Su expresión cambia de atormentada a compresión nueva ante por qué repentinamente estaba atrapándolo en mi baño. Una brizna de angustia destella sobre su cara, pero se recupera rápidamente, mordiendo su labio inferior cuando giro mis caderas.
Sin que otro momento pase, aplasto mi boca contra la suya, besándolo.
—Te necesito. Fóllame, por favor —
Arqueo mi espalda y me muevo hasta que puedo estrujar los labios de mi coño sobre sus bolas, luego lentamente avanzo poco a poco a lo largo de su eje duro y venoso hasta que alcanzo la punta, muevo mis caderas y baño la cabeza de su verga con mi crema. Vuelvo a bajar hasta sus bolas, poniéndolo húmedo y lustrado con mis jugos. Como un éclair. Pero me gusta este más que cualquiera de una pastelería.
El Sr. Min sisea en placer, su cabeza cayendo hacia atrás y sus ojos se cierran.
En la vida cotidiana es un hombre tranquilo. Calmado. Culturizado.
En el sexo, es exigente con un toque de suciedad. Y adoro las charlas lascivas. También me alaba, alternando entre decirme lo bien que lo hago sentir y lo sucia que debo ser por tentarlo. Saboreo cada palabra. Especialmente cuando agarro su eje y lo posiciono en mi entrada. Una mirada soñadora se filtra en sus ojos mientras bajo sobre él, tomándolo centímetro a centímetro grueso.
Mi coño se resiste primero, pero estoy determinada a tomarlo todo. La cabeza se su polla me abre, un dolor inicial se instala seguido por la sensación de estiramiento que podría llegar a ser aditiva. Jadeo cuando mi coño traga la punta. Inhalo una bocanada de aire, luego me hundo hasta que mi coño engulle su erección completa y rígida. Nuestros pubis se besan, sus bolas rozan mi perineo y me deleito con la sensación de ser llenada por él.
Duro. Caliente. Palpitante. Jodida polla gruesa en mi coño.
Le sonrío y lo beso, mis labios solo rozando los suyos. Lo tengo. Finalmente lo tengo después de todos estos años de deseo.
Me muevo arriba y abajo, follándolo con empujes lentos y superficiales. Mis tetas rebotan mientras me muevo, mi respiración jadeante acoplándose con la de él.
— Toma mi polla, Lis. Tómala toda. —
Me empujo hacia abajo y él gime mientras yo grito. Nos besamos mientras lo cabalgo como una vaquera. Y él es un semental muy bueno.
El Sr. Min agarra mi culo y tira de mí hacia abajo con fuerza, forzándome a gritar. Gira sus caderas como si estuviera buscando una penetración más profunda, pero ya estoy tan llena, estirada y marcada más allá de mi imaginación. Oh, joder cuánto adoro esto. Mi clítoris se frota contra la piel por encima de su polla, su vello púbico tentando mis labios desnudos, su verga tocando todos los lugares secretos en mi coño.
El Sr. Min jadea.
— Necesitamos más espacio. Vamos a tu cama. Quiero follar este coño más duro. —
Empujo hacia abajo una última vez, mi espalda arqueada y mis manos aseguradas sobre sus rodillas detrás de mí. No quiero dejarlo ir. Me levanto un poco y luego empujo hacia abajo de nuevo, girando mis caderas, sacando un poco de placer antes de que ceda.
— Bien. Lo que sea que hagas, no pares. Te sientes tan jodidamente bien. —
— Te sientes tan malditamente bien también, nena. —
ESTÁS LEYENDO
The Little Naughty
RandomYo era una niñita para él, pero él para mi era una de mis alocadas fantasías... pero yo haré que me haga suya aun a pesar de que sea el mejor amigo de mi papá.