Perfect || S.M.

11

Después de ducharnos y vestirnos, salimos de su apartamento tomados de la mano hacia una cafetería para poder desayunar y continuar con nuestra ruta por la ciudad. En la cafetería él estaba tomando de su café mientras que su vista estaba clavada en mi cuello y una sonrisilla aparecía en sus labios. Fruncí el ceño y tomé mi teléfono para ver qué era eso que tanto miraba. Abrí la cámara frontal y me llevé una gran sorpresa, más bien susto, al ver la visible marca morada que adornaba la parte derecha de mi cuello. Dejé el móvil sobre la mesa y miré al individuo a mi lado derecho.

— ¿Te parece gracioso? Porque a mí no, y a papá creo que tampoco se lo parecerá.— el semblante le cambió rápidamente y ahora la que sonreía era yo.

— Lo siento, es que tu cuello es tan... apetecible.— se inclinó y paseó su nariz por la parte de mi cuello donde se encontraba el chupetón.

— Joder, no hagas eso. Me estás incitando a colocarme encima de ti y no voy a parar.

— No te diría que parases.— levantó sus cejas seductoramente y le di un golpe en el brazo. Rió y apartó un mechón de pelo que caía sobre mi frente. — Lo siento.

— Está bien, no te preocupes.

{...}

Ya había pasado una semana desde que había llegado a Roma y era hora de volver. Mientras Shawn metía mi maleta en el maletero yo ya estaba sentada en el asiento del copiloto mirando mi teléfono. Abrió su puerta y se subió dándome una sonrisa.

Esta semana nos la habíamos pasado yendo de aquí a allá, comiendo toda la pasta del mundo y acompañados de unos cuantos mimos. Me sentía rara al estar de esa forma con él, después de todos estos años en los que no nos llevábamos bien y así de repente necesitaba acostumbrarme y mentalizarme antes de empezar a pensar si esto iba en serio.

Cuando llegamos al aeropuerto, sacó mi maleta y detrás otra de la que no sabía ni de su existencia.

— ¿Y esa maleta? No es mía.

— Vamos a Toronto, ¿no? No voy a irme sin ropa.

— Espera, ¿tú también vienes? Pensaba que venía y me iba yo.

— Bueno, yo quiero visitar a papá y mamá, así que prefiero viajar con buena compañía que solo.— sonrió de lado.

— Sabes que tendremos que fingir que nada de esto no ha pasado, ¿verdad?

— ¿Te arrepientes?

— No, quiero decir que no podremos estar de la misma forma en la que hemos estado aquí.

— Ah, bueno, pero cuando estemos solos sí, ¿o no?— se acercó a mí.

— Ya veremos.— palmeé su pecho— Ahora vamos a facturar maletas.— me aparté de él riendo.

— Oye, no puedes hacer eso.

— Lo acabo de hacer, majo.— me giré y emprendí mi camino hacia la zona de facturación dejándolo atrás. Caminó detrás de mí y me tomó de la cintura, y antes de poder replicar sus labios ya estaban sobre los míos.

— Vamos, que hay que embarcar.

30 minutos después

Estábamos a punto de subir al avión y Shawn me guió hacia otra escalera dejándome confundida.

— ¿Dónde vas?

— A primera. No me mires así, es un vuelo largo y cansado y quiero lo mejor para mi enana.

— No soy tan enana, tengo 17.

— Como si tienes 30, vas a ser mi enana igual.

— Tú serás un viejo para mí siempre.— reí.

— Gracias por el piropo, guapa.

Llegamos a nuestros asientos correspondientes y nos sentamos. Me emocioné al ver todo el espacio que tenía y lo cómoda que iba a dormir durante todo el vuelo. Cogí una manta que venía incluida y me tapé por el aire acondicionado. Me recosté y miré a Shawn, quien estaba repitiendo mi acción.

— ¿No vas a hablar conmigo?

— Lo siento, sé que no puedes vivir sin mí, pero en la vida hay prioridades como dormir y comer.

— Eres una creída.

— No te he dicho ninguna mentira. Ahora, si me disculpas, voy a echar mis horas de belleza.

— Que te hacen falta.

— El otro día no decías eso.— reí y cerré los ojos sin obtener respuesta alguna.

{...}

Abrí mis ojos y Shawn estaba leyendo y llevaba unas gafas de pasta negras. Joder, qué bien se veía. Inconscientemente me mordí el labio y paré cuando se giró. Me dio una sonrisa pequeña y acarició mi mejilla con su pulgar.

— Buenos días, dolcezza. Faltan todavía dos horas.

— ¿Qué lees?

— Dante, Vita Nuova.

— Sí, mi libro favorito.— ironicé.

— Si leyeses clásicos de la literatura y no lo que los jóvenes leéis, sabrías de qué va.— soltó un gruñido.

— Perdona, señor mayor. La literatura contemporánea también es bonita, pero si el nene dice que los clásicos, pues los clásicos son mejores.

— ¿Nene? ¿A qué viene eso?

— A que tus rabietas son las de un nene de cuatro años.

— Vale, señorita madura.— entrecerré mis ojos. — Eres adorable.— besó mi nariz.

Dos horas después estábamos ya en el aeropuerto de Toronto. Antes de salir por las puertas de las llegadas, Shawn me dio un último beso. Al cruzarlas estaban nuestros padres y Aaliyah. Salí corriendo a abrazarla.

— Te he echado mucho de menos en Roma, a la próxima vienes con nosotros.— era medio mentira, no había tenido tiempo de pensar en nada ni nadie de aquí.

— Dalo por hecho. Espero que no hayáis discutido mucho.— negué con una sonrisa que ocultaba mucho. Abracé a mis padres después de que lo hiciera Shawn.

Mientras nos dirigíamos al coche, íbamos hablando sobre lo que habíamos hecho en Roma y de un posible viaje en verano. Shawn me habló de una playa muy bonita a la que me prometió que iríamos la próxima vez que volviese, e íbamos a ir con toda la familia. Fantástico, nótese la ironía.

Cuando llegamos a casa, mi padre me preguntó si quería algo de comer, y cosa rara en mí le dije que no. Subí las escaleras hacia mi habitación y dejé la maleta allí. 25 minutos después entró Shawn vestido con unos pantalones de chándal y una camiseta de manga corta negra.

— Holaaa.— puso seguro a la puerta y se tumbó a mi lado.— No te voy a preguntar, porque sé que me vas a decir que sí. Pero quiero dormir contigo.

— ¿Qué pasa si ahora te digo que no?— alzó sus cejas.— Vale, vale. Sí que puedes dormir aquí.— se abrazó a mí y reposó su cabeza en mi pecho,— Buenas noches, cielo.

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Hola!!!! Lo siento, lo siento, lo siento. Pero he estado liada con exámenes y no he tenido tiempo para nada y probablemente hasta navidades tampoco. Deseadme suerte😂

Gracias a las que votáis y comentáis 💚💚💚