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Durante el último par de meses, le he enviado señales. Papá siempre lo invita a cenar cada domingo si está en el país, o cuando mi papá y sus amigos juegan póker.

El Sr. Min siempre hace lo mejor para ignorarme, pero el hombre está solo. Lo sé. Puedo verlo en sus ojos, carcomiéndolo. Sin embargo, su polla parece estar peleando con su cerebro siempre que dejo caer mis insinuaciones. Retorciéndose y llenándose cuando me inclino demasiado cerca.

Él tiene que pensar que soy intocable. Siento la hija de su amigo y todo eso.

Mi papá no aprueba que me vista como una cualquiera (sus palabras, no las mías). Y no lo necesito. Puedo tener a cualquier hombre, incluso en mi mejor domingo y cubierta de la cabeza a los pies.

Acabo de graduarme de una buena escuela Católica y solía vestir el uniforme a cuadros estándar, una falda corta y ajustada, y una blusa blanca. Cuando el Sr. Min venía a casa durante el día, me cambiaba mi sostén blanco por uno negro y desabrochaba los tres primeros botones de mi camisa, así él podía ver el nacimiento de mis pechos, pero aun así siempre alejaba su mirada como si estuviera siendo castigado por una monja invisible.

O si venía en la noche, me cambiaba a diminuto short y una blusa de tirantes, los cuales le dan una gran forma a mi cuerpo. Especialmente a mi trasero firme. Me gusta menearlo sugestivamente siempre que miraba en mi dirección. Y él siempre se sonroja.

Pero lo que más me gusta es ver a un hombre adulto gritar. Siempre que cabalgo la dura polla de un hombre y lo tengo bajo de mi, sollozando de placer, me hace sentir fuerte y poderosa. Como una diosa.

Hace dos semanas, mis padres hablaron sobre enviarme a la Universidad de Busan. Con mis buenas notas y los créditos que había ganado, mi aceptación había sido un golpe letal. Mi mamá y papá asistieron a la escuela hace mucho tiempo hablando hipotéticamente, donde fue en primer año cuando se conocieron y así decidieron que siguiera sus pasos.

Pero antes de irme tenía un gran asunto que terminar, un asunto llamado Min Yoongi.

Ya que el Sr. Min siempre había ignorado mis insinuaciones, había decidido que soy la que iba a hacer el primer movimiento. Lo seduciría si tenía que hacerlo.

Esta tarde, tenía la casa toda para mí.

Mi padres estaban en un evento de caridad en el club de los señores Choi.

Termino con la limpieza de mi habitación y me refresco con una ducha, miro afuera de la ventana y reconozco el auto del Sr. Min aparcado en frente de nuestro garaje. Para mi suerte, el hombre de mis fantasías lascivas está aquí para regresar el cortacésped de mi papá.

En segundos, me pongo un top rosa sobre mi cabeza, sin sostén, bragas blancas, y completo mi outfit con una minifalda a juego. Un rápido cepillado de mi cabello y luego bajo las escaleras, apenas capaz de contener mi excitación, la anticipación elevándose, mi coño poniéndose pesado y doloroso con cada paso.

El Sr. Min lleva el cortacésped hacia el garaje cuando me ve salir de la puerta de la cocina, dándome una mirada antes de apartar sus ojos.

— Hola, Lisa. ¿Tu papá está en casa? —

Me paseo sin prisa, poniendo un balanceo extra en mis caderas.

— No. Papá y mamá fueron al club de los señores Choi. No regresarán hasta más tarde. —

— Oh, bien. Entonces solo pondré esto aquí. Dile a tu papá que lo limpié y cambié el aceite. Este cortacésped necesita mantenimiento. —

— Seguro. Um, Sr. Min — Hago un puchero, mordisqueo mi labio inferior y juego con el borde de mi falda. — Me pregunto si podría darme una mano. —

Ahora me mira, esos ojos cafés oscuros parecen estar llenos de preocupación y un poco de algo más.

— ¿Cuál es el problema? —

— Hice algo estúpido con el fregadero de mi baño. No drenaba, así que usé una percha de alambre para tratar de limpiarlo. La maldita cosa se rompió por la mitad y no puedo usar el fregadero en absoluto. Papá me dijo que lo dejara en paz así él podría arreglarlo mañana. Pero estaba impaciente e hice la cosita más lenta — Enredo mis dedos juntos en frente de mí, lo que solo hace crecer más mi escote para que el Sr. Min se lo comiera con los ojos. —

— Quizás, ¿podría arreglarlo? Papá va a tener un ataque cuando averigüe que lo he empeorado. —

Su ceja se arquea una fracción.

— Niños —murmura—. ¿Cuándo van a escuchar? — Asiste con una afirmación a mi favor. — Solo agarraré una caja de herramientas de mi camioneta y veré qué puedo hacer.

— Gracias, Sr. Min. Lo aprecio —Le doy mi sonrisa más grande y que parece inocente.

— Seguro. No hay problema. —

Vuelvo a mi cuarto, con el Sr. Min siguiéndome, y abro la puerta de mi habitación. Una rápida inclinación de mi cabeza y lo dirijo hacia mi guarida.

— Mi baño está por aquí. —

El Sr. Min pasa a mi baño y deja su caja de herramientas sobre el piso de baldosas, así puede examinar el fregadero. Mientras está distraído, me inclino contra la puerta, y muy lentamente aprieto el pequeño botón en el pomo para cerrarla y luego me apresuro a unirme a él en el baño. Agachado, abre el gabinete y mira en la oscuridad, sus cejas se juntan.

— No veo nada goteando. — Su tono es acusador.

Me inclino contra el marco de la puerta.

— ¿Seguro? Deber ser la otra tubería. —

Tomó menos de un segundo que él se dé cuenta que me había inventado todo. Agarra su caja de herramientas, su cara oscureciéndose mientras me mira.

— Esto no es gracioso, Li's. —

Bloqueo su camino, bajo mi voz a un ronroneo seductor.

— No, no lo es — Me levanto sobre la punta de mis pies, me inclino hacia adelante y pongo mis labios sobre los suyos, mis brazos deslizándose alrededor de su cuello mientras oprimo mis caderas contra él… haciéndole saber cuánto lo quiero.



The Little NaughtyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora