Reglas

501 28 0
                                    

Advertencia:
Contenido explícito +18, R18, 3X, como le quieran clasificar (:v)

***

Kagami Taiga entendió por primera vez en su vida que existían personas capaces de explotar una situación hasta encontrar beneficios propios, alguien así debía ser un tipo de criminal... uno que no cometía crimen alguno más que ser perfecto. Pero eso solamente fue la punta del iceberg...Daiki no era el tipo de hombre que se conformara solo con eso, ganaría, estaba dispuesto a hacerlo y conseguir sus propios beneficios al respecto. Al no querer que el pelirrojo hablara de ello, se encargaría perfectamente de que su pequeña apuesta jamás saliera a la luz...

•••

No entendía, siquiera podía pensar, todo su cuero estaba a merced de las manos morenas que recorrían su cuerpo provocando que su sensibilidad aumentara, no había tocado aún nada importante, y sin embargo, su cuerpo le había traicionado poniendo aquello en un estado de atención urgente, el cual, causaba las sonrisas burlonas del responsable — Eres inesperadamente sensible... aquí... — tocó su pecho, ligeramente arrastrándolo por un pequeño tramo — Aquí... — bajó hasta el abdomen donde tocó con todos sus dedos, todo aquello lograba estremecer al pelirrojo quien pese a todo, no ponía resistencia alguna — Mmh es un problema que no tenga aquí algo decente con que prepararte... tendrá que ser así... — sin avisarle de que hará, levanta súbitamente la cadera del hombre, así, la eleva hasta que aquella negra estuvo a una altura lo suficientemente buena para lubricarse... de la forma más tradicional posible, lamiendo — ¿Qué...? ¡No! Está suci-... — para el pelirrojo quien estaba siendo víctima de ello, no supo que sentir, aquella extraña sensación no podría decidir si se sentía bien o no, pero más que eso, le sorprendía que aquel moreno llegara a tal punto, aunque en parte también le agradaba que fuera cuidadoso con ello — Te bañaste, antes que yo — le escucho decir sintiendo tensión en su cuerpo, sintió algo de dolor, pues no tenía ni la más mínima costumbre de estar así, ¿como lo supo? ¿Como se dio cuenta de ello? Se había asegurado de no usar ningún jabón aromatizante, no le gustaban y siempre traía uno consigo... sería algo imposible de saber — Parece que has olvidado que las toallas no se secan al instante — entonces, comenzó a sentir una intromisión bastante peculiar, no le dolía como alguna vez escuchó de sus amigos gays que dolía bastante la primera vez... se sentía engañado.

Sentía claramente como la lengua ajena se adentraba con algo más en su interior, entre más contacto había y entre más movimiento sentía, más extraño se sentía y su cuerpo le empezaba a traicionar. Sentía como de su hombría caían pequeñas gotas a su estomago, no se atrevía a mirar por las constantes vergüenzas que estaba pasando, mirar hacia donde estaba su hombría era ver como el moreno hacía algo inimaginable — Entonces... — escuchó decir, no entendía que más tendría que decir, pero pronto comprendió que no iba a decir nada, sino hacer... en su interior había dos dedos que hurgaban sutilmente buscando algo... parecía tener mucha experiencia haciéndolo con hombres, cosa que le hacía sentir un ligero dolor al pelirrojo justo en el pecho, algo que tampoco duró puesto que su cuerpo sucumbió a la sensación de placer sin explicación alguna, la reacción de su cuero decía mucho al respecto y el moreno no lo dejó pasar — Aquí... ¿Estás listo... Taiga? — el pelirrojo abrió los ojos asustando por su pregunta, lo primero que alcanzó a observar era a un hombre que lo devoraba con los ojos, vergüenza debió sentir al estremecerse bajo esa mirada depredadora que le hizo terminar por primera vez sin tocarlo directamente — Oh, esto servirá — sacó sus dedos y embarró los mismos con la esencia ajena, no desperdició segundo alguno y regresó a su anterior labor, la cual, ahora era mucho más fácil de realizar. Sin discreción jugaba en el interior del pelirrojo quien tenía ligeros espasmos en su cuerpo difíciles de entender, la primera vez de un hombre ... ¿se sentía así de bien? La intromisión subía de nivel, ya no era uno, sino dos dedos los que surcaban su interior, atacaban su punto y se abrían para estirar, tanto cuidado ¿también era normal? ... ¿así preparo a los otros con los que se acosto? ... no quería pensarlo, y no era que pudiera realmente, apenas tenía un pensamiento en su mente, este mismo era sustituido por el moreno y con placer. Un tercero entró y una risilla le acompañó...

Tóxica AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora