Día 6: Dog park

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No le gustaban los humanos.

Causantes de la muerte de los bosques, ruidosos y asesinos de la naturaleza con los que no quería tener nada que ver. Había intentando convivir con ellos, acercarse y entenderlos, pero eran incompatibles. Nada podía compararse con lo a gusto que se sentía entre los árboles como compañía y, en ocasiones, junto a él.

Sin embargo, de la misma forma que ella no estaba cómoda con esa especie, su compañero tampoco lo estaba. Por eso, no entendía porque la había empujado hasta allí esa noche tan especial.

La luna llena brillaba en lo alto del cielo estrellado. Hasta donde alcanzaba la vista, una gran explanada se extendía ante ellos. Suaves colinas ondulaban el terreno delimitado por artificiales caminos de tierra, bancos y aquellos horribles postes de luz que hacían competencia a las estrellas, impidiendo verlas con claridad.

—Aiden ¿de verdad quieres que haga esto?

El licántropo, ahora en su forma de lobo debido al influjo de la luna, se mantuvo sentado a su lado sin dejar de mover su cola, impaciente. Sus ojos no dejaban de mirar el juguete que tenía en su mano. Esperando a que ella se dijera a usarlo con él. Asherah suspiró, sabiendo que ya era un poco tarde para negarse.

Se preparó y lanzó la pelota lo más lejos que pudo, como si así pudiera perderla en la hierba. El lobo salió como una de sus flechas tras de ella, jadeando y casi dando saltos mientras corría de lo emocionado que estaba. Al poco rato, regresó con la pelota en la boca. Se sentó delante de ella con la cara más inocente que pudo, propia de un cachorro y dejó el juguete en el suelo. Esperando de nuevo. Iba a ser una noche muy larga.

#Fictober2018Where stories live. Discover now