Día 10: Coffee Shop

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Se suele decir que tienes que compartir tus intereses con tus amigos. Saber que les gusta, intentar acompañarlos a esas actividades y que sientan que te parece importante algo que a ellos les encanta.

Sí...siempre que no tuvieran una adicción.

—¿Has visto ese café colombiano? Huele super fuerte —dijo Cris tirando de él a la otra esquina de la tienda.

Porque había que mostrar interés en los gustos de tus amigos, pero sin duda, traer a su mejor amiga a una tienda especializadas en cafés no había sido su mejor idea. Y eso que pensó que el mes pasado había llegado a su límite cuando le explotó uno de sus inventos en la cara.

—Coge una cesta, tengo que llevarme todos los que pueda para probar ¡o mezclarlos! —gritó emocionada con la idea mientras daba pequeños saltos en el sitio.

—¿Mezclarlos? ¿Estás loca? No dormirías en semanas.

—Esa es la idea —dijo entre risas antes de continuar con su paseo.

Alistair suspiró por enésima vez en el tiempo que llevaban allí dentro, que no era precisamente poco. Tenía que pensar una forma de arrastrarla fuera de aquel infierno. No porque se aburriera, sino porque la creía capaz de juntar todos esos cafés en una mezcla explosiva. El mundo no estaba preparado para una Cris con exceso de cafeína.

—¿Te das cuenta de que estás comprando café en una tienda de Londres? —preguntó alzando una ceja. Seguía llenando una bolsita con un café jamaicano.

—No me preocupa el dinero. Son libras, no rupias. —Se encogió de hombros antes de cerrar la bolsita.

—Lo decía porque es café. En Londres. ¿Estás segura de que es de buena calidad?

Cris paró en seguida todo lo que estaba haciendo y observó su bolsita con el café dentro. Había dado justo donde quería. Ella que siempre se quejaba de que los londinenses solo sabían hacer agua chirla, que la calidad de todos los productos de las islas era muy malo en comparación con el continente. Por fin podrían irse de allí y evitar el apocalipsis inducido por cafeína y...

—Da igual. Donde yo vivo no hay estas tiendas tan chulas —sentenció con gesto firme.

Le pasó la bolsita de su nuevo café para que la pusiera en la cesta con las demás y se fue a seguir explorando la tienda. Por su parte, Alistair se quedó allí con cara de haber visto un muerto.

Su plan no había funcionado después de todo.

Estaba perdido.

#Fictober2018Where stories live. Discover now