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Después de un día por la ciudad en moto, volvimos a su apartamento para cambiarnos de ropa e ir a cenar a su restaurante favorito. Mientras él entró al baño a darse una ducha, yo rebusqué entre toda la ropa de mi maleta par encontra algo que ponerme y verme decente por una vez ya que era un lugar bastante elegante. Tenía un vestido rosa de satén que ni yo misma sabía que tenía ahí. En él había una nota firmada al nombre de Sierra.

¿Creías que no sabía que ibas a ir a un restaurante de ricos? Ya me darás las gracias.

Tendría que agradecerle principal y únicamente por haberme salvado la existencia al haber puesto ese precioso vestido en mi maleta. Sierra era junto a Aaliyah la única que había estado junto a mí en todo momento y se había convertido en mi otra hermana. Esta amistad sabía que sería para siempre.

Volviendo a pensar en esa noche, me puse el vestido y saqué mi bolsa de maquillaje y estuve un tiempo intentando hacer el maldito eyeliner. ¿Tan difícil era que saliera bien una línea? Apliqué colorete, máscara de pestañas y pintalabios de un color claro que combinara con el vestido. Me miré el espejo e intenté convencerme de que estaba bien y de que me veía bien así.

Unos golpes se hicieron presentes y lo entendí como señal de que ya era hora de irnos. Me coloqué los tacones y cogí un abrigo negro junto a un pequeño bolso de mano donde coloqué mi labial. Abrí la puerta y salí para ver a Shawn vistiendo un elegante traje negro plantado frente a mí con una sonrisa.

— Estás preciosa.— me sonrojé ante sus palabras. — Vámonos ya, no llegaremos a tiempo si sigo mirándote.— susurró lo último con la intención de que no lo escuchase, pero falló.

Juntos nos subimos a su coche y condujo por unas calles por las que no habíamos pasado anteriormente. En unos minutos llegamos al famoso restaurante, Shawn me abrió la puerta y me ayudó a bajar para poner su mano en mi espalda baja y guiarme hacia la entrada del restaurante. Éste tenía unas pocas mesas fuera adornadas con velas. Me abrió la puerta y me dejó entrar delante de él. Al hacerlo un hombre de unos cincuenta años nos vio y se le dibujó una sonrisa en el rostro. Caminó hacia nosotros y abrazó a Shawn y habló con él unas palabras en italiano que no entendí mientras me miraba.

— Lea, este es Andrea, el dueño del mejor restaurante de Roma.

— Encantada.— le tendí la mano, pero él me abrazó como si ya me conociera de toda la vida.

— Encantado de conocerte, querida. Cuando Shawn me dijo que iba a venir con una chica no me lo podía creer. Eres bienvenida aquí.— dijo en inglés y con un acento marcado.

— Gracias.— Llegué a decir.

Él nos guió hacia una mesa apartada y con una ventana que daba a un precioso jardín trasero en el que había un montón de flores y luces. Shawn apartó mi silla para que pudiera sentarme y seguidamente se sentó frente a mí. Se quedó mirando mi cuello por un momento.

— Llevas el colgante que te regalé.

— Nunca me lo quito. Tú también llevas el reloj que te regalé. — señalé.

— Bueno, solo quiero usarlo en ocasiones especiales.

— ¿Es esta una ocasión especial?— arqueé mis cejas.

— Puede que sí. A este restaurante no viene cualquiera. Y yo estoy en la lista de los vips. Ventajas de tener una de las mejores empresas.

— Vaya, qué modesto.

— Es la verdad. ¿Qué vas a pedir? Te recomiendo los raviolis al pesto. Es de lo mejor que tienen. Fíate de lo que te digo.

— La última vez que me fié de ti acabé con la mano vendada.

— No sabía que los patos mordían.— soltó una carcajada. — Pero bien. Pídete los raviolis y yo me pediré los tallarines con salsa de trufa. Puedes probarlos si quieres. — asentí. Llamó al camarero y le pidió los platos y al parecer una botella de vino.

— Voy a acabar siendo una alcohólica por tu culpa, Mendes.

— El otro día estabas bastante amigable con tus mejillas sonrosadas. Deberías beber más.

Cuando trajeron los platos, yo probé del mío y me resisití por no soltar un gemido de lo buena que estaba la pasta. Por Dios, no había probado algo así en mi vida. Shawn me miraba y contenía la risa al ver mis ojos desorbitados.

— Te lo dije. Toma, prueba del mío,— con su tenedor enrolló los tallarines y me los puso delante de mí. Yo abrí la boca y me lo metí. No sabía cuál de los platos estaba mejor.

— Están increíblemente buenísimos. Gracias por traerme aquí.

— De nada.

{...}

Después de acabar de cenar y de que Andrea me hiciera prometer que volvería alguna vez, fuimos a comprar un helado. Sí, lo mejor que se puede hacer en enero en Italia. Caminamos mientras nos los comíamos hacia el coche.

Una vez llegamos a su apartamento, me quité el abrigo y lo dejé sobre el sofá. Cuando me giré, Shawn me veía y tenía un brillo especial en sus ojos.

— ¿Tú qué miras? 

— ¿Por qué tan gruñona? No sabía que el vino te afectara de esa manera.

— Eres un idiota.— rodé los ojos.

Él se acercó a mí y en un momento estaba a escasos centímetros de su cara. Posó sus manos en mis caderas y les dio un leve apretón. Inclinó su cara con un único propósito.

— Shawn... somos hermanastros... esto está mal.

— Lo que se siente bien nunca puede estar mal.

Y con eso, cortó las distancias y pegó sus labios a los míos en un beso suave haciendo que me olvidara de todo. Pasé mis brazos por sus hombros en señal de que no parase apretándolo contra mí, y él en respuesta bajó una de sus manos hasta mi culo y le dio un apretón. El beso subió de intensidad en cuanto nuestras lenguas se rozaron. Sus manos inquietas buscaron mis muslos, y una vez que los encontraron, me cogió e hizo que enredara mis piernas a su cintura. Caminó unos metros y me pegó contra la pared para empezar a besar mi cuello y mis clavículas. En ese momento sabía que lo había perdido.

— No pares, por favor.— gemí contra su boca.


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Siento subirlo tan tarde, no me gustaba cómo había quedado y he tenido que cambiar algo.
Espero que os guste💚💚💚

Perfect || S.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora