La petición.

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Últimamente se había esforzado demasiado; aún con la advertencia en cuanto al estado de sus brazos. Por más que entrenaba, practicaba y volvía a practicar no era capaz de controlar completamente el One for all.

Estaba cansado, y de vez en cuando los ánimos decaían aún y cuando intentara mantener la moral lo más estable que podía. No quería hacerlo pero tendría que recurrir a un poco de ayuda extra.

[...]

Nerviosamente un par de toques se escucharon en la puerta de aquel taller; donde la peculiar pelirosa que hacía unos meses conoció en el festival deportivo, se pasaba horas ideando nuevas herramientas con las que impresionar a los posibles agentes de negocios que podrían o no patrocinarla en el futuro. Siendo objetivo, ella lucía como alguien capaz de hacer sus desvaríos realidad, y aunque aquello conllevaba varios riesgos; los tomaría, teniendo claro que los resultados podrían no ser los esperados.

Uno, dos, y tres golpes se escucharon dentro del lugar antes de que la puerta fuera abierta. A los pocos segundos una cabellera rosa se hizo presente y le saludó.

—¡Hola.......! –Exclamó la de mediana estatura, alargando la última silava en la esperanza de que el aludido le dijese su nombre. Porque siendo honesta, ella tenía muchísimas mejores cosas en las que pensar que acordarse del rostro y nombre de cada persona que se paraba por ahí–.

—Midoriya Izuku. –Concluyó él; devolviéndole el saludo en una reverencia–. Hicimos equipo en el festival deportivo...–El realmente esperaba que lo recordara–.

—¡Oh! Si, si...–Era obvio que no lo hacia– vamos, dime ¿Qué necesitas?, ¿Qué te trae por aquí? –Inquirió ella realmente ansiosa por poder volver adentro–. ¿Es que necesitas alguno de mis bebés?

—Si.... Supongo que si. ¿Podemos... Podemos hablar? –La preocupación y los nervios carcomían cada parte de su corazón; haciéndole latir de una manera tan arrítmica que le daba miedo sufrir algún tipo de ataque en cualquier momento–.

—¡Claro, pasa rápido! –Dicho y hecho. Ella lo tomó por el dorso del brazo, arrastrándolo dentro del taller–. Así que.... ¿Qué se te ofrece Midoriya Izuku?

—Verás....Digamos que a pesar de los entrenamientos no he sido capaz de utilizar mi Kosei sin lastimarme de alguna u otra manera. Y quería saber.... Si tu podías ayudarme. –Cuando la chica estuvo a punto de abrir la boca, y comenzar a buscar entre todos sus inventos; él, la calló volviendo a hablar–. Pero no quiero un artilugio.... Necesito algo desde adentro.

Es decir, ¿no podrías crear una medicina que me ayude o algo como eso?

—¿Una medicina? –Ella pareció pensarlo durante unos momentos, antes de contestar –. Yo soy una chica de objetos, no sustancias. ¡Además! No suelo trabajar con cosas que involucren el funcionamiento interior del cuerpo humano..... Sin embargo, podría intentarlo sin ningún problema.

La cosa es.... No puedo asegurarte que eso funcione; por lo que no me haría responsable de los efectos que pudiese tener en ti. El cuerpo es complejo, Midoriya Izuku.... ¿Qué opinas?

—Yo....–Entendía lo que ella quería decirle. No era experta y cualquier cosa podría salir mal pero también sabía que la chica daría su mayor esfuerzo para que ese disparatado plan funcionara.

Porque, después de todo; si tenían éxito, ella podría obtener un grandioso patrocinio y él, la posibilidad de controlar perfectamente el One for all. Estaba desesperado, si pero también confiaba y esperaba que no le fallara la idea–. Acepto pero debemos mantener esto en secreto, ¿de acuerdo? Pase lo que pase, ninguno debe decir nada sobre esto.

—¡Hecho! –Exclamó ella lista para ponerse manos a la obra e iniciar con sus pruebas–. Ahora si me permites; extiende tus brazos, voy a tomar algunas muestras de varias partes de tu cuerpo. –Y antes de que el pudiese hacer nada, ella ya tenía los hisopos dentro de su boca –.

[....]

Estaba nervioso; muy nervioso a decir verdad. Hace más de dos meses que él y Mei habían acordado aquel plan pero desde entonces no se habían visto las caras bajo ninguna circunstancia. Y justo ese día por la mañana, ella se apareció en su clase pidiéndole ir al taller porque tenía "algo nuevo" que mostrarle; cosa que lo puso alerta y no pasó desapercibido por sus compañeros quienes comenzaron una ronda de preguntas acerca de lo que la extraña muchacha tenía que tratar con él.

Limitándose a decir que solamente se trataba de unos ligeros ajustes para su traje de héroe; por lo que ellos, creyendo en sus palabras se encogieron de hombros o lo felicitaron por las mejoras, diciendo sentirse un poco envidiosos porque por el momento ellos no habían conseguido convencerla de hacer los mismo con los suyos.

Esperó paciente [impacientemente] a que las clases terminaran y todos se marcharan a sus respectivos dormitorios o casas para poder reunirse tranquilamente con la pelirrosa sin sentirse un criminal. No tardó mucho desde que la campana sonase para que la escuela quedara completamente vacía, dándole oportunidad de correr rumbo al lugar donde la chica hacía sus pruebas.

—Mei-San.....Soy yo, Midoriya Izuku. –No obtuvo respuesta; pues a los segundos la puerta se abrió, un brazo salió y tiró del propio para adentrarlo al taller y cerrar detrás de su espalda–.

—Lo he terminado. ¿Hacemos la prueba ahora? –Cuestionó ella, sacando de una pequeña hielera un tubo transparente que en su interior contenía lo que parecía ser un líquido de un color verdoso–. Dejame decirte que no fue nada fácil, por lo que espero que sea suficiente y funcione.

—Hagamoslo. –Asintió descubriendo una parte de su antebrazo derecho que hasta el momento cubría la chaqueta que llevaba por el ligero pero frío viento de la tarde–.

—Bien..–Cogió una jeringa, la cual lleno del verdoso liquido y con un algodón impregnado en alcohol limpió la zona en la que la insertaría. No pasaron dos segundos, cuando la aguja ya había atravesado su piel, y el liquido ya se encontraba recorriendo su sistema.

El cuerpo del peliverde pareció contraerse ligeramente antes de desvanecerse por completo– De acuerdo.... Esto no estaba dentro del plan. –Mencionó ella, llevando el cuerpo inerte del chico a una cama improvisada que ella solía utilizar en los días que pasaba la noche en el taller–.

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