Capítulo 2

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298 HORAS, 38 MINUTOS.

Los chicos los hacían salir de la escuela, solos o en pequeños grupos. Algunas niñas caminaban en tríos, abrazándose unas a otras, derramando lágrimas bajo sus caras. Algunos chicos caminaban encorvados, abatidos como si el cielo pudiera caerse sobre ellos, sin abrazar a nadie. Muchos de ellos lloraban, también.

Sam pensó rápidamente en los videos de noticias que él había visto de tiroteos en escuelas. Esto se sentía como aquello. Los niños estaban desconcertados, asustados, histéricos, o escondiendo la histeria detrás de la risa y las demostraciones valientes de alborotos.

Hermanos y hermanas estaban juntos. Los amigos estaban juntos. Algunos de los niños realmente pequeños, los del Kindergarden, los de primer grado, vagaban sobre los jardines, sin verdaderamente ir a algún lado. Ellos no tenían la edad suficiente como para conocer el camino a casa.

Preescolares en Perdido Beach sobre todo iban a la guardería de Barbara, un edificio del centro decorado con aplicaciones descoloridas de dibujos animados. Estaba al lado de la tienda Ace Hardware atravesando la plaza desde el McDonald.

Sam se preguntaba si ellos estaría bien, los pequeños estarían abajo en Barbara probablemente. No era su responsabilidad. Pero el tenía que decir algo.

- ¿Qué hay sobre todos esos niños pequeños?- dijo Sam. Ellos podrían vagar por la calle y podrían atropellarlos.

Quinn se detuvo y miró fijamente. No a los niños pequeños, pero calle abajo- ¿Tú ves algún auto en movimiento?-

La luz de freno cambió de roja a verde. No había autos esperando para salir. El sonido de las alarmas de los autos era más fuerte ahora, quizás tres o cuatro alarmas diferentes. Quizás más.

- Primero pensemos en nuestros padres,- dijo Astrid- Esto no es como si no hubiera ningún adulto en ningún lado. Ella no se veía segura sobre eso, entonces ella lo enmendó- Quiero decir, es improbable que no haya ningún adulto.

- Yeah,- Sam estuvo de acuerdo- Debe haber adultos. ¿Correcto?-

- Mi mamá más probablemente está en casa o jugando tenis,- dijo Astrid- A menos que ella tengo una cita o algo. Mi mamá o Papá estarán con mi hermano pequeño. Mi papá está en el trabajo. El trabaja en PBNP.

PBNP era la planta nuclear de Perdido Beach. La central eléctrica estaba solamente a diez millas de la escuela. Nadie en la ciudad pensó en ello mucho más, pero hace mucho tiempo atrás, en los noventas, hubo un accidente. Un extraño accidente, lo llamaron. Una coincidencia de - una vez en un millón de años. Nada de qué preocuparse.

La gente decía que ese era el porqué Perdido Beach era todavía una pequeña ciudad, porque esto jamás se convirtió en algo realmente grande como Santa Barbará abajo en la costa. El apodo para Perdido Beach era el callejón radioactivo. No mucha gente se quería mudar a un lugar llamado el callejón radioactivo, aún cuando todas las consecuencias radioactivas hubieran sido limpiadas.

Los tres, con Quinn unos pasos adelante, caminando rápidamente sobre sus largas piernas, bajando por Sheridan Avenue y doblando a la derecha en Alameda.

En la esquina de Sheridan Avenue y Alameda había un auto con el motor corriendo. El coche había chocado a un SUV que estaba estacionado, un Toyota. La alarme del Toyota vino y se fue, chillando un minuto, luego callando.

La bolsa de aire en el Toyota estaba desplegada: rengueaba, blancos globos desinflados se inclinaban sobre el volante y el tablero de mandos.

No había nadie en el SUV. El vapor venía de debajo del arrugado capó del auto.

Olvidados - Michael GrantWhere stories live. Discover now