Hijos del eclispse (TERMINADA)

Epilogo

La lampara de estrellas ilumino la habitación, reflejando la noche en las paredes cálidas del cuarto.

-Si, claro. Nada de esa historia es real.

Hanna miro a su hermano,  su hermano mayor, el pequeño Tyler, ya con 8 años, y al mismo tiempo, tan tonto.

-Claro que la bisabuela Shelley es real! Ella escribió este libro para contarnos su historia- le respondió ella, mostrandole el libro de cuero marrón que su madre le había dado.

-Psss...por favor Hanna, es obvio que todo es mentira. Como nuestra bisabuela podría haberse enamorado de un...un...?

-Cazador?- termino la madre, quien se asomaba desde la puerta, con el cabello negro y despeinado cayendo como una cascada por su espalda.

-Si! Eso!- Tyler re rasco la cabeza, y miro a su hermana con expresión molesta.

Sin embargo, a Hanna eso no le importo. Ella ya tenia cinco años, y sabia que todo era posible, desde que un hombre pudiera ser parte animal, hasta que una mujer pueda enamorarse de su enemigo predestinado.

-Cállate, Tyler- se basto en responder. La historia de la bisabuela Shelley siempre habia sido su favorita, a pesar de que su hermano no la apoyara.

-Bueno, niños, ya basta. Las historias pueden ser reales o no, eso depende de lo que ustedes crean- la madre acaricio el cabello revuelto de su hijo, quien se metió debajo de las mantas y se dejo mimar.

-Pues yo no creo que sea real, son solo cuentos- dijo, y su madre simplemente le sonrió.

Hanna observo como su madre le daba a Tyler un beso en la frente, y luego se dirirgio hacia ella, para hacer lo mismo.

-Buenas noches- la luz se esfumo de la habitación, y las estrellas del techo fueron lo único que los ilumino.

Todas esas pequeñas constelaciones brillantes se reflejaban en los ojos de Hanna, quien no podía dejar de ver asombrada la noche. Era tan joven, pero aun así sabia tantas cosas. La niña con alma de ser se escapaba de sus sueños hacia su otro cuerpo, el que la conectaba con su bisabuela, y con el bosque.

-Yo si creo...- dijo, justo antes de que sus pequeños ojos se cerraran, y sus parpados despidieran al universo.