Siguiente paso.

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—Midoriya. –Una voz tenue pero firme le llamó. Honestamente no esperaba que nadie le siguiera o que al menos supiesen de aquel lugar en el que se encontraba sentado debajo de un árbol, recargado sobre su tronco y sopesando las cosas que últimamente habían estado sucediendo.
Era cierto que se comportaba como un verdadero patán con todos pero también lo era el hecho de tener un motivo. Él no podía permitirse más daño; Izuku no era una persona tan fuerte emocionalmente y cualquier cosa que llegase a exceder el rango de pesar que el menor podía soportar sería bloqueada por él.

Volteó lentamente, blanqueando sus ojos en un intento porque el otro retrocediera y se marchara; permitiéndole sentir un poco de paz. El era el escudo de Izuku, claro pero también tenía sus propios sentimientos al respecto de las cosas y ahora entendía cierto pesar que por tanto tiempo llevó el chico dentro de su cuerpo.

—¿Qué? –Tosco. Demasiado frío para Shōto quien estaba acostumbrado a que el pecoso lo tratara con suma amabilidad y cariño.
Extrañó esa calidez desde el momento en que sus ojos se abrieron aquella vez, notoriamente oscurecidos.

—Sé lo que pasó. –Simplificó, tomando lugar a su lado; aún con la reticencia que mostraba el otro ante ésta acción.

—¿De que estás hablando? –No fingió demencia. Realmente no sabía a que hacía referencia el de ojos heterocromos.

—A que Izuku se exigió demasiado y por eso tu estás aquí. Sé que le pidió ayuda a la chica del curso de apoyo, y que ella le proporcionó un suero que lo ayudaría a controlar mejor su particularidad pero que como efecto secundario no esperado, llegaste tu.
A eso me refiero, Yamikumo. –Oh. Vaya.... No esperaba que alguien pudiese llegar tan lejos; mucho menos del chico a su aldo.

—¿Por qué? –Le cuestionó firme pero sin mirarlo. Esperando por una respuesta vana.

—Por que me importa. Izuku nos importa. –Acotó sin siquiera requerir de una explicación del “¿porque?”.

—¡Vamos! Izuku no me dijo que fueras un bromista. –Sonrió totalmente divertido. Parecía que realmente no consideraba ni siquiera un poco el hecho de que otros se preocuparan por el de verdes cabellos.

—No, yo no estoy bromeando para nada. –Estoico respondió. Y recibió no más que una sonrisa desapareciendo lentamente de su rostro anteriormente feliz.

—Yo tampoco. Creí haberles dicho que se hicieran a la idea de que sería yo quien permanecerá aquí de ahora en más.
No esperes que con esas palabras hipócritas, vaya a caer dejando que vuelvan a dañarlo. –Poco a poco la fina mandíbula del menor se tensaba; dándole a entender que estaba entrando en terrenos peligrosos pero él estaba dispuesto a llegar hasta donde sus fuerzas le dieran tiempo.

—No, claro que no. A decir verdad ni siquiera espero que lo entiendas pero.... Espero que también te hagas a la idea de que no permitiré que lo encierres, éste es su mundo y ésta es su vida; no la tuya. –Se levantó, limpiando sus ropas en el proceso pero al mismo tiempo Yamikumo se puso de pie, encarandole.

—¿Su mundo dices?, ¿su vida?; puedes tener razón pero en algo te equivocas, y es el hecho de que me haría a la idea de verlo herido una vez más. Ustedes no pudieron protegerlo en cambio, se vieron complacidos de tenerlo a él como un sucio escudo desechable y no voy a permitirlo más, ¿lo entiendes, Shōto?
Soy lo único que le queda, y daré todo de mi para que no lo tengan. ¿Por qué desean algo que para mi es tan preciado, solamente para destruirlo?, ¿Por que son tan egoístas?

—¿Nosotros egoístas?, ¿será que no te haz puesta a pensar en lo que tu estas haciendo?

—¡Lo hago por su bien!

—Lo haces por el tuyo.

—¡No es verdad! Tu no podrías entenderlo.

—Claro que puedo.

—¿Como tu podrías comprender?

—Porque intenté sostenerlo.

—¡No me hagas reír!

—Lo lo hago. Esa es la verdad; así como tu tratas de anteponerlo y según tu, protegerlo.
Yo lo hice antes, yo lo hice primero.

—Según tu lo protegías, y por el hecho de protegerlo, ¿no sabías lo que hacía?, ¿lo desesperado que estaba?, ¿la carga que llevaba tanto tiempo sobre sus hombros?, ¿lo protegías? Eres un chico muy gracioso pero no tengo tiempo para bromas estúpidas.

—Devuelvelo.

—No, se los dije. Haganse a la maldita idea de que lo perdieron y que debido a su incompetencia ahora sólo yo podré tenerlo y cuidarlo como nadie supo hacerlo.
Él no es cualquier chico.

—Lo sé.

—¡DEJA DE REPETIR ESO!, “lo sé”, “lo sé”. ¿COMO MIERDA PODRÍAS SABER ALGO TU DE ÉL?

—¿Como?

—¿Eres sordo? –Yamikumo estaba incrédulo de la postura que había tomado el más alto.

—Es simple.

—¡HABLA, MALDITA SEA!

—Lo amo.

—¿Disculpa?

—Lo amo. Por eso lo entiendo.

—¿Amarlo?, tu realmente estás de broma ¿no?

—Yo no bromeo. Mucho menos si el tema a tratar es mi amor por Midoriya.

—JAJAJAJAJAJA..... Amar dice... Amar.–Ríos de gruesas lágrimas recorrían las pecosas mejillas de Yami, dándole un aspecto doloroso y desolador.
—¿Que sabes tu del amor que el necesitaba?, ¿por qué hablas de algo como eso tan fácilmente?, ¿eres estúpido?

—Probablemente. Aunque, eso no evita lo que siento por él, y el hecho de que quiero salvarlo de ti.

—¿De mi?, ¿ahora yo soy el demonio aquí?

—Cuando uno ama, no ata; no obliga ni presiona. Eso es algo que aprendí con Izuku pero es justo lo que tu haces.
¿Le haz preguntado que es lo que quiere?, ¿como se siente? Yo sé que por más lastimado y traicionado que él se sienta, volverá a levantarse, se limpiara las lágrimas y regresará con nosotros con todos los que el considera sus amigos y ahora se encuentran sufriendo por él. El que no entiende eres tu.

Quieres ayudarlo, quieres protegerlo; eres su escudo y lo comprendo, haz estado a su lado durante tantos años que sabes mejor que cualquiera como es que el sobrellevaría esta situación. Entonces, ¿por qué lo encierras? El es capaz de soportar esto y mucho más, tu lo sabes ¿no es así?

Experimental.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora