'Te rescataré, lo prometo'

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Capítulo Séptimo:

Katherine acabó en el suelo, con su vestido todo rasgado. Con cortes y moretones por todo su cuerpo y con la respiración agitada. El hombre le lanzó una cobija y se despidió.

-Louis... Louis por favor, ayúdame. -Sollozó la morocha mientras las lágrimas bajaban de su adolorido cuerpo. El hombre, ese tal... Jonathan, era toda una bestia; y no precisamente del buen sentido. "La gatita" comenzó a llorar desconsoladamente y se preguntó si alguna vez saldría de ese agujero, y si lo hacía, si lo haría con vida.

-Narra Louis-

Ella se había ido hace una hora, me había decidido por entrar a bañarme cuando lo ví; ví su auto estacionado frente mi casa. Algo se revolvió en mi estómago y bajé las escaleras. Mi madre me miró raro; estaba en piyamas, pero no me importaba. Algo le había pasado, y no creo que haya sido algo bueno.

Miré el auto, no había nadie adentro. Katherine nunca dejaba su auto, era como su bebé. Lo voltée y nada. No había nadie, tampoco parecía haber indicios de ella. Me sobresalté, y miré al suelo. Una pequeña nota rosada, de esas que se pegan, estaba tirada en el suelo.

Cogí la nota, a decir verdad, estaba vacía. No había nada escrito, ni tampoco parecía estar rota o rasgada, pero mi sexto sentido se encendió. Las llaves de su auto estaban al lado de la nota; corrí a mi casa y me cambié.

Algo le había pasado a Kath, algo muy malo. Tendría que haberla acortejado hasta su casa, soy un imbécil. Volví a subir las escaleras y me cambié a una velocidad notable. Antes de salir de la casa le dije a mi madre que no cenaría; le dije que tendría una cena con amigos.

-Cuídate hijo, no regreses muy tarde. -Exclamó antes de cerrar la puerta. Cojí las llaves y abrí el auto de Kath. Yo tenía licencia, pero no tenía auto; irónico ¿No?

Tendría que estar en algún sitio, pero... ¿En dónde buscar? No sabía dónde vivía, ni tampoco sabía sus amistades o sus centros de reunión. Por un instante mi corazón se aceleró al escuchar mi teléfono celular sonar.

Era un número desconocido ¿Sería Kath? Por un instante pensé lo peor. Levanté la llamada y la voz ronca y apagada de un hombre me atendió.

-No la busques, ella está conmigo. Si se mantiene calladita para el final de la semana te la devolveré... aunque, talvez no quiera tener relaciones por el resto de su vida. "La Gatita" resultó ser un felino torpe, incapaz de satisfacerme. -Exclamó burlón la voz. Mi temperatura subió, estaba furioso. No tenía porqué tratarla así ¿Que demonios le estaba haciendo?

-¡Sueltala maricón! Si eres lo suficientemente hombre ven y arreglate conmigo imbécil. -Escupí mientras aparcaba el auto en la comisaría. Tendría que resolver esto, y pronto. Antes de que Kath salga lastimada encerio. Mi cerebro no quería admitirlo, pero había empezado a quererla de una manera realmente importante.

-¿Pues sabes que no se me apetece? Si quieres recuperarla, reza porque se mantenga calladita... sabe muy bien atender mi pija. -Exclamó riéndose el hombre mientras el tono sonaba. Había colgado.

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