LA NOCHE LLEGO A PERDIDO BEACH.
Las luces de la calle se encendieron automáticamente, haciendo poco para hacer retroceder a la oscuridad, pero logrando mucho a la hora de poner a raya a las profundas sombras en las aterrorizadas caras.
Cerca de 100 niños se encontraban en la plaza. Todos parecían tener una barra de caramelo y una soda. La pequeña tienda, que vendía en su mayoría cerveza y snacks, había sido saqueada. Sam Tomo un Payday y una Dr. Pepper. Los Reeses, los Twix y los Snikers ya se habían terminado para cuando llegaron. Había dejado 2 dólares sobre el mostrador como pago. El dinero estaba desaparecido a los pocos segundos.
El edificio de departamentos ya se había quemado por la mitad antes de que el fuego se hubiera quedado sin energía. El techo había colapsado. La mitad del piso de arriba ya no se encontraba allí. La planta baja parecía que lograría sobrevivir a pesar de que las ventanas de la tienda estaban quemadas por el humo del lado de adentro. El humo se elevaba ahora en finos hilos, no nubes, y el olor del mismo estaba en todos lados. Solo la zona de ferretería y de la guardería había logrado salvarse.
El cuerpo de la pequeña niña yacía al costado del camino. Alguien había puesto una sabana sobre ella. Sam estaba agradecido por ello.
Sam y Quinn se sentaron en el pasto, de frente al centro de la plaza, cerca de la fuente muerta. Quinn se balanceaba hacia atrás y hacia adelante, abrazando sus rodillas.
Hiperactiva Bette se acerco y se paro con incomodidad enfrente de Sam. Tenía a su hermano pequeño con ella. – Sam, ¿crees que sería seguro ir a mi casa? Tenemos que recuperar algo.
Sam se encogió de hombros- Bette, yo no sé más de lo que tú sabes. Bette asintió pensativa y se alejo.
Todos los bancos del parque estaban ocupados. Algunas pequeñas unidades familiares habían colocado sabanas sobre los bancos, imitando tiendas de campaña. Muchos niños habían vuelto a sus hogares vacíos, pero otros necesitaban tener gente a su alrededor. Algunos encontraban confort en las multitudes. Otros simplemente necesitaban saber que estaba sucediendo.
Dos niños que Sam no conocía, probablemente de 5to. Grado, se arrimaron y preguntaron
- ¿Tu sabes lo que va a suceder?
Sam sacudió su cabeza
- No, chicos, no lo sé.
- Bueno, ¿Qué deberíamos hacer?-
- ¿Supongo que simplemente pasear por un rato, sabes?-
- ¿A quedarnos por aquí cerca, te refieres?-
- O sino ir a tu casa. Dormir en tu propia cama. Lo que sientas que sea lo correcto.
- No estamos asustados ni nada por el estilo.
- ¿No lo están?- Sam pregunto con la duda reflejada en su voz- Yo estoy tan asustado que moje mis pantalones.
Uno de los niños gruño
- No, tú no lo hiciste.
- Nah, tienes razón. Pero no está mal tener miedo, muchacho. Todos los que están aquí tienen miedo.
Estaba pasando muy seguido. Niños yendo hacia Sam, formulándole preguntas para las cuales no tenía respuesta. Deseo que se detuvieran.
Orc y sus amigos habían sacado sillas de playa de la ferretería y se habían instalado en lo que alguna vez había sido el cruce más transitado de Perdido Beach. Estaban justo debajo del semáforo, que continuaba cambiando de verde a amarillo y luego a rojo.
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Olvidados - Michael Grant
General FictionEn un abrir y cerrar de ojos, todos desaparecen. Se van. Excepto los jóvenes, adolescentes, escolares y niños pequeños. Pero ningún adulto. Ni profesores, ni policías, ni médicos, ni padres. Así como, de repente, no hay teléfonos ni Internet, ni te...