Capitulo 2

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Miranda se levantó de la cama con una sabana alrededor de su cuerpo, aunque no estaba desnuda le gustaba esa protección de taparse. Miró a donde había estado hace pocos segundos y vio a Aaron dormido de espaldas. No traía camisa y sus músculos se marcaban, tentando la a subirse sobre él, pero una parte adentro de ella lo impidió y se fue caminando hacia su enorme closet.

Se acercó a la sección de vestidos y sacó un vestido azul marino que colgaba de un gancho. Bailó un pequeño vals hasta el final del armario, hacia el enorme espejo de tres hileras que llegaba hasta el techo.

1...2...3...4...5...6... Vueltas para llegar hacia el espejo. Dejó caer la sabana y sobre su cuerpo acomodó el vestido sobre ella para ver como se veía. El vestido llegaba arriba de la rodilla con un poco de vuelo, tenia mangas 3/4 y un escote intermedio en V.

-Perfecta. -la voz de Aaron resonó en toda la habitación. Caminó hacia Miranda con los pies descalzos. Ella lo siguió con su mirada mientras él se paraba tras de ella.

-¿Dormiste bien? -situó su cara en la curva de su cuello y la empezó a besar, dándole escalofríos por cada uno de los roces.

-¿Dormir? -levantó su cara con una sonrisa mostrando una gran vista de su dentadura blanca- Disculpadme señorita dormilona, pero no puedo dormir cuando tu estas cerca de mí.

-Entonces estabas fingiendo cuando me levante.- habló en tono acusador.

-¿Fingir? ¿Quién finge?- lo miró a través del espejo con ojos acusadores- Solo cerré mis ojos unos momentos.

-Esta bien -dió media vuelta y lo miró directamente a sus ojos que veían directamente al trasero de ella por el espejo-. ¿Se te perdió algo?

-Dos pelotas de fútbol ¿las has visto? -dijo con sarcasmo.

-Sí, están con la vecino ¿quieres que vaya por ellas? -fue un sarcasmo seco y fastidioso.

-No, así estoy bien.- habló con media sonrisa haciendo que se marcara uno de sus hoyuelos.

Ahora la miraba directamente a sus ojos. La miraba con una sonrisa sincera que se reflejaba por todo su rostro. Ese tipo de sonrisas bobas que hacían sus dos mejillas redondas casi salir de su rostro. Miranda solo podía enfocarsé en esos ojos color azul oceánico caribeño, como los llamaba ella. Unas pequeñas arrugas se estaban empezando a formar en la comisura de sus enormes ojos y las pequeñas ojeras estaban más grandes de lo normal. Lentamente sus manos llegaron a su cintura y la jaló hacia él con un movimiento repentino. Por la sorpresa dejó caer el vestido.

-¿Que pasa? -preguntó él al mismo tiempo que ella apoyaba la cabeza en su pecho.

Los latidos de Aaron se volvian más fuertes por cada movimiento que ella recorria para rodear con sus manos el cuello de él.

-Tu corazón late con fuerza.

-¿En serio? ¿Por que será?

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El agua fría caía como una danza sobre su cabeza, suave y ligera, bajaba rápidamente hasta sus pies con los restos de shampoo que se unían a ella. El sonido del agua calló al momento que se cerró la llave de la regadera. Miranda pasó sus dedos por su largo cabello tratando de quitar el exceso de agua. La puerta de vidrio que se encontraba frente a ella media casi dos metros de largo, la deslizó fácilmente y salio al enorme baño blanco. Tomó la toalla más grande que colgaba del mármol blanco y se envolvió en ella. Caminó en puntas hasta llegar al lavabo, se miró por el enorme espejo y vio gotas de agua caer por su cara. Se empezó a secar con la misma toalla que traía enredada hace pocos segundos en su cuerpo.

Novia de la Mafia (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora