'¿Que nos pasó?'

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Capítulo tercero:

Ya era una mañana nueva en Londres. El cielo estaba oscuro, y una tormenta amenazaba con caer en la ciudad. Katherine se levantó de la cama que había compartido con aquel sujeto luego de una noche desenfrenada y se vistió. Dejó una nota sobre la mesa: "Gracias por un buen polvo. xx" y se marchó. Siempre hacía lo mismo, jamás le importaba mantener relaciones con alguien importante; si estaba bueno, adentro. Carraspeó cuando sintió el frío de la mañana chocar contra su rostro; era hora de hacerle una visita a Louis Tomlinson.

Tomó las llaves de su Mercedes-Benz GLK y se subió al vehículo. Prendió el motor y la radio sonó instantáneamente. La música se posaba sobre sus oídos, y la obligaba a no dormirse. A decir verdad, estaba cansada. Si bien aquel hombre no era un "Dios" en la cama, lo había hecho bastante bien. Kathe bajó la ventanilla y dejó que algo de aire entrara. Miró la hora en la pantalla del estéreo: eran las diez de la mañana.

Por unos instantes, ella había dudado de si Louis estaría despierto, hasta que lo vió correr por el parque cercano a este. Lucía unos pantalones negros de deporte y una camiseta suelta de un color blanco. Traía unas zapatillas para correr, y una capa de sudor brillante podía verse a travez de las ventanillas. La morocha sonó su bocina y Louis volteó confundido. Al observar el auto de Katherine, gruñó y le gritó algo que ni él mismo entendía. Algo así como "No molestes Trevena" para luego seguir corriendo.

Por un momento, Louis se había arrepentido de haberle contestado así, pero luego pensó: "Así me dejará de una vez por todas". Aunque ese pensamiento fue reemplazado por otro...

¿Realmente quería que "La Gatita" lo dejara en paz? ¡Claro que quería! O al menos eso suponía él. Desde afuera se veía a un joven luchando contra su interior. Louis en más de una ocación había mencionado a Katherine Trevena como una chica peligrosa y de dudosa confianza, pero seguido había mencionado también que era una muchacha terriblemente sexy.

Realmente se había molestado. Louis no era presa fácil, y ella lo sabía a la perfección, pero el haberle contestado tan mal la había sacado de sus casillas. Estacionó el vehículo enfrente de la puerta de su casa, y cruzándo la calle, tocó el timbre de su casa. Katie suponía que su madre ya debía estar despierta, eran las 10.30 de la mañana.

Una mujer hermosa apareció; Katherine sabía ahora de dónde había sacado Louis lo guapo. La mujer me miró asombrada, por alguna extraña razón eso me sorprendió. Me han visto así antes, pero ella lo hacía de una manera diferente, rara.

-¿Te puedo ayudar en algo cielo? -Dijo la madre de Louis con un tono angelical en la boca.

-Soy compañera de Louis, mi nombre es Katherine Trevena. Verá, teníamos que hacer un trabajo de Geografía, y me ha citado a esta hora en su casa ¿Es usted la madre de Lou? Son muy parecidos. -Exclamó Katie mientras esbozaba una de sus mejores sonrisas y se la dedicaba a la madre de Louis.

-Mi nombre es Marianne Tomlinson, digame Marie. Un gusto señorita Trevena. -Respondió la mujer mientras que la invitaba a entrar a la casa. Su hijo no le había mencionado la visita de aquella muchacha; solo río. -Mi hijo se encuentra afuera, si no te importa puedes esperarle.

-No me importará en lo absoluto. -Respondí con una sonrisa mientras la mujer me servía un vaso con jugo de naranja. -Por cierto, puede llamarme Katie.

Marianne asintió con la cabeza y sonrió. Algo en esa chica le parecía familiar; luego de servirle el jugo le dió unas galletas.

-Disculpa mi atrevimiento pero ¿De casualidad no eres hija de Marcos di Trevena? -Murmuró Marie mientras la morocha abría sus ojos de par en par y en el medio, se atragantaba con una de las galletas. La puerta comenzó a abrirse, anunciando la llegada de Louis Tomlinson a la casa.

ConquístameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora