche.- Tuvo que sacar una fuerza sobrehumana para poder sonreír y no preocupar a su compañera de trabajo. Físicamente, las ojeras le llegaban hasta el suelo. A parte de eso, no había necesidad de exteriorizar la mala noche que había pasado. Y lo peor es que había sido para nada. Aceptó los chicles llevándose uno a la boca.
-Tuve una llamada tuya ayer. Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde así que no te la devolví. ¿Era importante?- Elliot negó. No tenía el cerebro como para empezar a inventarse excusas de ningún tipo así que contestó simplemente lo primero que se le vino a la mente.
-Me confundí de número, lo siento.- Alicia no acostumbraba a recibir llamadas de aquel profesor por lo que fue una excusa creíble.
Justo en ese momento, sonó el timbre que daba inicio a una nueva hora de clases. Elliot se levantó del asiento y se despidió con la mano. No podía seguir así, debía olvidar todo lo ocurrido y alejarse de ese mundo en el que se había metido sin razón aparente.
-¡Hughs!- Le llamó la mujer cuando ya estaba a punto de salir del aula de profesores. Él se detuvo y la miró dándole a entender que podía continuar hablando.- Tal vez no sea un buen momento para decírtelo, pero este fin de semana dan un pequeño festival medieval en el centro. ¿Te apetecería acompañarme?- El silencio por parte de Elliot le indicó que, efectivamente, no era el mejor momento para pedirle algo así. Ella se apresuró a hablar antes de que le diese una contestación.- Sólo piénsatelo. No tienes que responderme ahora. Todavía queda una semana.- Sonrió amigablemente y se despidió del pelicastaño con la mano.
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Apenas corría nada de viento y el sol pegaba fuerte a esas horas. Dan había quedado con Camila para salir un rato antes de que esta tuviese que ir a trabajar.
Se encontraban sentados a la sombra en la terraza de un bar próximo a la cafetería en la que trabajaba la chica.
Esa era la segunda vez que quedaban fuera del trabajo y al moreno se le hizo imposible rechazar el refresco que ella le ofreció. Después de casi una hora allí, apenas había vaciado la mitad de su coca-cola y el hielo había hecho que el volumen de ese asqueroso líquido aumentase.
-... y en ese momento fue cuando reuní el valor para decirle a mi padre que no quería ir a la universidad.- Camila soltó una risilla y en su mirada brillaba la nostalgia de aquel recuerdo.
-Sigo pensando que tienes unos padres encantadores.- Ella le dio un trago a su tercer trina de naranja mientras que Dan seguía sin tocar prácticamente su bebida.
-¿Y tu familia? Cuéntame algo.- Incitó la chica a que hablase pues hasta ahora no había contado nada de su vida. Dan sonrió y se encogió de hombros.
-Mi madre murió de cáncer al poco de nacer Tom.
-Vaya... lo siento mucho.- El vampiro ya se esperaba esa respuesta. Negó restándole importancia.
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Una Gota para Amarte
VampirDan Straker es un jóven vampiro con la apariencia de un chico de 19 años. Debido a un incidente ocurrido seis meses atrás, se encuentra en una cuenta regresiva cuyo único destino es su muerte. Elliot Hughs es profesor de literatura en el instituto m...