Realidades inaceptables.

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—¡Deku-kun!, ¿estás bien?; ¿como te sientes!
—¡Midoriya-kun que bueno que haz vuelto!
—¡Midoriya!, ¿todo bien? –No habían pasado dos segundos desde que el peliverde hubiese puesto un pie dentro del aula, antes de que todos sus compañeros se acumularan a su al rededor; molestándole el humor. Cosa que se hizo de conocimiento general cuando una gélida mirada les fue otorgada, provocando un silencio lleno de tensión que sólo fue interrumpido por la mejor amiga del poseedor del One for all.

—D-deku-kun... ¿Está todo bien? –De aventuró a preguntar con el corazón palpitandole dolorosamente contra el pecho.

—Deku-kun, Midoriya-kun...Me tienen harto. –Imitó los primeros apodos con una voz irritante y exasperada que sorprendió a más de uno.
—Si me pueden hacer este par de favores, me resultaría menos molestos. Primero: es Yamikumo, Izuku está descansando ahora. No me provoquen más ansiedad y molestia con sus hipócritas maneras de llamarlo. Y segundo: No me estorben. No tengo ningún tipo de intención de interactuar con personas como ustedes.
Deberían preocuparse un poco más por sus traseros que de Izuku me encargo yo. –Estaba demás decir que todos se encontraban paralizados de la impresión. Unos cuantos ojos acumulaban lágrimas, otros más tenían la voz atorada en sus gargantas y no faltaban a quienes las palabras del que alguna vez fue tan cálido le lastimaron tanto que les fue imposible no sostenerse de los pupitres para sentir y saber que esa era su realidad y que no estaban bajo la influencia de ningún tipo de Kosei.
Una de ellas fue Ochako; quien con manos temblorosas trató de tomar una de las de su mejor amigo, recibiendo a cambio un brusco movimiento que la obligó a no intentarlo más, temiendo algún golpe de su parte. Que si bien sabía que Deku no se atrevería, el que estaba delante suyo se notaba capaz.
Porque, no se trataba de su amigo. Ese no era Midoriya.

En ese momento ni Bakugou o Todoroki se encontraban en el lugar. Hacía días que ambos tenían un extraño comportamiento que ahora les hacía temer a todos que pudiera llegar a pasarles algo similar a lo que sucedía con Midoriya.

Mientras tanto el de pequeña estatura se alejó, dejándose caer sobre su pupitre desganado y en espera de que el profesor entrara pronto y le dejara irse. Sentía repulsión de estar en ese lugar, al menos así lo veía después de tanto tiempo observando en silencio, las cosas por las que Izuku tuvo que pasar sin que nadie le sostuviera.

Los demás presentes se limitaron a alejarse, consternados, doloridos y francamente traicionados. Porque, ¿era verdad todo lo que el pecoso decía?, ¿lo habían dañado tanto sin darse cuenta?, ¿no volverían a verlo como el Izuku que solían conocer y que les llenaba con nuevas esperanzad tras las duras caídas?, ¿era su culpa ese repentino cambio? Y aún más allá, ¿a que se refería con Yamikumo?; ¿era alguna especie de segunda personalidad o tal vez esa era la real, ellos la provocaron? Sus corazones se sentían pensados y sin esperanza.
¿Como afrontar una situación tan incierta y sin aparente solución?, ¿que había pasado en realidad?

Ese eran el tipo de preguntas que inundaban la mente de todos, dejándolos fuera de linea por un largo tiempo. Al menos hasta que Aizawa entro al salón; quien no tardó en notar el ambiente y saber porque todos se encontraban tan desanimados.

—Página cinco, capítulo ocho. Yaoyorozu, lee para nosotros el primer y segundo párrafo; luego te seguirá Kirishima con el tercero y cuarto para finalizar con... Yamikumo con el quinto, ¿de acuerdo? –Con los labios temblorosos y extrañada por aquel nombre que tanto Midoriya como Aizawa utilizaban en el menor, comenzó a leer las aptitudes que un héroe profesional debería poseer.

