Diversas situaciones que tienen como elemento distintivo la relación entre Sting y Rogue. Intervención Gruvia en la mayoría de los capítulos. [Stingue month]
Disclaimer: Los personajes de fairy tail son propiedad de Hiro Mashima, la historia por otra parte es de mi completa autoría.
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El calor lo estaba matando.
Eso era lo que le estaba sucediendo a Sting Eucliffe, quien se encontraba en el suelo de su departmento preparado para morir, o al menos eso se decía.
—Este calor es insoportable —le decía a su gatito Lector el cual descansaba cómodamente sobre la repisa de la cocina, al parecer almacenaba suficiente frescura que era del agrado del felino —, al menos alguien lo disfruta —dijo el rubio, casi sintiendo envidia por la vida que llevaban los gatos.
Crocus, la ciudad en donde se encontraba, estaba en plena estación de verano, el mismo se caracterizaba por altas temperaturas durante los meses que duraba, pero Sting simplemente lo odiaba, aquella sensación de sentirse pegajoso con el sudor y la ropa, lo soportaba cuando estaba realizando algún deporte, del cual fuera fan, porque era algo que disfrutaba, pero tan sólo hace unos minutos había intentado abrir la puerta para ir por el correo y ¡Boom! Una ola de calor fue impregnada en él, siendo esa la razón por la que ahora se encuentre en el suelo, además de que le había dado mucha flojera levantarse, el suelo era de mosaico y tenía un efecto similar al de la repisa de la cocina.
— ¡Oye idiota! —una voz proveniente de afuera se acercaba, sabía de quién se trataba no sólo por el cariñoso apodo, sino porque nunca confundiría su voz — ¿Por qué no has...¡Ah! —debió al menos haberse alejado del área donde se abría la puerta, se hubiera evitado el golpe que su roomie le acababa de dar —, pero ¿Qué haces en el suelo? —regañaba con las bolsas del mercado en las manos — ¿Ahora tienes complejo de alfombra? —le reprendió Rogue Cheney, quien además llegaba con un par de cartas en manos —¿Por qué no has ido por el correo? ¡Era lo único que te había pedido que hicieras!
—Estoy anhelando la vida de un gato. —le respondió el rubio rodando en el suelo, pues aún no se levantaba, ganándose la mirada de "¿Ahora qué diablos te picó?" del pelinegro.
—¡Me estoy muriendo del calor Rogue! ¡Por favor, mátame y acaba con este sufrimiento que tengo! —imploró de imprevisto, tomando como rehén una de las piernas del recién llegado.
—¡No seas idiota! —dijo el mencionado dándole un golpe, con cierta fuerza, al Eucliffe para alejarlo—, no te atrevas a morirte y dejarme cuidando de tu gato, que bien sabes que es tan holgazán y desordenado como tú —decía mientras con una mirada se deshacía del ahora asustado pequeño Lector, quien hasta este momento había estado descansando en la repisa —, tal para cual —suspiró el pelinegro viendo la cantidad de pelos rojizos que había en la cocina y a la vez comparándolo con la cantidad de ropa tirada por el suelo propiedad de su compañero de cuarto.
