Los chicos universitarios tienen bastantes problemas en su vida cotidiana, si no creen que eso es verdad pueden preguntarle a Kuroo y Kenma, mejores amigos desde la infancia que ahora deben afrontar los extraños rumores acerca de ellos que rondan po...
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Quería decirse a sí mismo que ese dolor en el fondo de su pecho no era real, que él se encontraba imaginando el escozor picando su garganta, que sus ojos simplemente se encontraban irritados por una mota de polvo situada debajo de sus párpados.
Pero aquello solo demostraría lo iluso que conseguiría ser en ocasiones.
─¿En verdad solo vino a decirte eso?─ preguntó, su voz monótona afectada por el nudo formado en su garganta.
─Sí, vino a decírmelo y a disculparse por no haber frenado el estúpido plan de Oikawa─ afirmó, su voz en las mismas condiciones.
Llevaban así ya más de una hora, acostados sobre el colchón de Kuroo de forma invertida, siendo el propietario quien tenía la cabeza a los pies de la cama, la luna asomándose por la ventana de la habitación, observando lo miserables que aquellos dos chicos se habían tornado ¿Quién les diría que, días antes, se encontraban viviendo la euforia más pura causada por un amor que creían, había surgido de forma natural? ¿Qué tanto cambiaría entre ellos dos ahora que conocían la verdad?
─Son unos imbéciles─ murmura Kenma, molesto─. Hubiese preferido que nos dijeran la verdad a formar esta farsa tan estúpida.
─Opino lo mismo─ coincide Kuroo, levantando los brazos para expresar alguna emoción sin nombre─. Si en verdad nos consideraban sus amigos, solo debieron decirlo. Una... ¿Puñalada limpia?
Silencio llenó la habitación entonces, sus respiraciones irregulares cortándola cada cierto tiempo, aunque ninguno de los dos admitiría que su llanto silencioso se descontrolaba mientras menos palabras soltaban.
─¿Qué quieres que hagamos, Kenma?─ cuestionó entonces Kuroo, cubriendo sus ojos con ambas manos.
El chico se vio a sí mismo buscando alguna respuesta dentro de sus pensamientos, la cabeza vacía guardando solo una afirmación.
─Me gustas, Kuroo─ suspiró, obligándose a incorporarse─. Eres la persona por la que más me preocupo en este momento y eso es algo que no fue forzado por las ideas retorcidas de Oikawa.
Kuroo lo imitó entonces, acercándose al chico para abrazarlo sin contenerse. Sabía que ambos necesitaban un poco de consuelo, más aún cuando las palabras de Kenma parecían haber sido sacadas desde el fondo de su corazón.
─No voy a perdonarlo─ Kuroo no parecía para nada seguro con aquellas palabras, por lo que Kenma consiguió reír con un poco de amargura.
─Sé que lo perdonarás, fue un idiota, pero lo necesitas tanto como a Bokuto─ le contradice con voz queda─. Dale un tiempo, que él mismo note su error y pida perdón. Además, ¿no dijiste que era tu compañero para el laboratorio de la próxima semana?
─Cállate, prefiero sacar una mala nota con Bokuto a tener que hablar con Oikawa en este momento─ comenzaba a sonar un poco más divertido con la situación.
Separándose para encontrarse frente a frente, ambos pudieron observar los ojos llorosos del otro, sonriendo por el sentimiento burbujeante que surgía en su interior, sus rostros acercándose unos cuantos centímetros.
─Es el final─ murmuró Kuroo, la resolución tornándose firme─. No volveremos a pensar en ellos dos.
─De todas formas nos rendimos hace unos días, ¿no?─ recuerda Kenma.
─En unos meses nos reiremos de esto.
─Espero─ ni bien terminó de decir aquello, Kenma inclinó el rostro ligeramente a la izquierda.
Un beso amargo sentenció el fin de aquel amor perdido mientras una nueva promesa crecía sobre aquella árida tierra.
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