El sonido de algunos bolígrafos golpeando de manera frenética sobre la mesa de los pupitres, el tic-tac del reloj de la pared del aula, algunas risas que provenían del patio en el exterior. Nada de eso era capaz de distraerle. Sentado en su mesa, justo al lado de la pizarra, aprovechaba los pocos minutos que le quedaban de tranquilidad para leer. Aquello era algo que le encantaba. Se sumergía en cada historia, en cada relato, y lo vivía como propio.
Involuntariamente, se pasó la mano por un mechón de su pelo castaño que le cubría los ojos, tratando de colocarlo detrás de la oreja. Algo que dio por perdido después de tres intentos pues este no era capaz de obedecer. Ya le había crecido lo suficiente como para molestarle pero no tanto como para controlarlo, y eso le molestaba, tendría que ir pronto a cortárselo de nuevo.
Instintivamente tragó saliva, todavía absorto en el libro, pasó suavemente la página para continuar leyendo. Estaba atrapado en un lugar terrorífico, en un oscuro callejón, metido en la piel de una mujer que huía de unos violadores en mitad de la lluvia. Volvió a tragar saliva cuando la atraparon y continuó leyendo, rezando en su interior porque el protagonista de la historia llegase a tiempo para salvarla.
Unas risas provenientes del interior de su clase, le hicieron levantar la mirada molesto, fulminando a aquellos dos alumnos que habían osado perturbar su lectura en una parte tan interesante. Sus ojos claros, color café, no eran para nada intimidantes, pero los niños que se encontraban en ese lugar, ya sabían la poca paciencia y el mal carácter que este podía tener, así que, en cuanto recibieron su mirada reprobatoria, callaron.
-Profesor...- Un alumno se atrevió a acercarse hasta su mesa con el folio del examen en la mano.- Ya he terminado.- No le prestó demasiada atención. Cogió la fina hoja y la dejó a un lado en la mesa. Observó el reloj de pared del aula que marcaba la 13:45 de un viernes a finales de curso. Obviamente, los alumnos estaban desesperados por terminar las clases y salir hacia su libertad así que suspiró.
-Puedes irte, si quieres.- El joven de 14 años sonrió amplio y corrió hasta su mesa empezando a recoger todo rápidamente.- No hagas ruido, interrumpes a los demás.- Un "perdón" dicho en susurro llegó hasta sus oídos y le hizo sonreír, volviendo al instante a su lectura.
No pudo concentrarse demasiado y apenas fue capaz de leer dos frases más pues, los alumnos, motivados por poder salir unos minutos antes, se levantaban uno tras otro y dejaban su examen formando una pila sobre el primer papel que había dejado aquel alumno.
Cuando se hizo la hora, cerró el libro y lo guardó en su bolsa, mirando de reojo a los dos jóvenes que quedaban.
-Se ha acabado el tiempo, chicos. Yo también quiero irme a casa.- Los dos alumnos suspiraron y se levantaron de sus asientos, él conocía esas caras. Sabía que no estaban contentos con el resultado.- La próxima vez, empezad a estudiar antes.
Una vez se quedó solo, guardó los exámenes y salió del aula observando su teléfono móvil. Al menos quince llamadas y otros tantos mensajes se acumulaban en la pantalla, todos de su hermana. Eso hizo que se preocupase, pero no tuvo tiempo para devolverle las llamadas pues en ese momento, una de las profesoras más codiciadas tanto entre alumnos como profesores, se acercó a él con una gran sonrisa y un brillo de felicidad en sus grandes y claros ojos azules.
-¡Hughs!- Le llamó cuando apenas los distanciaban un par de metros de pasillo. El aludido correspondió el saludo una leve sonrisa y continuó caminando hacia ella hasta quedar a su lado y poner ambos marcha hacia la sala de profesores.- ¿Qué tal el examen de hoy?- Se quedó pensativo unos instantes antes de responder.
-Si te refieres al de 3ºB, bien. La mayoría de los alumnos de segundo han copiado el examen.- Ella soltó una pequeña risa. Aunque era una mujer de 35 años, no aparentaba esa edad. Su cabello rubio natural, suave y liso hasta la mitad de la espalda, siempre lo tenía recogido en una coleta alta. Además, sus tallas perfectas, su voz aguda y sus facciones joviales incluso sin maquillaje, la hacían parecer 10 años más joven. La única pega que podía poner él, y tan sólo por sacarle algún defecto, era su altura pues pocas mujeres había que midieran 175cm. Era la misma estatura que tenía él.
ESTÁS LEYENDO
Una Gota para Amarte
VampireDan Straker es un jóven vampiro con la apariencia de un chico de 19 años. Debido a un incidente ocurrido seis meses atrás, se encuentra en una cuenta regresiva cuyo único destino es su muerte. Elliot Hughs es profesor de literatura en el instituto m...