“Todo estudiante que desde el fondo de su corazón desea servir a la sociedad y alentar al mundo mediante sus acciones a mejorar, deberá tener las siguientes virtudes:

Inteligencia: No siempre indispensable pero si la suficiente para poder realizar estrategias que los guíen al camino de la victoria”.
–Pronto fue el turno de Kirishima. Quien extrañamente se notaba nervioso–.

—“Bondad y astucia: Virtudes esenciales para aquel que trabaja arduamente por el bienestar de aquellos no pueden o no tienen la habilidad de protegerse y salvaguardarse a si mismos o a los demás.

No obstante, estas aptitudes deben ser utilizadas en pro de la sociedad y no como fuente de beneficio propio. Se debe siempre tener en cuenta la prioridad de la situación a la que se enfrente”. –Todos apretaron las hojas de sus libros con ansiedad al término de la lectura del pelirrojo. Eso sólo significaba el turno de quien ya consideraban algunos como un desconocido.

—Tu turno, Yamikumo...–Insistió Aizawa al notar que el menor parecía no tener intención acatar sus órdenes. Escuchó un chasquido de lengua y enseguida la voz del muchacho.

—“Un héroe debería siempre permanecer alerta y listo para enfrentar cualquier tipo de batalla o adversidad con la sociedad o consigo mismo. El bienestar emocional del futuro héroe también es de gran importancia, dado que una mente serena y estable le permitirá pensar claramente sin ningún tipo de obstáculo que nuble su consciencia”. –Concluyó, cerrando su libro y cogiendo su bolso escolar para salir de ahí ante la atenta mirada de todos ahí. Pues, era más que obvio el hecho de que esa lectura era una indirecta para el chico de mirada dura.

—Aún no a terminado la clase, Midoriya. –Sentenció Aizawa a sabiendas del trato al que había llegado su compañero, All Might.

—¿Y? No tengo tiempo para perder con usted o con estos críos. Si usted considera que padezco algún tipo de problema mental, debería tratarlo con Recovery Girl y avisarme cuando me darán las terapia, ¿de acuerdo? –Le cuestionó de frente, sin temor pero con un respeto que nadie se esperaba al recordar todo lo que hasta ese momento había tenido lugar.
—¡Ah! Una última cosa. Tanto usted como yo, sabemos que esto no es un desequilibrio mental; esto es algo que en cualquier momento podía pasar, poner demasiada presión y cargas sobre alguien como él no traería nada bueno y decidieron por su cuenta hacerlo sin importarles eso.
Ahora deberían atenerse a ello y entender que no permitiré que vuelva a una porquería de sociedad como está. –Sonrió de lado, mostrando algunos de sus dientes mientras volteaba a ver a sus compañeros.
—Ustedes no lo merecen. Les dio tanto como pudo, aún más allá de sus propias limitaciones tanto corporales como mentales y no supieron siquiera agradecerlo con una sonrisa o una palabra que por lo visto a nadie se le enseñó.

Por ello, dejense de estupideces y lloriqueos. No porque recreen un río con sus falsas lágrimas, permitiré que el vuelva a derramar una sola.

Si el pudo soportar perdida tras perdida, siempre mostrando su mejor versión; ustedes pueden soportar una de alguien que no les importó. Haganse a la idea de que seré yo quien estaré aquí de ahora en delante. Y más que nada, sean los héroes que el pensaba que podrían ser; mínimo eso pueden hacerlo por si mismos y por él, ¿verdad? –El contraste de ese dulce rostro era demasiado en comparación a sus suaves pero punzantes palabras que se clavaban más y más dentro de las frágiles mentes de los menores. Quienes comenzaban a convencerse a si mismos que eso realmente era su culpa, que Midoriya no estaría en esa situación si ellos no hubiesen sido tan egoístas permitiéndole dañarse; pues sabían que él siempre encontraría la manera de salvar cualquier situación.

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