Fase 1: Negación

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—Viertan la mezcla sobre la anterior, preparada en el matraz de Erlenmeyer

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—Viertan la mezcla sobre la anterior, preparada en el matraz de Erlenmeyer. —el profesor ordena, al ir a buscar el matraz dejo mi sitio libre y, cuando vuelvo con él en la mano, sigue estando libre.

Me sitúo al lado de Jungkook a propósito, a lo que él no reacciona en absoluto. Sus ojos están completamente fijos en la solución burbujeante que el profesor agita circularmente; está decidido que usaré la menor oportunidad para mostrarle a Jeon que ignorarme no es una opción.

—La mezcla resultante debería ser capaz de alcanzar, bajo los procedimientos adecuados, una temperatura de cien grados en menos de un segundo. —sigue explicando, a lo que Jungkook asiente.

—Yo puedo calentarme más y más rápido contigo, chico callado. —susurro dulcemente cerca de él; hay otros compañeros rodeándonos y pueden oírme, me da igual. Que sepan qué es lo que quiero y que voy a conseguirlo como sea.

Jeon alza una ceja y vuelve su rostro hacia mí, clavando esa obscuridad absorbente en mis pupilas, alimentándolas con una negrura que crece en mis ojos. Está funcionando, nadie puede hacerse el difícil conmigo demasiado tiempo.

—Puedo calentarle la cara así de rápido con mi puño si quieres. —me responde, sin apartar su mirada ni cambiar el brillo inexistente en sus ojos. Solo sigue mirándome fijamente, con esa expresión cabreada en el rostro y la voz más ronca y ruda que haya oído jamás.

Mi idea era derretirlo con mis palabras, no hacerle enfadar, pero ¿Qué tan malo es eso? Jungkook luce tan varonil cuando se hace el duro que casi no me molesta.

—¿Por qué no metes tu puño en otro lugar, guapo? —le sonrío, dejando los utensilios de laboratorio a un lado.

Él toma aire para responder, no muy contento por lo que indica el color pálido de sus nudillos, pero finalmente se muerde la cara interna de la mejilla y no dice nada. Me mira arriba abajo, asintiendo casi despreciablemente y con los dientes bien apretados contra la carne, para que no le hable sin permiso. Luce magnificente y aunque odio pensar que alguien tiene más poder que yo, a él el suyo le sienta de muerte.

—No sabes cuándo rendirte, ¿No? —pregunta en tono bajo, mirándome con esa indiferencia que me crispa los nervios.

Quiero sus ojos brillando, reflejando lo roja que se pone mi cara cuando me dicen cosas sucias. Quiero ganar yo, esta vez y todas. Nadie nunca va a mirarme y va a quedarse igual y mucho menos Jeon Jungkook.

—¿Por qué iba a rendirme cuando tengo ya la batalla ganada? —por primera vez, logro hacer a Jungkook sonreír; da igual que sea riéndose de mí, lo importante es el fin no los medios. Además, solo se burla y se hace el duro para que los demás compañeros de clase no piensen que no es más que otro pobre chico en mis redes.

Pero lo es ¿Quién podría no serlo?

—Te lo dije, Jimin, voy a tenerte rogando por mí y ni aun así vas a lograr nada. Nunca has tenido ninguna oportunidad conmigo, así que ríndete o sigue humillándote, pero acéptalo. —una pequeña risa sale de mi boca justo después de que él pronuncie esas palabras y todos los ojos que creen mirarnos con disimulo se abran descomunalmente.

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