V.

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"Jeeeeesus H. Cristo", gime McCree ante el primer empuje tentativo de las caderas de Hanzo. Envuelve sus brazos alrededor de su cuello, enredando sus manos en el cabello oscuro y sudoroso. Por encima de él, Hanzo jadea esforzándose por ir lento, con el labio inferior entre sus dientes como si estuviera en una profunda concentración. "Cariño, me estás matando aquí."

"Apenas he comenzado," responde Hanzo, dedicándole una sonrisa.

"Bueno, mierda, pudiste haber engañado a m..." McCree se corta con un gemido entrecortado mientras Hanzo mueve sus caderas, tocando fondo al mismo tiempo. "Jesús, ya verás, vas a ser mi muerte antes de que acabemos."

Hanzo se inclina, sus brazos sujetan los hombros de McCree, hasta que sus cuerpos están al ras. "¿Te estás quejando?" pregunta. Su voz grave retumba en el pecho de McCree. Sus labios se curvan en una sonrisa maliciosa.

"Nope, no, en absoluto," responde McCree, lo que le gana una risita sin aliento y Hanzo finalmente se mueve. McCree engancha sus piernas alrededor de la espalda de Hanzo, seguido de una mano deslizándose por la parte posterior de su muslo, y lo levanta un poco de la cama, buscando un ángulo más dulce y profundo.

Hanzo coloca la cabeza al lado del cuello de McCree, mordiendo la piel con sus dientes, seguido de movimientos con su lengua. Sus empujes son lentos y profundos, absolutamente indulgentes, no el frenético y enfocado acto que McCree ha asociado con Hanzo. Las manos de Hanzo se deslizan a lo largo de su piel, firmes pero delicadas, de una manera que casi podría llamarse adoración. "Dios, eres tan perfecto", susurra McCree, y jadea seguido por una mordida en el hombro.

McCree tira suavemente del cabello de Hanzo, apartándolo de la marca que casi seguramente le quedara en el cuello, y se encuentra con su mirada. Los ojos de Hanzo están medio cerrados, el color marrón oscuro se torna negro en la tenue luz. Un fino brillo de sudor resalta las afiladas líneas de su rostro y el cabello cae en sus hombros, sin las ataduras de su habitual cola de caballo. A McCree le sorprende el repentino arrebato de afecto que lo llena, seguido de la sorprendente conclusión de que está, sin lugar a dudas, perdidamente enamorado.

"¿Jesse?" pregunta Hanzo después de haber estado mirándolo durante varios segundos.

"Dios, eres hermoso," susurra McCree.

Hanzo se detiene, mirándolo arrugando su frente como si el cumplido fuera injustificado. McCree lo toma con ambas manos en la cara y lo arrastra hacia abajo para darle un beso abrasador. Hanzo hace un ruido sorprendido, pero lo sigue, reanudando su paso con facilidad. McCree está demasiado asustado como para decir la verdad en ese momento, así que trata de transmitirlo en la caricia de sus labios, los tiernos movimientos de su lengua, los placeres, las costumbres y esos 'es tan bueno, no te detengas' que gime cerca de la boca de Hanzo.

No dura mucho tiempo, ya que ambos se quedan rápidamente sin aliento. Sus bocas se frotan entre sí en un intento fallido de besarse, salpicadas de improperios y estímulos sin palabras mientras se persiguen para estar juntos. McCree es el primero en estar al límite, jadeando tonterías hasta que su aliento lo abandona. Acaricia los hombros y la cara de Hanzo, provocando que su cuerpo se tense y sofoque un gemido en la almohada junto a la cabeza de McCree.

Pasan un momento recuperando el aliento antes de separarse. Hanzo se acerca a la cama en busca de una camisa desechada (la de McCree, no la suya, por supuesto) y lo limpia con toques cuidadosos y cariñosos. Entre el afecto y la felicidad postcoital, McCree siente que se está asfixiando de felicidad. Es un sentimiento desconocido, pero que no cambiaría por nada.

"No sé que hice para merecerte," dice, mientras Hanzo se sienta a su lado en la cama, "pero estoy malditamente feliz de tenerte."

Hanzo no responde, pero la sonrisa tímida que da a cambio es suficiente respuesta.

Again, Again [McHanzo] *Traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora